Autor: Daniel Mauricio Meléndez Márquez
El péndulo político se mueve en Medellín y cambia de dirección. Las fichas del ajedrez político fueron removidas de un manotazo y todos los bandos en juego apenas están reacomodando sus piezas sobre el tablero. La evidencia empírica disponible (es decir, los resultados de las elecciones) sugiere que, debidamente motivado, el voto de opinión puede más que toda la maquinaria política combinada.
Eso ya se había evidenciado hace cuatro años en Bucaramanga, cuando el ingeniero Rodolfo Hernández se hizo con la Alcaldía, en una campaña sin precedentes en la historia política de Colombia. En varias entrevistas, el ahora exalcalde Hernández ha develado su secreto: proponiendo ideas que muevan emociones positivas, haciéndolo con inteligencia y, sobre todo, desde la crítica política kantiana.
Es de sabios aprender en cabeza ajena y el ejemplo del experimento bumangués no pasó desapercibido. Guardando las proporciones, la campaña de Quintero se basó en emociones, ideas, propuestas y, sobre todo, credibilidad.
Lo que se vivió en Medellín fue un fenómeno digno de estudio y análisis por parte de politólogos, periodistas, moldeadores de opinión y ejecutivos de marketing político, que se estarán preguntando cómo hizo Daniel Quintero para movilizar 305 mil votos, sin apoyo de maquinarias políticas, sin respaldo del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), contra todo pronóstico de los gurús de las encuestas y, sobre todo, enfrentándose a una campaña sucia como pocas veces se ha visto. Pero este será tema para una próxima columna.
El desencanto general con las prácticas politiqueras y el subsecuente desprestigio de los partidos, jugaron en favor de los resultados. Las votaciones demuestran que, si bien los partidos tradicionales cuentan con sólidas estructuras de base, ni el Partido Liberal ni el Conservador tienen del músculo electoral suficientes para poner alcalde por sí mismos.
Mucho menos Cambio Radical o el Partido de la U, colectividades disidentes del Partido Liberal que surgieron del oportunismo aprovechando la favorabilidad de Álvaro Uribe durante su primer mandato, y cuya fuerza electoral se ha desgastado durante los últimos años, hasta el punto de perder sus fichas en todo el país. Evidencia adicional de este desgaste son las adhesiones de estos partidos oficialistas a la candidatura de Alfredo Ramos. Pero, ¿cuál es el músculo real del Centro Democrático?
El panorama político
De los 235.105 votos obtenidos por el exsenador Ramos, 168.738 fueron por la lista del Centro Democrático al Concejo de Medellín. Con esta votación, «el partido de Uribe» logró elegir siete concejales, la tercera parte de curules en disputa (ocho, teniendo en cuenta que Ramos acepta la curul que por ley le correspondía).
Por si fuera poco, el partido obtuvo mayoría en las JAL de las 16 comunas y dos de los cinco corregimientos de la ciudad. Cifras nada despreciables, mayor que las votaciones por listas al Concejo de los partidos Liberal, Conservador y la coalición Cambio Radical-MIRA, combinados.
De esta manera, el Centro Democrático se consolida en Medellín como una fuerza política mucho más poderosa que cualquiera de los partidos políticos ya mencionados.
Resumiendo: aunque el voto de opinión inclinó la balanza para ganar la Alcaldía, la organización del Centro Democrático, con los engranajes de su maquinaria muy bien aceitada, tiene el control político de la ciudad.
¿Qué impacto tendrá esto en la ciudad durante los próximos cuatro años?
Teniendo en cuenta que la llegada de Daniel Quintero Calle representa la derrota del oficialismo en la disputa por la Alcaldía de Medellín, los partidos políticos deben estar reordenando sus fichas en el ajedrez político de la ciudad.
Usualmente, los partidos buscan hacer “coalición” (léase “alianzas”) con la administración de turno, independientemente de a quién hayan apoyado en campaña, a cambio de cuotas representativas en las diferentes dependencias de la Alcaldía.
Es sabido que no hubo un respaldo oficial de partido alguno durante la campaña de Quintero, por lo que este puede decir que no les debe favores. Esa es la ventaja de ser independiente. Por consiguiente, la pregunta es ¿qué panorama le espera a los partidos y movimientos con representación en el Concejo de Medellín, y a qué se puede enfrentar Quintero?
Estos son los posibles escenarios.
Escenario 1: Obstrucción y politiquería
Si los liberales y conservadores no logran conciliar con la nueva administración, lo más probable es que liberales y conservadores hagan coalición con el Centro Democrático, sumando 13 curules (15 si se suman con Cambio Radical-MIRA y Partido de la U).
De esta manera, estas colectividades podrían votar en conjunto cualquier proyecto de acuerdo o partida presupuestal, no sólo para beneficiar a la ciudadanía, sino también para obstaculizar procesos y bloquear iniciativas de la Alcaldía. Con este escenario regresarían a Medellín las prácticas politiqueras que los colombianos están castigando en las urnas.
Escenario 2: la oposición ante una eventual “coalición”
Una eventual «coalición del gobierno» sin el Centro Democrático presentaría una oportunidad de oro para «el partido de Uribe». Si saben jugar bien sus cartas y quieren mejorar la percepción que tienen ante la opinión pública, los concejales del Centro Democrático tendrán el escenario ideal para poner en práctica lo que Álvaro Gómez Hurtado llamaba «oposición reflexiva». Con ocho curules –incluyendo la de Alfredo Ramos– el partido haría un control político minucioso, con la gestión de Quintero bajo su lupa inquisidora. Y si lo hacen desde el aporte y la construcción de propuestas, en lugar de limitarse a bloquear y atacar, se ganarían el favor de los votantes, realizando además un sano ejercicio de equilibrio de poderes que fortalecería nuestra débil democracia.
Escenario 3: Independiente gobierna independiente
Este es el escenario más provocador. La ventaja de entrar sin partidos ni padrinos políticos en Medellín le permite a Quintero obrar sin deber favores, por lo que las cuotas políticas serían inexistentes. De esta manera, Quintero puede apostarle con libertad de hacer lo que siempre ha dicho: apostarle a la meritocracia.
Rodearse de personas con probada experiencia y/o perfiles técnicos idóneos para cargos ejecutivos y administrativos, realizar convocatoria pública para conformar juntas directivas de entidades descentralizadas, concurso de méritos para proveer los funcionarios de control interno, sanear las finanzas del municipio, fortalecer los procesos de participación ciudadana recuperando lo social y reducir el gasto público. Todo ello dentro de una relación cordial y equilibrada con las fuerzas políticas que harán presencia en el Concejo de Medellín.
Acorde a su plan de gobierno, la de Quintero sería una administración transparente, marcada por la meritocracia y libre de vicios políticos. Ello, sumado a un riguroso y objetivo control político por parte del Concejo de Medellín, donde las ideas y las propuestas estén por encima de las diferencias personales, y con un Centro Democrático que puede mejorar su imagen mediante acciones propositivas, presentaría un panorama ideal donde el equilibrio en la diferencia logre unir voluntades con sentido social. De esta manera, ganarían todos, y se recuperaría la golpeada credibilidad del Centro Democrático. Claro, si ellos quieren.
Es un análisis juicioso,real y objetivo.
Daniel quinteto está en la posesion del balón
Solo queda esperar que opción de las planteadas escoge.
Suerte y Pulso
Con respecto a este tema, pienso que si bien el panorama 3 es muy seductor, creo que las costumbres y dinámica política podrían incidir en la gestión de Quintero, sin embargo sugiero estudiar el proceso de Fajardo quien Hizo lo propuesto en la opción 3 y analizar resultados.