Autor: Nelson Villarreal
Este domingo los capitalinos se jugarán una vez más la posibilidad de cambiar el rumbo de Bogotá, pues en la intimidad de un cubículo electoral tendrán en sus manos la gran responsabilidad de elegir entre seguir con las políticas y el modelo de ciudad impuesto por Peñalosa o, por el contrario, castigar en las urnas esta cuestionada forma de gobernar.
Me refiero a la forma que estos cuatro años de gobierno le dejan a la capital de los colombianos, que incluye el despilfarro de los dineros públicos en publicidad con ese arrogante eslogan “impopulares, pero eficientes”, que a decir verdad aciertan en lo de “impopulares” como lo demuestran todas las encuestas, pero dejan profundas dudas en lo que tiene que ver con lo “eficientes”.
La realidad es que, hoy por hoy, Bogotá es una de las ciudades con mayores problemas de inseguridad, lo que reiteradamente es negado por esta administración. Como consecuencia, uno se pregunta: ¿luego de cuántas puñaladas, o de sufrir cuántos atracos se considera que la inseguridad ya no es solo una percepción? Al parecer, los únicos eficientes aquí son los ladrones.
Este domingo, usted decide si cae en el juego de las encuestas que suben y bajan candidatos, como es el caso de los repuntes en favor de Luis Fernando Galán y los empujones dados a Miguel Uribe, o deposita ese voto con la convicción de estar decidiendo responsablemente, sin importar el vaivén de los medios de comunicación, favoreciendo a uno u otro candidato afín a sus intereses, como si uno tuviera que votar por el que va a ganar y no por el que uno considera tiene las mejores propuestas.
Uno no acude a las urnas para ganar o perder un voto, lo hace motivado por la esperanza de un mejor futuro y eso no lo mide ninguna encuesta. Es que en esta recta final la campaña electoral pasó de ser una maratón a convertirse en un ring de combate, en una pelea que en pocas horas tendrá su último round y el juez es usted.
La tarea no es nada sencilla, sobre todo en esta época de noticias falsas y medios que favorecen tendencias y partidos políticos, sin embargo, los datos que todos debemos tener en cuenta, al menos como punto de referencia, son los pros y contras de cada candidato, siendo este un ejercicio más o menos así:
Miguel Uribe Turbay
Pros: Es dedicado, decidido y coherente (se ha mantenido firme en su respaldo a Peñalosa aún con su baja popularidad y políticas en contra del medioambiente, alzas de tarifas de transporte e impuestos, disminución de subsidios a personas vulnerables y pocos resultados en materia de seguridad etc.), estuvo en el Concejo de la ciudad haciendo un férreo control político y oposición a la Alcaldía de Gustavo Petro.
Contras: Es un delfín político, su llegada a los órganos de poder está precedida por la imagen de su abuelo Julio César Turbay, presidente en 1978, quien bajo la simulación de un gobierno de equidad, creó el primer sistema de subsidios cruzados, a partir del cual surgen los estratos socioeconómicos en el país.
Esta estrategia de Turbay, más que ayudar en temas de subsidios a los más pobres, solo sirvió para ponerles un lastre hasta nuestros días, donde todo se mide de acuerdo al lugar donde se vive y las condiciones de la vivienda que se habita, es el estigma que le recuerda a cada colombiano —y sobre todo a los más humildes— el lugar que ocupan en la sociedad.
En la actualidad para ofender a alguien se le dice que: “Se le nota el estrato”, y esa frase puede resumir esta política clasista. No es culpa de Miguel Uribe, pero esa es su cuna, “un niño bien” con una carrera pavimentada en la política que lo llevó a ser secretario de Gobierno.
Fue precisamente de esa secretaría de donde salió aquel nefasto comunicado que culpaba a Rosa Elvira Cely de su propio feminicidio, aún sabiendo que fue a manos de un criminal que le violó y segó su vida, todo porque ella aceptó una invitación que terminó fatídicamente. Hoy es apoyado por las iglesias que le hacen eventos multitudinarios y que influyen en sus feligreses para votar por candidatos de la derecha, esa derecha en la que se encuentra el expresidente Álvaro Uribe, quien también lo apoya.
Hollman Morris
Pros: Conoce a fondo las realidades del conflicto colombiano, ya que, como periodista, retrató en sus documentales muchas atrocidades, lo que le generó una sensibilidad hacia la población vulnerable. Ha trabajado desde entonces con grupos de jóvenes y en favor de los derechos humanos, dirigió Canal Capital con los mejores índices de audiencia y posicionamiento de los últimos años, fue electo concejal con la primera votación de Progresistas (movimiento liderado por Gustavo Petro), su coherencia lo ha llevado a ser uno de los mayores defensores del hoy senador Gustavo Petro, con quien insiste en denunciar irregularidades del metro elevado de Peñalosa y no claudicar en su lucha por el metro subterráneo para la ciudad.
Contras: Su vida privada ha sido seriamente cuestionada, precisamente, cuando más fuerza tomaba su nombre en la contienda electoral, señalado por temas como violencia intrafamiliar y excesos. Cabe señalar que, al parecer, dichas denuncias fueron motivadas por abogados y personas afines al Centro Democrático, partido liderado por el expresidente Uribe, quien dicho sea, de paso, se vio obligado a retractarse por señalamientos hechos a Morris en años anteriores y en los que el expresidente perdió la batalla legal.
Luis Fernando Galán
Pros: Es un tipo tranquilo, joven y con historia política de buena recordación por ser hijo de Luis Carlos Galán Sarmiento, fue concejal y senador con buenas calificaciones y debates de control político. Se presenta como Candidato independiente.
Contras: Su carrera política ha estado ligada al partido Cambio Radical, uno de los partidos más corruptos del país, asociado con la parapolítica. Renunció solo cuando Germán Vargas entró en el ocaso de su campaña presidencial y no cuando tenían altas cuotas de poder político y electoral.
Recientemente se supo que la Corporación Escuela Galán, donde trabaja su familia, recibió un contrato por más de 10 mil millones de pesos de parte de la administración de Enrique Peñalosa, a quien en su momento, Luis Fernando le ayudaría a llegar a la Alcaldía a través del respaldo de Cambio Radical y a quien le estarían devolviendo favores para asegurar la continuidad de Peñalosa en cuerpo ajeno, como lo demuestra el informe de la Fundación Paz y Reconciliación. Es latente el riesgo de elegir a un lobo vestido de oveja, en este caso con dos tipos de piel, ya que por un lado lo cubre Enrique Peñalosa y, por el otro, Germán Vargas, que no desiste en la idea de llegar a la Presidencia.
Claudia López
Pros: Es una mujer que dice lo que piensa, actúa de forma frentera y tiene posiciones muy definidas contra la corrupción y la violencia contra la mujer. Ha ocupado cargos de elección popular siendo senadora de la República, también ha estado al frente de entidades de orden local sin ningún señalamiento por malos manejos administrativos.
Lideró la gran Consulta Anticorrupción, a partir de la cual se consiguieron más de 11 millones de votos para modificar aspectos trascendentales en cuanto a la transparencia en el sector público, asimismo lideró investigaciones en denuncias por parapolítica que terminaron llevando a la cárcel a varios políticos y abriendo investigaciones a más de 40 representantes. Férrea opositora a Álvaro Uribe.
Contras: Apoyó a Enrique Peñalosa a su llegada a la Alcaldía, aunque se desmarcó muy pronto al evidenciar que este no cumpliera con políticas en favor del medioambiente, movilidad sostenible y protección de derechos de los más pobres.
Dicen que su carácter fuerte y temperamento explosivo la hacen ver como una mujer “gritona”, aunque esto es muy subjetivo ya que, si gritar contra la corrupción es un calificativo negativo, pues todos deberíamos estar dispuestos a ganarnos ese apelativo. Le han llamado incoherente por apoyar a Peñalosa y luego señalar las falencias de su mandato, pero sería más incoherente seguir a su lado aun viendo el daño causado a la ciudad.
Lo cierto es que esta elección a la Alcaldía de Bogotá nos deja solo dos opciones:
1. Reelegir los postulados de Peñalosa, Álvaro Uribe y Germán Vargas votando por Miguel Uribe y Luis Fernando Galán —por más independientes que se quieran mostrar— pero a sabiendas que firman un cheque en blanco que tendrán que pagar de llegar al Palacio Liévano y cuyos costos y consecuencias tendrá que asumir el bolsillo y la calidad de vida de los bogotanos.
2. O, la segunda opción es apuntarle a la otra orilla con Claudia López o Hollman Morris, quienes mal o bien siempre se han mostrado como son, pero teniendo algo en común: el factor social de una política en favor de los más necesitados, sin necesidad de vender los principios para sentirse arropados por el establecimiento, la derecha, la rancia política y los pastores que negocian con la fe de sus creyentes.
La decisión solo es suya. Amanecerá y veremos.