La creación no se vende

Ojalá los cristianos estuviéramos conscientes de hacer como Noé, luego del diluvio: cuidar los bienes comunes que tenemos como humanidad y respaldar, como organizaciones basadas en fe, la labor de los colectivos ambientalistas en nuestro país.

Opina - Ambiente

2019-10-18

La creación no se vende

Autor: Daniel Fernando Rincón

 

Las declaraciones de Michel Mayor, ganador del premio Nobel de Física de este año, generaron en días pasados un gran revuelo: “no existe lugar para Dios en el universo”, dijo en una entrevista para El País de España.

En un país con más del 70% de la población declarándose creyente, especialmente en el cristianismo con todas sus vertientes, dicha afirmación, hecha por el primer descubridor de exoplanetas, e iniciador de una nueva rama de estudio en la astrofísica, no pasó desapercibida. Se reavivó de nuevo el tema de la existencia de Dios y el eterno debate entre ateos/agnósticos y cristianos.

Pero el punto central de lo dicho por el nobel no es la existencia de Dios, sino la imposibilidad de viajar a esos nuevos exoplanetas que se descubren con regularidad: ¿Será posible algún día explorar alguno de estos mundos? le preguntaron en El País— Él respondió:

Nunca podremos ir. Los humanos tardamos tres días en viajar hasta la Luna. La luz solo necesitó un segundo. Imagina un planeta a 12 años luz. La luz tarda mil millones de segundos en llegar. Multiplica tres días por mil millones, es demasiado tiempo. Es una fantasía pensar que podemos ir hasta allí.”

Y aunque esta afirmación pueda hacer relamer a la vicepresidente, para quien el conocimiento por el conocimiento solo es vanidad, (¿de qué sirve descubrir exoplanetas si no se puede viajar a ellos? preguntaría la vice), dicha afirmación sólo nos pone de nuevo ante la terrible realidad que vivimos: no tenemos otro planeta dónde marcharnos, por lo que debemos hacer todo lo posible para conservar la vida en el que tenemos.

Pero, ¿qué podemos hacer? En el texto sagrado de los cristianos, existe un relato muy conocido, pero que pocas veces se examina como la advertencia que es.

El relato narra que por culpa de los humanos, hubo una serie de inundaciones que provocaron la extinción masiva de animales, especialmente terrestres y la pérdida total de las especies vegetales.

Sólo un pequeño remanente se salvó, a cargo de un hombre y su familia, que en un barco, creó un zoológico, un banco genético, con parejas de animales de todo tipo.

De acuerdo con la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), un millón de especies animales podría desaparecer por la acción directa de los seres humanos. Si no se detiene la presión sobre los recursos naturales (agua, bosques, aire, pastizales), advierte el informe de dicho programa publicado este año, es probable que el 25% del total de las especies animales desaparezcan en pocos años.

Parece ser que el debate ya no sólo es sobre si Dios existe o sobre si tiene pechos o es transgénero, sino sobre el papel que como cristianos, sin distingo de tradiciones, debemos cumplir ante la creación, es hora de que, como dice el mismo Mayor, “prestemos atención a nuestro planeta. Es muy bello y todavía bastante habitable”.

En Colombia, los recursos naturales comunes, como el agua y los minerales, se encuentran en medio de la disputa entre; por una parte, un Gobierno Nacional que en colusión con grandes empresas, con nulo sentido de la responsabilidad social, pretende entregarlos para cumplir sus miopes y cortoplacistas indicadores; y por la otra, de comunidades y sectores de la sociedad civil que luchan por evitar la entrega del capital natural común a intereses egoístas.

Las protestas contra la designación del ministro Carrasquilla como ministro de Ambiente adhoc en el proceso de consulta de la licencia ambiental que pretende Minesa (Sociedad Minera de Santander) para explotar oro y cobre en el Páramo de Santurbán; los debates jurídicos que aún no se cierran frente a la posibilidad del inicio de exploraciones con fractura hidráulica- fracking en el país; las consultas previas para el otorgamiento de licencias ambientales de explotaciones mineras que en el caso de Cerro Matoso ya empiezan a tener resultados; son todas ellas señales que las sociedades colombianas no cederán ante la seducción de los sectores privados que quieren comprarles el mineral y darles el agua contaminada a cambio, ni tampoco se entregarán a un Gobierno que promete control, pero ante el menor altercado, cede su responsabilidad ante el mercado.

Las sociedades colombianas, podríamos afirmar que son ejemplo de lucha por el gobierno del patrimonio natural, del capital natural que poseen en común; son el ejemplo de cómo se obtiene el derecho al gobierno de los bienes comunes, teoría que en 2009 le permitió ganar el premio Nobel de Economía a Elinor Ostrom, primera mujer en obtenerlo.

Al final del relato, ese hombre con su zoológico flotante, logra llegar a tierra seca luego de que las inundaciones pasen, liberando de nuevo a los animales en un nuevo mundo, en el cual, tiene la responsabilidad de cuidarlos.

En el relato contemporáneo de la inminente extinción masiva que provocará el cambio climático que hemos generado como especie humana, ojalá y los cristianos estuviéramos conscientes de hacer como Noé, luego del diluvio: cuidar los bienes comunes que tenemos como humanidad y respaldar como organizaciones basadas en fe, la labor de los colectivos ambientalistas en nuestro país.

 

 

Foto cortesía de: La Prensa Perú

 

 

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Daniel Fernando Rincón
Zootecnista Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá. Candidato a Magíster en Producción Animal. Girardoteño. Protestante desde tiempos inmemorables. Luterano. A veces escribe en portales de opinión.