Autor: Marco Fidel Gómez Londoño
Hace poco fue televisado un debate relacionado con la educación física en el canal local Telemedellín que seguramente no tuvo una audiencia nutrida —sabemos que los programas de rumores tienen mayor consideración que aquellos de contenido educativo— y tampoco tendría por qué tenerla, sobre todo por la circunstancia de que en nuestro país la educación nunca ha sido considerada importante, a pesar de las proclamas en las elecciones o de los discursos grandilocuentes que afirman otra cosa. No es casual que en la nueva misión de sabios no se incluyera la educación como aspecto preponderante.
La educación física ha sido estimada innecesaria y —junto a las artes— es la cenicienta del currículo oficial por su aporte insuficiente al progreso depredador del modelo de desarrollo actual. Así de sencillo.
En Chile, para citar un ejemplo, la ministra de Educación ha presentado una propuesta para abolir del currículo obligatorio la historia y la educación física por considerarlas inoficiosas.
En la defensa de estos cambios, el señor Pedro Montt —presidente del Consejo de Educación— argumenta que son necesarios en atención a la pregunta “¿Para qué se forman los estudiantes hoy?”. Acto seguido responde, a sí mismo, que los estudiantes deben formarse para el mundo que viene, pues “la incertidumbre es la constante, el cambio es vertiginoso y no sabemos que es lo que va a pasar en el futuro”. Una suerte de retahíla que no dice mucho —cuya respuesta tiene mayor afinidad con los negocios multinivel—, pero que al final sirve para validar los cambios.
Pero volvamos acá. En el debate mencionado participó el subsecretario de Educación de Medellín, dos concejales de la misma ciudad y un profesor de la Universidad de Antioquia, (parece que de educación física solo pueden hablar los hombres y que, además, el saber no está encarnado en el profesorado de las escuelas. Ni mujeres ni profesores de escuela fueron invitados). El objetivo del debate no era más que conocer el estado actual de la educación física en la ciudad.
Jorge Iván Ríos, subsecretario de Educación de Medellín, inicia su intervención con una frase bastante generosa:
“Hay que decir que un país que opta por una educación física, una educación del cuerpo como eje central, pues es un país que está apostándole a unos coordenadas de desarrollo muy grandes”.
Luego hace de su prólogo una contundente crítica al mismo modelo educativo que gestiona: “la educación física está estrechamente vinculada con un gran fin del hombre colombiano, otra cosa es ya cómo se distribuye esa finalidad en hechos reales” (El subrayado es nuestro).
Este funcionario admite la importancia de la educación física para luego reconocer una discrepancia con la realidad educativa. Advierte entonces que las coordenadas de desarrollo están extraviadas (por lo menos desde su consideración de desarrollo) y que los fines educativos no se alcanzan en una ciudad que fue elegida por la UNESCO como ciudad del aprendizaje (rótulo que eleva el narcisismo de quienes la gobiernan).
Apunta el subsecretario que:
“Hay acciones dentro del marco regulatorio (…) y hay acciones por fuera de la escuela. Entonces aquí hay una diferencia entre el tratamiento escolar y el tratamiento educativo de ciudad. Esta es una ciudad que cuenta con programas que van más allá de la escuela y programas dentro de la escuela”.
En otras palabras, indica que una cosa sucede en las escuelas y otra por fuera de ellas, es decir, confunde las peras con las manzanas.
En el escenario escolar plantea “dos planos de discusión”: el plano real de la educación física y el plano ideal. En el plano real establece que se tienen en cuenta la regulación del perfil, la idoneidad, las horas, los espacios, el área que deben ocupar los estudiantes, y de la secuencialización de los contenidos.
Respecto al plano ideal —aquella realidad por construir— manifiesta que implica financiación y que para llegar allí habría que subir los fines de la educación, pues —agrega— “si le apuesta al arte y si le apuesta al cuerpo es porque subió el fin de la educación”.
Al afirmar el funcionario que la educación está en otra perspectiva —en una más baja— reconoce que hay una pérdida del sentido de la misma. Se infiere que si eso sucede, la ciudad también está en crisis educativa y, por lo tanto, parte de sus políticas han fracasado, por más que las medallas inunden el pecho de la misma.
Posiblemente cuando manifiesta la coincidencia que debe existir entre los fines y el presupuesto para configurar una educación integral, entonces acuda al recuerdo del dinero que se ha girado, por citar un ejemplo, a la empresa Los Tres Editores S.A.S. que en solo tres años ha facturado más doce mil millones de pesos por elaborar pruebas (clic aquí para ver contratos).
Así, las coordenadas del desarrollo están ubicadas en los bolsillos de la editorial. Un ejemplo más no sobraría: el pago a Discovery Channel de mil cuatrocientos millones de pesos por concepto de publicidad y que al final se presentaría como un reconocimiento a la ciudad. Mandaron a hacer la medalla.
Más adelante subraya el subsecretario: “yo sí quiero decir, Medellín cómo compensa la circunstancia real y cómo ayuda un poquitico al equilibrio”. Y entonces afirma que:
“(Hay) 60 instituciones educativas que están teniendo aumento de la actividad física por una alianza con la empresa privada (Postobón)— que coloca (sic) materiales, instructores y profesores que aumenten la actividad física—, el INDER, educación complementaria, más de 3.500 chicos después de que terminan la jornada en Medellín reciben actividad deportiva (…), más de 400 practicantes que acaban de ingresar y gran parte de ellos son de educación física”.
Hay que revisar con detalle lo que se entiende por compensación, pues se acude a un sofisma para inducir a equívocos. El subsecretario entiende que la educación física se está “reforzando” con el INDER, y olvida que el sistema escolar, en el que la educación física representa un área fundamental, tiene unos fines específicos vinculados a su función social; mientras el INDER, por su parte, con una función social diferente a la escolar, es una institución que hace sustantivo el derecho a la recreación proclamado por la Constitución Nacional. No se pueden confundir los fines de una y de otra, pues difieren; juntas sí, pero no revueltas.
Más grave aún es que el subsecretario asuma que Postobón, una empresa privada que hoy tiene una investigación por publicidad engañosa, pueda “compensar” el carácter educativo de la educación física.
Esta empresa, dedicada a la producción de bebidas azucaradas, cuyos intereses son netamente económicos, y con responsabilidad en el aumento de enfermedades derivadas del consumo de sus productos, configuran programas de actividad física para hacerse un lavado de manos; así el mensaje subrayaría en la cantidad de actividad física a realizar que en el mismo consumo de bebidas azucaradas. La responsabilidad pasa, de esa manera, de las empresas a los consumidores.
Las afirmaciones del subsecretario son de un peso considerable. Todas son reducciones que secuestran el propósito educativo de la educación física. Ni el INDER, ni Postobón, ni ninguna otra entidad externa pueden reemplazar la educación física, ni siquiera compensarla como él se atreve a decir.
La Secretaría de Educación de Medellín debería asumir su responsabilidad. La educación física no es en sí misma un área para aumentar la actividad física (como si de un gimnasio se tratara), pues hay otros componentes que la configuran en educativa y la distancian de aquella perspectiva biomédica, importante, seguramente, pero que no se agota en ella.
La Ley General de Educación entiende la educación física como área fundamental del currículo y con unos fines específicos (de carácter educativo, y eso hay que subrayarlo), por lo tanto, habría que reconocerla como tal, no como el relleno que engolosinan a punta de practicantes y de empresas de gaseosas, y que así se asume desde la administración.
El problema de la educación física es la educación misma —hablo del modelo educativo— que ha propiciado su borramiento, con un efecto devastador en el sentido de la misma, y en el que se admite la corporalidad como mera arandela del ser humano.
Finalmente, este debate es un ejercicio importante para reconocer la realidad de la educación física, incluso desde el embarullo de los funcionarios educativos. Mientras en las escuelas la educación física se limita con suerte a una hora de clase, espacios sin las condiciones adecuadas (terrenos hostiles, estrechos, sin cubierta, sin materiales), borramiento del currículo real y una pérdida de su carácter educativo, estos funcionarios se complacen en rellenar su ausencia con un activismo “compensatorio”.
La ciudad del aprendizaje deja dudas acerca de su compromiso real con la educación (como derecho y desde su sentido más amplio), las autoridades educativas dejan dudas acerca de su conocimiento y, mientras tanto, mientras eso sucede, la corporalidad de niños, niñas y jóvenes seguirá siendo negada.
Medellín, en estas circunstancias, es mera propaganda, la fuerza de la realidad discute con la publicidad (pagada). Los planos de la realidad sí que están alejados de la idealidad. En eso estoy de acuerdo con usted, señor subsecretario.
Foto cortesía de: Inder
Lamentable que no se incluyan otros actores en la materia para hacer más aportes constructivos para buscar acciones tenientes a mejorar el sistema educativo en todo el país, incluyendo la educación física, de manera que sea integral el derecho fundamental establecido en la Construcción Política. Tu aporte es muy importante y ojalá se sumen otros para no dejar en manos de los políticos el manejo o las decisiones de la educación integral. Las tesis en las universidades, como las investigaciones, en esta materia deberían de proponerse.