Hace unos días la muy bien educada y honorable senadora de la nación por el Centro Democrático, Paloma Valencia publicó en su Twitter lo siguiente:
Sus palabras llenas de sabiduría me abrieron la mente. Atrás quedaron las dudas sobre mis conocimientos de la patria y, lo que me habían inculcado en mis años de estudio se fue al más recóndito espacio de mi memoria. Si ella estaba ahí, ocupando su puesto en el Congreso de la República y diciendo eso en su cuenta de Twitter, tenía que ser verdad, así de simple.
De repente, como iluminada por una luz blanca, vino a mi mente la premisa: los uribistas tenían razón. Era imposible negarlo y me culpé a mí misma por cargar el velo de la ceguera durante tanto tiempo. Si, muchos de los que me conocen estarán en este punto muy sorprendidos por mi afirmación, pues conocen mi gusto por el lado izquierdo de la acera. Pero permítanme queridos amigos que aclare a través de dos ejemplos, el porqué de esta reflexión, a lo mejor y terminarán dándole la razón a nuestros amigos uribistas.
Comencemos con Paloma. La inteligente senadora niega, a través de su cuenta, la relación de los indígenas con sus tierras. Pero por supuesto para Paloma es imposible que unas pocas personas (Las fuentes oficiales hablan de 450 a 500 mil indígenas en Colombia), pertenecientes a cerca de 81 etnias diferentes, con 64 distintas lenguas habladas, de 14 familias lingüísticas, y que representan el 1.5% del total nacional, hayan habitado las tierras colombianas, antes de los empresarios que ella defiende.
Resulta que en el caso puntual de Cauca, de acuerdo con cifras publicadas por El Espectador, más de 6 mil indígenas permanecen en las haciendas donde están los cultivos de caña de los ingenios Manuelita y Mayagüez, hasta que el Gobierno entregue cerca de 20 mil hectáreas para los nativos del norte del departamento y 6.500 hectáreas para el cabildo indígena de Corinto, “la petición se basa en un viejo acuerdo hecho con el Gobierno, en el que se comprometía a entregar dichas tierras como reparación por la masacre del Nilo en 1991”. En esta masacre, perpetuada por paramilitares del Bloque Vencedores de Arauca y que contó con la complicidad de ganaderos de Cauca (Según declaraciones de Orlando Villa Zapata, alias ’Rubén’ o ‘La Mona’, desmovilizado– Verdad Abierta), en esa ocasión se asesinaron a 21 indígenas de la étnia Nasa con el objetivo de desalojar a un grupo de indígenas.
Estos territorios, que la educada senadora señala como invadidos, son considerados por la comunidad Páez como territorios ancestrales. Pero por su verdad, es evidente que los dueños de estas tierras han sido desde tiempos inmemorables, (en los que la senadora ni había nacido), de los privados y que nada deben reclamar los indígenas porque ellos fueron los que empezaron la invasión.
Otra parte tiene que ver con la muy recordada y siempre usada frase por los uribistas, “Es que con Uribe podíamos ir a la finca”. Siempre la critiqué, pero hoy comprendí que a lo que se referían no era a la misma capacidad de llegar a su propiedad de recreo (El 90% de los que afirman tal cosa no tienen finca), sino la oportunidad de los grandes empresarios, amigos de Uribe, de poder llegar a esas tierras que para ellos eran sus fincas, sus terrenos, a esas hectáreas “sin dueño” y con potencial que necesitaban una mano destructora, eh digo… constructora, que las pusiera a producir.
Así que Uribe, a través de sus amigos, se encargaron de hacer realidad este gran sueño y sacaron a la gente que nada tenía que hacer ahí, en esas sus fincas.
Según el informe ¡Basta Ya! del Centro Nacional de Memoria Histórica, se reconocen que existen más de 8,3 millones de hectáreas despojadas o abandonadas, “el despojo, entendido como expropiación de bienes materiales, ha sido una práctica violenta empleada por los grupos paramilitares y, en menor medida, por las guerrillas. Para conseguirlo, los actores armados han recurrido a diferentes mecanismos de coacción y violencia como pillaje, extorsiones, masacres, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas, amenazas y violencia sexual que obligaban a los campesinos a abandonar las tierras. Una vez deshabitados los campos, los actores armados procedían a ocupar y apropiarse de las mejores tierras”. Dichas tierras eran vendidas a bajos precios a empresas privadas para proyectos agroindustriales como sucedió en el territorio del Carmen del Darién y el Catatumbo en Norte de Santander con los cultivos de Palma de aceite. Por lo que sí, amigo uribista, usted decía la verdad, gracias a Uribe, los empresarios y los amigos paramilitares pudieron llegar a esas tierras y hacer sus fincas e ir y venir sin preocupación alguna porque había quien los cuidara.
Me quedan un par de dudas que seguramente iré resolviendo y aclarando con la ayuda de personas tan llenas de conocimiento como la Senadora Paloma Valencia,… Muchas de sus brillantes ideas y reflexiones sobre el país, saldrán en su cuenta de twitter y gracias a sus palabras, seguiremos aprendiendo que en un país donde se gobierne en nombre de Uribe, indígenas y campesinos, no tendrán lugar.
Sólo los verdaderos uribistas, conocedores de la única verdad, cerrados de pensamiento y cuidadores de los tres huevitos podrán vivir como se lo merecen. El resto de sus seguidores y defensores sobrevivirán en sus fincas imaginarias tragando entero sus propias penas. Pero por hoy, yo le digo a usted amigo uribista, sígase llenando la boca, porque cuando uno ve las cosas desde este punto puede afirmar: ustedes tenían razón.
Referencias:
http://www.verdadabierta.com/justicia-y-paz/versiones/516-bloque-vencedores-de-arauca/893-la-masacre-de-el-nilo
http://www.elespectador.com/noticias/nacional/de-indigenas-cauca-una-invasion-violenta-ataques-sobre-articulo-547248
Me gusta cuando los santistas hacen charlitas con lo de «con Uribe se podía ir a la finca».
Me hace pensar que ustedes los santistas no necesitan alimentarse, no consumen vegetales, carnes ni pescado, ¿Porqué lo pienso? Pues ustedes los santistas creen que lo único que viaja por las carreteras son los ricos para la finca, que por esas carreteras que Uribe dejó seguras no viajan los camiones que mueven la economía, ni los materiales para la infraestructura ni el estudiante que estudia en la capital y viaja en flota hasta su pueblo en vacaciones.
Al santista promedio no le interesa viajar dentro de su propio país, si le interesara, sabría que las carreteras no vienen por estrato 😉
Tristemente parece que es complicado para ti entender cual es el tema principal del artículo. Y asumes desde el punto de vista cerrado de «el fin justifica los medios» que los métodos usados por los grupos paramilitares para llegar a la tan proclamada seguridad democrática. Que no tenía mucho de seguridad y menos de democrática fueron una panacea para Colombia.
Y fortaleces el hecho de que es muy rico poder ir a las fincas. Y que los campesinos puedan llevar a la ciudad sus productos (los pocos campesinos que quedaron en el campo. Unos por masacres y el resto por verse abocados a dejar sus parcelas) rico ir a las fincas mi querido amigo.
Gracias Uribe por haber acabado con tanto aprovechado que se creían dueños de las tierras que los grandes querían.