Las mujeres en Colombia han pasado de ser un símbolo de respeto a ser un blanco de Violencia. Violencia en el hogar, violencia en la calle, violencia sexual. Para la muestra un botón: el último crimen cometido por el colombiano Juan Valderrama; santandereano que, aparentemente, planificó paso a paso el asesinato de una mujer chilena y que hoy no acepta la imputación de cargos, pues se declara inocente.
Este, al igual que muchos crímenes cometidos contra mujeres en nuestro país, es uno de los tantos que desgarran a una familia y a un continente, ya que las mujeres se han convertido en instrumentos de dolor y de muerte.
Alejandra Ojeda, hermana de la víctima, la ciudadana chilena Ilse Amory, llegó a reconocer los restos de su familiar, quien a su vez había llegado a Colombia tras una supuesta bella historia de amor que, en un momento, se convirtió en una historia de horror, ya que su muerte ocurrió de una forma macabra, con el mayor sadismo y con una ejecución planificada paso a paso por su novio.
La hermana de Ilse Amory espera lo que todos los familiares de las mujeres en Colombia que han sido víctimas de feminicidios esperan: que se haga ¨JUSTICIA¨ y que todo el peso de la ley recaiga sobre Valderrama.
Ella espera que las leyes colombianas y que los jueces esta vez sí den la pena máxima y no sigan el hilo de impunidad que hemos venido tejiendo, de manera muy fina, desde hace tiempo con casos similares.
Porque hay que aclarar que, cuando estos sujetos son acusados, alegan demencia para que se les realice la rebaja de penas o para que, simplemente, no tengan que pagar con el rigor que exige la ley, al no tener antecedentes u otras denuncias por los mismos crímenes o por violencia intrafamiliar; y luego, se les ve tan campantes en la calle como cualquier otro ciudadano del común.
Es preocupante esta pandemia que se viene presentando en Colombia ya que, si bien se han incrementado los crímenes contra las mujeres, en nuestro país es impactante cómo el Ministerio de Salud y las entidades de salud en Colombia no se preocupan realmente por la salud mental de los ciudadanos en nuestro país.
Desde los hogares se desconoce cómo identificar algún tipo de sociopatía o de enfermedad mental que, tratada correctamente, pueda mitigar o identificar cuando una persona con trastornos tales, llegue a fomentar el hacerles daño a las demás personas y en especial a las mujeres.
Es también importante tener en cuenta que, en el país del sagrado corazón, la violencia intrafamiliar se ha normalizado a tal punto que, los hijos varones al crecer, repiten estas prácticas agresoras con sus madres, novias, hermanas y esposas.
La hermana de la ciudadana chilena Ilse Amory espera que la justicia colombiana aplique todo el peso de la ley. A ella y, a sus familiares, les pesa no haber impedido esa relación tóxica de su hermana con Valderrama, ya que en el celular de Ilse se encontraron pruebas y mensajes donde la mujer decía abiertamente que él era una mala persona y una persona interesada.
Se espera que a Valderrama se le impute una pena máxima de cincuenta años de prisión por los delitos de feminicidio agravado, desaparición forzada y ocultamiento, alteración y destrucción de elementos agravantes de pruebas.
Esperemos que este sea el detonante para que en Colombia la vida de las mujeres valga más que la palabra de un supuesto trastornado mental, como lo llamó una de las abogadas de la defensa.
Es impactante ver la tranquilidad y la sonrisa en el rostro de un hombre que cometió tal hecho y, que al parecer, espera no pagar por su crimen.