Orlando Bravo Zapata ha vendido aguacates en el Centro de Medellín por más de 53 años. Luego de tres preinfartos, muchos tintos, meneos de cadera en El Málaga y cientos de kilos de fruta sobre su espalda, apenas puede permitirse levantarse, caminar y continuar haciendo lo que ha hecho durante toda su vida.
Sentado en una pequeña silla azul, bajo un calor de sol amortiguado por uno de los nuevos árboles del Paseo Bolívar, vende y ofrece la fruta verdosa que siempre lo ha acompañado. “Le dejo estos dos en cinco mil, pues —regatea con un comprador —dígale a Érika que hoy como que no hay buenos aguacates”.
Orlando por fin pudo oficializar su empleo en venta de frutas, según él, gracias al proyecto de transformación del Paseo Bolívar, que no solo visibilizó a los comerciantes, sino además, al peatón y al ciclista.
“Hasta hace poquito era la misma cosa —dice Orlando refiriéndose a esta vía —pero ya cambió por completo desde que empezaron la remodelación”.
Este tramo del Centro, que alberga decenas de locales y comerciantes en su trayecto, recibió una transformación estructural en la que la Administración Municipal invirtió $33.000 millones.
Don Orlando es una de las tantas personas que se han visto beneficiadas con esta intervención urbanística.
Este proyecto, que consta en su totalidad de 56.000 metros cuadrados, renovó 3.110 metros cuadrados de zonas verdes, sembró y recuperó 338 árboles y articuló 600 nuevos metros cuadrados de ciclorruta.
Esta modificación resignificó una de las facetas más importantes del Centro de Medellín que articula zonas como el Parque Berrío y la Plazuela Nutibara, además conjuga estaciones concurridas del Metro como San Antonio, por donde diariamente transitan cientos de personas para llegar a sus destinos.
Medio ambiente y ciudadanía
El Paseo Bolívar, que en el pasado fue denominado Camino del Monte, era según habitantes y vendedores del sector, una carrera llena de bares y cantinas. El Salón Málaga es una huella de aquella época de susurros de baldosa que, aún hoy, enriquece de historia el Paseo y sirve como punto de encuentro para los ciudadanos más antiguos de la ciudad.
“Me siento muy bien —afirma Luis Eduardo Quinchía Quintero, zapatero de la caseta #1 de Bolívar, al rememorar tiempos de antaño —Mire, yo me siento incluso mejor que en el 74, cuando empecé. (…) Las casetas cambiaron, las otras eran más pequeñas. Esto me quedó aquí más amplio y por obvias razones prefiero que todo sea más peatonal. Pero me gustaría que fuera todavía más peatonal que vehicular. Menos ruido, más ambiente, más clientela”.
La intervención urbanística del Paseo Bolívar redistribuyó el espacio en un 70 % para peatones y ciclistas y el otro 30 % para el paso vehicular. De esta forma, no solo tienen oportunidad los ciudadanos de apropiarse más del espacio público, sino de confluir en la economía de los pequeños comerciantes.
Pero la infraestructura no fue lo único que cambió con la remodelación. Para Orlando Bravo, el cambio físico de esta zona insta a las personas a tener más cultura de cuidado y preservación por lo público.
En cuanto a la disposición de basuras, esta remodelación también se destacó por instalar nuevos contenedores subterráneos para su depósito, los primeros en la ciudad, puestos a lo largo de la carrera Bolívar entre la calle San Juan y la estación del Metro Parque Berrío. Cada uno puede albergar hasta 3.3 metros cúbicos y su recolección se realiza a través de un sistema hidráulico.
Sara Hirales, estudiante de Historia de la Universidad Nacional y usuaria del programa de bicicletas EnCicla desde hace dos años, frecuentemente utiliza la ciclorruta del Paseo Bolívar para ahorrar pasajes. Dice que esta transformación fue positiva para los ciudadanos en general e incluso considera que la iniciativa podría replicarse en el resto del Centro e ir más allá: “los carros particulares deberían transitar en la periferia porque en el Centro se congestiona mucho. Los trancones son imposibles allí. Se puede reducir el espacio vehicular y regular el tránsito de particulares”.
Ciudadanos, entre peatones, usuarios del Metro y trabajadores del Centro, como Hilda Pérez, madre cabeza de familia que cumple 30 años laborando en este sector, resaltan que, aunque hay que seguir avanzando en la construcción de mejores entornos, los beneficios de las siembras de árboles son evidentes.
Cada uno rescata que hay que darle más espacio al peatón y menos a los vehículos en el Centro, tal y como se hizo en el Paseo Bolívar. Piden, también, crear nuevas estrategias que modifiquen el tránsito numeroso de carros particulares en esa parte de Medellín, para así continuar mejorando la calidad del aire.
Nota: Este contenido fue producido con patrocinio de la Alcaldía de Medellín.