La semana pasada se trató en una reconocida emisora colombiana el tema de la cancelación de un especial preparado por el programa Séptimo día, del Canal Caracol, dedicado a padres de familia víctimas de señalamientos de abuso sexual hacia sus propias hijas, acusaciones que las madres y exparejas realizaron, según ellos, con el maquiavélico fin de vengarse por la ruptura suscitada tras su infidelidad.
Este es un drama silencioso que viven muchos padres en Colombia, pues tras esos álgidos rifirrafes la justicia los privó de tajo de poder volver a ver a sus hijas y compartir con ellas.
Quizás los más afectados tras una ruptura conyugal siguen siendo los hijos, si estos son muy pequeños, se convierten en reñidos “trofeos” en las contiendas que enfrentan los padres a la hora de una separación definitiva o divorcio legal.
Las madres siempre se sentirán privilegiadas a la hora en que la justicia determina, quién se queda con la custodia de los niños y, eso las hace de cierta manera, egoístas y vengativas, al tener plenamente el sartén por el mango en este aspecto. Los pequeños niños son “trofeos” que ellas atesoran con un aire de revancha, un privilegio con el que se cobran todas las facturas de esos añejos y recientes resquemores, que se van avivando como cenizas tras fuertes ventiscas.
Si bien es cierto que las madres son las más competentes para ejercer a cabalidad la custodia de los hijos pequeños tras una separación, el contacto paterno no puede quedar relegado de tajo y a voluntad de una madre soberbia.
Algunas de ellas llegan a restringir por completo el vínculo con el padre, tachándolo muchas veces de manera temeraria de ser una persona violenta e incluso de tener conductas sexuales abusivas con sus hijas, y privan de esta manera a su ex del pleno derecho de compartir con sus retoños o condicionan las visitas al extremo de entorpecer el pleno goce de las mismas, convirtiéndose estos fugaces encuentros en un castigo tácito, que complace principalmente su muy herido ego de mujer.
La Comisaría de Familia y, posteriormente, los juzgados se convierten en el campo de batalla inicial, donde padre y madre arremeten con todo su arsenal de motivos, acusaciones y señalamientos, para lograr la custodia de sus hijos, tras la traumática ruptura: sale a flote la sed de venganza para con el otro.
Pero que una madre o padre llegue al extremo de argumentar ante una autoridad que su expareja abusó de sus hijos, sin ser cierto, y a sabiendas de las graves consecuencias derivadas de esa denuncia, solo con el fin de vengarse y alejar a su exmarido o exmujer de su vida, es una ignominia imperdonable.
Las alertas están encendidas en Colombia frente al incremento o visualización mediática del abuso sexual infantil, un flagelo infame y vergonzante, que quizás en el pasado se mantenía bajo la tétrica sombra del amedrentamiento, la vergüenza y muchos otros factores culturales arraigados, impidiendo la intervención de la justicia, aunque hoy tampoco podemos aseverar que el actuar de las autoridades competentes frente al abuso sexual infantil, sea oportuno y certero.
Contrariamente se habla de la flagrante inoperancia, la viciosa revictimización, y hasta de una cofradía integrada por abogados, jueces, comisarios de familia, dedicada a lucrarse de estos conflictos de familia en donde se encuentran inmersos inocentes infantes, quienes pagan los platos rotos de este desgreñe administrativo y la corrupción campante.
Conozco casos de personas allegadas que llevan años sin poder tener contacto con sus hijos, tras ser señalados por su expareja de ser abusadores sexuales, uno no puede meter las manos al fuego por nadie, pero hay intuiciones y hechos de los que se ha sido testigo, que permiten inferir que tras esos señalamientos injuriosos prepondera la cruel venganza de un ex.
Los abogados del Canal Caracol consideraron prudente cancelar definitivamente la emisión del programa especial de Séptimo día, conducido por el reconocido periodista Manuel Teodoro, se curan en salud y esgrimen que los derechos de los niños preponderan sobre cualquier otro e ignoran el clamor de esos padres que buscaban ante todo ser escuchados, ante el paquidérmico actuar de la justicia colombiana.
Foto cortesía de: EL Confidencial