Se estrenó el estatuto de oposición que debía haber estado funcionando desde hace alrededor de 27 años. En él existe la posibilidad de réplica de los partidos que se hayan declarado en oposición política al gobierno de turno; réplica que debe ser con especial enfoque en temas de interés nacional y con una amplia cobertura de todos los medios masivos de comunicación.
Es así como los ciudadanos de todo el territorio nacional estuvimos atentos a las palabras de Juanita Goebertus, como vocera de la oposición frente a las objeciones que presenta imponer el Joven Iván Duque a la Ley Estatutaria de la JEP, objeciones que de lograrse serían un golpe letal al acuerdo de paz firmado en el 2016 por el Estado y la antigua guerrilla de las FARC-EP.
Pero más allá del estatuto, surgieron varias discusiones, una de ellas planteaba si la vocera que apareció en la réplica al joven Iván Duque era o no la adecuada (discusión que deben tener los partidos políticos declarados en oposición en sus reuniones internas).
Bajo mis criterios y por legitimidad, deberían hacer las alocuciones las personas más votadas o que sean elegidas en consenso por la mayoría de congresistas que hacen parte de los partidos de oposición, haciéndole justicia a la democracia.
En la alocución estuvieron todos los partidos declarados en oposición política y algunos parlamentarios integrantes de los mismos. Es así como observamos al profesor Antanas Mockus Sivickas, precisamente detrás de Juanita Goebertus, casi como siendo un guarda espaldas de la vocera.
Las personas entonces tampoco pasaron desapercibidos los movimientos en la cabeza de lado a lado del profesor: síntomas avanzados del “síndrome de Parkinson”, enfermedad silenciosa neurodegenerativa que no se le desea a nadie.
Gracias a esto, el profesor fue blanco de burlas, críticas, memes y bullying en las redes sociales, en especial, por los seguidores del Centro Democrático, partido de gobierno.
Esto no tiene otro significado que una mezquindad totalmente reprochable de estas personas que no logran pensar hasta dónde pueden llegar sus señalamientos y lo mucho que pueden afectar a la persona, en este caso al profesor Antanas.
Pero no solo él como figura pública se ve afectado, sino además, las miles de personas que poseen este síndrome, quienes también son estigmatizadas. Parece ser una “enfermedad social” de irrespeto que se replica en ideologías políticas sin fundamento ético y moral alguno.
A estas personas solo se le puede responder con altura y con la hoja de vida del profesor Antanas, que no deja la menor duda de su preparación académica y política, la que muy seguramente le falta a la mayoría de personas que lo señalaron y se burlaron de una condición física que nadie elige adquirir.
Hay que reflexionar como sociedad civil, para de esta manera, lograr entender que el físico envejece, pero la intelectualidad jamás se arruga. De mi parte, le doy gracias al profesor Antanas por hacernos comprender con su didáctica cultura ciudadana que, “¡la vida es sagrada!” y el “¡no todo vale!”.
Foto cortesía de: Semana
