Si usted nació entre los 50´s y los 90´s, quizás ha logrado ver la transformación que ha tenido Medellín en los últimos años. Desde los carros bomba, balas, narcotráfico y toques de queda tan comunes en la época de los carteles, hasta llegar a convertirse en la ciudad más innovadora del mundo, gracias a la disminución de emisiones de CO2, la creación de espacios culturales y la reducción de la criminalidad. A esta transformación hoy se une un hecho histórico, no solo para la ciudad, sino también para el país: la demolición del edificio Mónaco, un símbolo más de lo que significaba la “grandeza” de Pablo Escobar.
También, si ha tenido la oportunidad de viajar al exterior, se habrá dado cuenta de que por lo menos una vez le han preguntado de dónde es y al decir Colombia, inmediatamente la otra parte hace alusión a Pablo Escobar y a las drogas.
Por eso, el que hoy se dé paso a un acontecimiento de esta magnitud, sumado al retiro de la avioneta, de la Hacienda Nápoles, con la que Escobar transportó su primer cargamento de drogas a Estados Unidos, determina el cambio y el futuro de lo que Medellín busca: sobresalir por la calidez y generosidad de su gente.
Los llamados “tours de Pablo Escobar”, que tienen como atractivo principal hacer un recorrido a los visitantes extranjeros por los lugares más representativos en los que él estuvo, se van quedando sin herramientas para aclamar como a un dios al extinto narcotraficante, recordando así algunos de sus 46.612 crímenes cometidos.
Por el contrario, si lo que el turista quiere es conocer la historia de la ciudad, lo invito a que lo haga del lado de las víctimas, en lugares como el Museo Casa de la Memoria. O mejor aún, hacer un recorrido por la Plaza Botero, Museo de Antioquia, el Pueblito Paisa, Grafitour en la Comuna 13, montar en Metro, Tranvía y Metro Cable para conocer la ciudad de largo a ancho.
No sé hasta qué punto el gobierno del Alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, busca demostrar una gestión mediática destacable en el país y continuar con su popularidad en la cúspide, o si en realidad esto hace parte de lo que él pregonaba por las calles de la ciudad en tiempos de campaña. Lo que sí es claro, es que es un funcionario con tesón que ha sacado contra viento y marea este proyecto de acabar con la mala imagen de Medellín como epicentro de drogas, violencia e inseguridad.
