Haití es un país pobre, lleno de desigualdad y corrupción, como muchos países del caribe que a nadie le importan porque no tienen petróleo. Si tiene biodiversidad, si tiene un territorio maravilloso o si su gente tiene deseos de progreso, eso es, si acaso, pintoresco. Hoy Haití amanece llena de muertos y con su gente protestando contra un gobierno tiránico y corrupto: adivinen su orientación ideológica.
El periodismo hegemónico no habla de ello y si lo hace sólo produce una nota marginal que no merece mayor atención. Porque lo que es realmente importante lo dicta la potencia del norte y todos sabemos que lo que a ellos les importa es el petróleo del subsuelo venezolano, dado que Venezuela es el país con mayor reserva de petróleo del planeta. En estas líneas queremos dirigir la atención a Santo Domingo, para evocar el antiguo nombre de Haití antes de su independencia en 1793. Una independencia que, valga decirlo de una vez, le ha costado varios billones de dólares ante el Banco Mundial (BM).
Haití es un pírrico país del caribe que tiene unos ocho millones de habitantes, muchos de los cuales pasan hambre y tiene pocas posibilidades de educación, empleo, salud y una vida digna. Esta situación no difiere mucho de la de Colombia, Argentina o Venezuela, pero a Haití muy pocos le prestan atención. Como ya dijimos, es debido a que no tiene petróleo y porque es de los países más pobres de la región.
A la llegada de los conquistadores, la isla que comparte con República Dominicana, fue bautizada La Española o Hispaniola pero Haití se convirtió en una colonia francesa, que al independizarse fue condenada a pagar una deuda que tiene al país en el atraso más esclavizante que pueblo alguno pueda tener.
Tan increíble como parezca, cuando Haití obtuvo su independencia, la República de la igualdad, la fraternidad y la legalidad le transfirió una deuda que había contraído con el Banco Mundial y que Haití fue obligada a aceptar y endeudarse para seguir pagando; eso que se conoce como deuda odiosa, le tocó asumir al pueblo haitiano. Como si eso no fuera suficiente, entre 1915 y 1934 este país del caribe fue invadido y saqueado por los Estados Unidos. Pero concentrémonos en Francia, que por medio de sus políticas colonizadoras y el uso de la fuerza sometió y condenó a millones de personas a vivir en la pobreza y la infamia.
El país antillano declaró su independencia de la súper potencia europea en 1793 y se proclamó Estado en 1804; sin embargo el precio que tuvo que pagar a Francia por aquella “afrenta” fue tan alto que, según muchos analistas de hoy, éste factor y la corrupción incrustada en su clase política, mantienen a Haití en la pobreza. En la noche del 22 de agosto de 1793, 50 mil esclavos negros se insurreccionaron para lograr, después de una larga lucha armada, su independencia. Más tarde, en 1825, la multa que se le impuso a la isla fue de 150 millones de francos, condición necesaria para reconocer al naciente Estado, y que se requería, según los franceses, para pagar sus pérdidas en los ingenios, los cultivos de café y la trata de esclavos.
La multa fue impuesta so pena de guerra y de volver a caer en manos de los esclavistas y colonos franceses. Esta obligación fue firmada con 14 buques de guerra apostados al frente de las costas haitianas. La deuda fue renegociada una década después y se rebajó a 90 millones de francos; esta extorsión fue pagada hasta el año de 1883 pero llevó a un pueblo entero a vivir en la indigencia.
Louis-Georges Tin, presidente del Consejo Representativo de Asociaciones Negras (CRAN), dijo recientemente: «El dinero debe ir al estado haitiano y a la sociedad civil haitiana. Ha llegado el momento de reparar esta doble pena sufrida por la isla, la esclavitud y el rescate”. Los 90 millones de francos fueron recalculados en el año 2003 por una cifra que oscilaba entre los 21 mil millones de dólares. Y según el presidente Aristide esto era lo que Francia le debía a la sociedad haitiana. Pero después de este gobierno, los que se han sucedido dejaron de lado esta pretensión de restitución de deuda.
La historia moderna de Haití está marcada por varios personajes, aquellos que han esclavizado a su población y aquellos que han tratado de liberala. Entre estas dos categorías destacan dos, uno en cada extremo: François Duvalier, también conocido como Papa Doc (Jean-Claude Duvalier) y Jean-Bertrand Aristide.
Hoy Haití lleva días en violentas protestas que ya han dejado por lo menos ocho muertos. La crisis social y económica que atraviesa Haití, sumada a un escándalo de corrupción que involucra a varios miembros de la clase política, incluyendo al presidente Jovenel Moïse, ha desatado violentas manifestaciones que tienen una consigna: la renuncia del mandatario. El escándalo tiene que ver con Venezuela, y fue por el acuerdo energético firmado con el fallecido Hugo Chávez Frías en el 2005 llamado Petrocaribe por una cifra que asciende a los cuatro billones de dólares.
El pueblo haitiano ya no aguantó más saqueo por parte de su élite gobernante: salió a las calles como lo hizo a finales del siglo XVIII para independizarse del yugo de Francia. Hoy buscan una segunda independencia, ellos que fueron el primer caso de una nación negra proclamada independiente, y que antecedieron a todas las demás luchas independentistas de América. Esperamos que sean capaces de unirse para lograrlo y que, a pesar de la indiferencia mundial, logren derrotar a la corrupción, que se erige como la mayor amenaza de todos nuestros pueblos.
Fotografía cortesía El Caribe.
Triste que con tantos países ricos, con tanta gente millonaria y un país tenga que pasar por esto.
Adelante pueblo pujante de Haití, ni un paso atrás siempre y cuando esa lucha se libre por la implementación de una Social Democracia, que entregué libertad y autonomía total al pueblo Haitiano pensando siempre en la ruptura de las cadenas esclavistas que han sumido a ese Estado en un nido de Corruptos y desarmados vende pueblo.
Es evidente la manipulación de algunos medios de comunicación; la verdadera o la pintoresca historia del conflicto que hoy tiene Venezuela; la conocen los estrategas políticos del gobierno,o los medios de comunicación que trabajan para ellos. Quienes hacen visible lo que les conviene. Lamentable lo de Haití aún esclavizada por los franceses en pleno siglo XXI,sometida al hambre, al abandono y al olvido de la comunidad internacional.