Una empanada se ha convertido en el detonante entre los colombianos, civiles y la policía nacional. Bueno, específicamente la multa, nada más y nada menos que de 883.000 pesos que le impusieron al joven Stiven Claros en la ciudad de Bogotá por comer una empanada en la calle, sí, se le esfumó más de un salario mínimo mensual vigente.
La lluvia de criticas no se hizo esperar, miles de memes llegaron como avalancha en las redes sociales, un tema que pasan los días y no ha bajado de temperatura, pasó de la simple chanza a la preocupación, el panorama no es alentador, hay registro de “pánico económico en el rebusque”. Muchos vendedores ya registran un bajón en sus ventas, y no solo los que se dedican a vender empanadas sino todos los que se ubican en la zona publica para expender algún producto. Pues bien; la empanada fue el florero de Llorente, pero no el fondo del problema.
Según lo que expresan las autoridades el comparendo se dio en una diligencia judicial de recuperación del espacio publico en el sector donde se vendía la onerosa empanada. Si la sanción se impuso por promover o facilitar el uso u ocupación del espacio público, – en este caso, comprar una empanada- como dice la policía. Articulo 140 del nuevo código. Entonces el problema no es el producto sino el lugar donde se venda y también para los servicios que se pueden prestar ahí; se registró otra denuncia donde una muchacha asegura que fue multada por preguntar si “vendían empanadas”, acá la moda como que no incomoda. Por favor, quiere alguien pensar en los cholados, mangos, papas rellenas, patacones, chuzos, perros calientes callejeros, y su largo etcétera…
Esto en un país como Colombia es sumamente preocupante; un país donde el maquillaje ideal para las cifras de desempleo es el rebusque y la informalidad, no invita a otra cosa sino al caos. Según el DANE la proporción de informalidad en 23 ciudades y áreas metropolitanas es del 48,2%, miremos más allá… no quiero especular en el porcentaje, y bien sabemos dónde se ubican la mayoría de los trabajadores del rebusque. Si la idea es enfatizar al pie de la letra en este elemento del código de policía, lo que se viene no es nada chistoso, y tocará pasar de los memes a la calle, gente dispuesta para eso hay bastante.
Somos el país del nunca jamás, donde el coronel Aureliano Buendía en una tarde remota de su infancia conoció el hielo. Acá puede pasar de todo sin pasar nada; que se le puede decir a Herlin Rubí Solís, la dueña del puesto de comidas que vendió la empanada más cara de Colombia, si ella llegó de Cauca a Bogotá en busca de oportunidades, en un país donde lo más difícil que hay es encontrar oportunidades, por años vendió sus empanadas de oficina en oficina y por el cobro de la edad decidió buscar un lugar donde venderlas sin tener que desplazarse… ¿Qué la ley es para los más pendejos o para los más pobres?
En este gobierno ya se ha marchado por la educación pública, la renuncia del fiscal general, el terrorismo, “la matanza sistemática de líderes sociales” y diversos paros, que no corra de susto que por una empanada, más todo lo demás, pende de un hilo el mandato del presidente de 10 millones de colombianos, Iván Duque. Los chalecos amarillos en Francia marcan tendencia.