Odebrecht es el escándalo más grande de corrupción en Colombia y uno de los más relevantes de América Latina. Se dice que esta empresa entregó un total de 788 millones de dólares en coimas a funcionarios en África, Centro y Sur América.
En Colombia el escándalo de la multinacional se dio a conocer en diciembre de 2016, en ese momento según fuentes de la justicia norteamericana, en Colombia se habían pagado coimas a funcionarios del alto gobierno hasta por 11 millones de dólares, para recibir a cambio contratos que le permitieran a la gran compañía ejecutar y desarrollar en el país grandes obras como la Ruta del Sol 2 y la Ampliación vía Rio de Oro-Aguachica-Gamarra.
Para lograr hacerse con estos contratos, la empresa Odebrecht repartía los sobornos a senadores de nuestro país que hacían una tarea de “lobby” y aprovechaban sus influencias para intervenir y lograr que los contratos se entregaran a quienes estaban pagando la “nómina”.
Pero este “lobby” no solo lo hacían senadores. Resulta que en este gran entramado de corrupción también están enredados personajes de alto calibre como candidatos presidenciales, prestantes abogados, banqueros, funcionarios, el hombre más rico de Colombia, Sarmiento Angulo, y se dice que hasta el presidente Duque estuvo en Brasil con el excandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga recibiendo cumplidos de los empresarios.
Se dice que estos sobornos fueron a parar en las campañas presidenciales de los candidatos que llegaron a la segunda vuelta presidencial en 2014, pues para los que no conocen cómo funciona el entramado de corrupción en Colombia, les voy a contar un poco.
Las empresas buscan a sus lobistas, quienes a su vez se encargan de “tramitar” al interior del gobierno y de las agencias del Estado las licitaciones en las que están interesados sus jefes.
Acto seguido, los emisarios se encargan de repartir incentivos entre los funcionarios que aprueban los proyectos hasta lograr su adjudicación para las empresas que los contratan y, en contraprestación por sus servicios, los generosos empresarios entregan porcentajes del contrato en efectivo o ingresan grandes sumas de dinero a las campañas de quienes les han servido para lograr su reelección y garantizar poder seguir «trabajando».
Este método que recién vimos es el más usado por los corruptos, de esta manera logran las grandes sumas de dinero que requieren para pagar el tamal y darles a sus votantes los 50 mil pesos que intercambian por el voto, pero este modelo de corrupción al parecer no solo se da en las grandes ligas de la política colombiana, sino en todos sus niveles.
Desde hace un par de semanas el Concejal de Medellín Santiago Jaramillo del movimiento político CONSENSO, está publicando lo que al parecer podrían ser las pruebas de uno de los pequeños casos Odebrecht en la familia del también Concejal Bernardo Guerra.
El cabildante Jaramillo publicó una especie de organigrama o mapa en el cual deja en evidencia lo que al parecer sería el «modus operandi«, por medio del cual el concejal Guerra busca contratos con la Alcaldía de Medellín, con la administración de ‘Fico’, que luego son entregados a fundaciones y medios de comunicación que pertenecen a sus hermanos, hermanas, esposa, hijos, cuñadas…
Y de esta forma la plática del presupuesto público llega a las campañas de los políticos de la familia para que hagan sus propagandas inmensas y conserven sus cargos públicos.
Todas las denuncias que ha realizado el aspirante a la Alcaldía de Medellín, Santiago Jaramillo, deberán ser verificadas por los entes a quienes correspondan las investigaciones, pero lo cierto del caso es que, al parecer el tan sonado escándalo Odebrecht que hoy tiene en la cuerda floja a nuestro fiscal general y que toca a nuestro actual presidente, se repite hasta en las corporaciones públicas y en todos los niveles de la política nacional.
Foto cortesía de: Semana.
Sólo corrupción x desgracia en Colombia no van ala cárcel los corruptos, pues tienen comprado a todo todo el sistema judicial. En otro país el fiscal hubiera renunciado hace tiempo.