Siendo las 2:45 p. m. voy en un taxi por la Avenida Regional de Medellín, cuando me da por alzar la cabeza y frente a mis ojos aparece una valla enorme que dice: “Es hora de que vuelva la seguridad a Medellín, marque al Concejo Centro Democrático”. En ella no se ve ni una foto de algún candidato ni un nombre y mucho menos un número. Simplemente hay una instrucción clara “MARQUE AL CONCEJO CENTRO DEMOCRÁTICO”.
Eso sí, esta indicación va acompañada de la foto de Álvaro Uribe Vélez, fundador de este partido, expresidente de la República de Colombia y actual senador.
Esta no es la única publicidad del Centro Democrático de ese tipo, pues en su gran mayoría es así. Dejando a un lado a los candidatos a las diferentes corporaciones y centrando la atención en Uribe, como si él fuera quien se va a lanzar a cada una de ellas. El 2014 fue el año del inicio de este fenómeno tan “particular”. Nació en Colombia el Centro Democrático y con él, un modelo autoritario e impositivo de hacer política.
Hagamos un ejercicio de memoria…
Imagen cortesía www.las2orillas.co
En las pasadas elecciones parlamentarias, el actual senador y manager de candidatos alrededor de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, sacó en su lista al senado 204.467 votos en Medellín (su ciudad natal), siendo considerada por muchos como la primera fuerza política de la ciudad. Lo curioso en ese momento, fue que la campaña en el 2014 se centró en la persona de Uribe, dejando a un lado los nombres, propuestas y trayectoria política de los demás integrantes de su lista. Tan es así, que he hecho el ejercicio de preguntarle a diferentes personas del común, uribistas y antiuribistas, por los nombres de los 20 actuales senadores del Centro Democrático y a lo máximo que han llegado es a 5 y eso porque algunos de ellos han sido vox populi y no precisamente por sus proyectos de ley en el congreso. Y ni preguntar por sus representantes a la cámara.
Hoy en día, más de un año después, la fórmula se repite, el partido del actual senador tiene alrededor del país candidatos a diferentes instancias, desde Juntas Administradoras Locales, hasta gobernaciones, pero la particularidad es la misma que en las elecciones al Senado y Cámara de Representantes, sus candidatos son invisibles, principalmente los del Concejo y Asamblea.
En Medellín, ciudad en la que resido, no se conoce ninguno de los aspirantes que integran estas listas, igual eso a él no le importa y por lo visto, le es indiferente lo que la gente piense. Lo que es indispensable es que las personas que lo siguen, muchos sin saber por qué, marquen con una X el logo del CD.
Lo más increíble es que la cifra de ciudadanos que hagan caso, sea tan alta, que marquen la X y voten “a ciegas” sin necesidad de conocer a los aspirantes. Álvaro Uribe nos regresó en el tiempo a la época en que no elegíamos una persona por sus capacidades de trabajo, por sus ideas o simplemente porque nos llamó la atención su hoja de vida, sino que lo hacíamos porque era de un partido específico. Nos hizo recordar aquellos años entre 1958 y 1974, cuando se concretó una alianza entre el Partido Conservador y el Partido Liberal, llamada Frente Nacional, donde no importaban los candidatos, no importaban las ideas, importaba el partido de turno. Algo similar a lo que ocurre en las actuales campañas con el Centro Democrático.
Pero los candidatos al Concejo y Asamblea no son los únicos a los que se ha “invisibilizado” por su partido. Aquellos que aspiran a ocupar los primeros cargos de las ciudades y departamentos también han corrido con suerte similar. Y digo similar, porque afortunadamente para ellos en el tarjetón sí saldrá su cara, lo que hace que la gente necesariamente los vea. Aún así, en campaña los han vendido como “el candidato de Uribe”, como si necesitaran de la identidad de otra persona para sobresalir, independiente de sus propias capacidades.
¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que se elijan candidatos invisibles? ¿Cuándo por fin primarán la preparación política y académica de una persona para ser elegida?
