A mí me tocó vivir una época en que había Presidentes de la República. Uno podía estar de acuerdo o en desacuerdo con ellos, pero era el Presidente y uno sabía que él mandaba.
Siendo un niño pude ver en la televisión la ceremonia de posesión del presidente Carlos Lleras Restrepo; no podía votar, pero mi papá, liberal, votó por él, y yo sentía cierta solidaridad infantil con el “cabecipelao”, como lo llamaba el populacho.
Después, el compromiso frente nacionalista hizo que el liberalismo apoyara al viejo Pastrana, a Misael. En la elección de 1970. Luego, vino López Michelsen por el miedo que generaba Álvaro Gómez.
Para la elección de Turbay, ya había cédula y criterio. Pero, por lo mismo, votamos por Socorro Ramírez, candidata socialista, a sabiendas de que no tenía ni edad, ni condiciones para ser presidente.
Después, cuando el tiempo de Belisario, el profesor Gerardo Molina, intelectual íntegro y limpio, fue el refugio de nuestro voto inconforme, así como se llamaba su movimiento.
En la disputa entre Barco Vargas y Gómez Hurtado, optamos por Jaime Pardo Leal, de la UP, naciente y, simultáneamente, muriente movimiento político, que marcó la precaria duración de la esperanza en los procesos de paz de este “país de mierda”, que habría de diagnosticar, años más tarde, César Augusto Londoño.
Para el 90 no había opción viable. Pese a ello, Gómez Hurtado aparecía como una alternativa distinta, regenerada y rescatable, frente al neoliberalismo desvergonzado y tránsfuga de César Gaviria. A sabiendas de su pasado y de que la derrota estaba asegurada, la papeleta fue a favor del contradictor ancestral. También perdimos. Tuvimos pues como presidente, a regañadientes, al neoliberal César Gaviria Trujillo.
Vino la Constituyente y, con ella el Estado Social y Constitucional de Derecho, plasmado en una nueva Carta Política: La esperanza de cambio vivía y era factible.
Con Ernesto Samper, experimentamos las primicias del triunfo. Por primera vez teníamos un régimen elegido por nosotros. Su discurso inaugural en la Plaza de Bolívar prometía un gobierno preocupado por lo social y por los Derechos Humanos, en un entorno donde esos temas eran vedados. La solidaridad social, el freno a la apertura económica neoliberal.
Pero tanta belleza no podía ser verdad: vino la amargura con una avalancha llamada “proceso ocho mil” y sus consecuencias. Nos quedamos sin banderas.
La consecuencia inmediata: el triunfo del insubstancial y baladí hijo de Misael, que se tradujo en el fatídico y escabroso juego de niños. La farsa, la farándula, el coqueteo, la frivolidad de un imbécil hijo de papi, llegado a la primera magistratura del Estado, marcó el cambio de siglo.
No tuvo el carácter necesario para enfrentar a las FARC, no tuvo la valentía de decirles que no. Se refugió en el oropel. Pero el grupo subversivo, insólitamente, se dejó engañar con golosinas. El resultado fue el fortalecimiento de las posiciones de extrema derecha que, a la postre, hallaron en el antiguo servidor y amigo de Pablo Escobar, su mejor expresión.
Y llegó la tragedia: un sujeto sin escrúpulos, sin miramientos, sin respeto por nada, ni por nadie, accedió a la primera magistratura y destrozó a Colombia. Entronizó el abuso.
La corrupción, permeó hasta su propia familia; hizo trizas la intimidad de sus opositores políticos, periodistas, magistrados, gentes del común; y ferió la independencia del poder legislativo, así como confrontó de manera vil e infame al poder judicial. Y para rematar, compró las conciencias que le eran necesarias para mantenerse en el poder, avasalló mediante dádivas y canonjías a sus opositores, vulnerando así la Carta Política.
Trató de estirar su mandato por cuatro años más, como mínimo. Frustrado el intento, probó a hacerlo por interpuesta persona, aunque eligió mal el sucesor que le resultó respondón e independiente. Se le salió de las manos y gobernó con criterio propio.
Tras ocho años de angustia y, corregido el dislate, el nefando personaje ha vuelto a imponerse en cuerpo ajeno, utilizando un pobre muchacho de clase media, sin prosapia, ni pergaminos, proveniente del medio burocrático —su padre fue un oscuro funcionario bajo Turbay y Belisario— pero que carece de criterio propio y de sindéresis.
Se ideó una estratagema, probablemente exitosa, consistente en poner al títere a decir una cosa, mientras él lo desautoriza en público y plantea lo contrario. El resultado es que, mientras el presidentico, así con minúscula, decide algo, el Presidente Uribe (así con mayúscula) determina lo contrario.
En materia de política exterior, por ejemplo, se condena la represión, el hambre, el autoritarismo del actual gobierno venezolano, al tiempo que pordioseramente reclamamos ayuda de la comunidad internacional para atender a los refugiados que provienen de ese país.
Pero desvergonzadamente se recibe con honores al Presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, se lo pasea por todas partes, pese a ser el titular de un régimen autoritario, corrupto y represivo que ha forzado a muchos de sus compatriotas hondureños a emigrar hacia Estados Unidos, donde se les espera con bala y represión.
El presidentico se abraza con el tirano Juan Orlando Hernández, pero le hace el mandado a su titiritero denunciando a Nicolás Maduro en la Corte Penal Internacional.
Entre tanto, el cuestionado y cuestionable ministro de los Bonos del Agua, cocina una reforma tributaria característica de la escuela neoliberal a la que pertenece, con la cual se amplía la base de tributación a un número mayor de ciudadanos de bajos ingresos, para poder recortarles los impuestos a los grandes empresarios y propietarios, en desarrollo de un evidente propósito de socializar la pobreza y privatizar más la riqueza.
El ventrílocuo sale a la palestra a decir que no está de acuerdo con que se graven los productos de la canasta familiar y que su partido no apoya esa propuesta, como si el gobernante no fuera precisamente de su partido.
Por demás, el gobierno actual tendrá que resolver pronto el asunto de las precarias condiciones en que se encuentran las universidades públicas, a las que les ha tirado migajas, sin afrontar de verdad el problema. Por si fuera poco los maestros agrupados en Fecode, los servidores judiciales y de la salud, entre otros, han anunciado la posibilidad de encabezar un paro nacional. Lo malo es que no se sabe, como en aquella película de Leslie Nielsen, dónde está el piloto.
O sea, no es como en pasado, ahora NO HAY PRESIDENTE. Quien habita la Casa de Nariño no es más que un simple muñeco. Una marioneta. Un títere. Que es manejado a control remoto desde el establo de una finca en la vereda Llanogrande del municipio de Rionegro.
Y lo ponen a recorrer al país, en unos “talleres”, que no son más que la copia de los Consejos Comunales, en los cuales el pelele da la cara, aunque quien decide, planifica y ordena la vida política, económica y, sobre todo, fiscal, de la patria es otro.
Lo pintoresco es que ninguno de los dos siente vergüenza. El manipulado, porque parece tener la sangre de gusano que no lo faculta a sentirla. Y el manipulador, porque está acostumbrado al nefando juego.
Y a todas estas, Usted, querido ciudadano lector, ¿Qué opina? ¿Qué siente cuando le forman una farsa de esa naturaleza y se burlan de Usted?
Excelente artículo. Lo vergonzoso es que una gran parte del «pueblo» sigue idolatrando a los estúpidos y títeres. Da pena ser colombiano con una clase política tan inmoral como la que tenemos y que seguirá mandando por muchos años si no nos atrevemos a transformar este estado de cosas.
Panorama gris… Pero el sueño de construir una patria verdadera donde quepamos todos y todas, sigue intacto. Seguiremos insistiendo.
Realidad incuestionable la que se plantea en este artículo. Ese e el panorama que debemos afrontar.
Para los uribistas: ¿alguna objeción al escrito ? pero eso sí, que esté tan bien documentada en su forma de desvirtuar los hechos aquí narrados, que tengamos que decirle al autor del mismo, que miente. No es con el manido argumento de «petroñero», «guerrillo», «resentido», y sus mil etcéteras.
Excelente, sin tapujos, sin papas en la boca.
Qué siento? Una rabia inmensa.
Que opino, que gracias a Dios esté títere está puesto ahí para jodernos la vida a TODOS y no solamente a los que votamos x otro. Así que los de clase media y baja que votaron x el títere y adoran al titiritrro también van a sufrir las consecuencias de tamaños estupidez,ese es mi consuelo.
No me siento burlada, siempre supe quien era ese, los burlados son otros , los que pensaron que nos íbamos a volver Venezuela si ganaba Petro.
Esos que votaron x el títere, como si fuera el Mesías prometido. Esos son los burlados.
Los resultados son las protestas no hay mas soluciones. Con gran tristeza de ver que los Colombianos no tienen criterio para votar,algunos venden el voto y otro tanto ni le importa,eso es el fiel reflejo de lo que vivimos equivocaciones que cuestan. Y sumele algunos medios de desinforman.
Estoy de acuerdo con lo expuesto en la columna porque tengo 85 años y en ella veo reflejado mi trasegar por la vida política del país y sus cambios que no camban nada. Demasiado triste y desesperanzador.
Mucha rabia ..Que crees ..?? Este régimen mafioso nos quiere aplastar
Pero realmente era algo que se veía venir, la falta de experiencia cada día es más evidente. Duque fue electa a sabiendas que lo que había manejado en serio era su carro.
Solo Dios nos juzga, pero el señor Ivan Duque debe hacer un examen de conciencia sobre si en verdad esta dando buen ejemplo a los hijos , familia ,pueblo colombiano , que Dios ilumine sobre este señor un. Rayo de humildad, honestidad y sinceridad con lo expresado en su campaña, la palabra vale más que cualquier cosa sobre este mundo, independiente a cualquier cosa , señor presidente Ivan Duque lo invito a que haga su examen de consiencia , será que lo que hace es lo correcto? Será que la educación lo que ofrece es lo correcto? Será que lo que hacen con la canasta familiar es lo más correcto, será juzto para las clases bajas lo que hace? Será ser honesto, saber que se beneficia más el rico que el pobre? No omvide consultar como llego usted a este planeta y bello país Colombia , si en verdad ama tu bello país lo invito a ser lo mejor en beneficio de todo el pueblo colombiano
ES DURO DECIRLO, Y ACEPTARLO, PERO ESA ES LA REALIDAD, DE LOS COLOMBIANOS, DEL COMUN, QUE SUFREN ESTAS RELIDADES, POR SU MISMA CULPA, AL COLOMBIANO PROMEDIO SOLO LE INTERESA EL MOMENTO, LA VIDA FACIL, VIVIR SABROSO, QUE NADA TIENE QUE VER CON VIVIR BIEN, NO RESPETA LAS NORMAS, QUIERE VIVIR AL GARETE, Y LOS POLITICOS HISTORICAMENTE, LO HAN SABIDO, ESE ES EL CAPITAL POLITICO QUE LOS HA MANTENIDO EN EL PODER OS Y A QUENES TIENEN LOS MEDIOS DE PRODUCCION
El titiritero es un pulpo que con sus ocho manoplas maneja igual número de muñecos conocidos como ministros. Les presta su voz para que propongan imbecibilidades que tan solo se concibe en mentes absolutistas. Hoy el turno fue para el condecorado Macías. Ya le dijo al marranito futbolista que aliste la guitarra para considerar la Asamblea Constituyente. La razon, las pendejadas propuestas en las reformas , no son del agrado de los parlamentarios, no porque lo piensen así, sino que consideran costos políticos que acarrean por la protesta popular, cada día más virulenta. Otro capítulo en la comedia Uribestia. Lo único que aprobaron los parlamentarios de la propuesta Ratasquilla fuel el manejo del 20 por ciento de la contratación por parte de los politiqueros de cámara y senado
Noto sin mucho esfuerzo, el odio y la mentira que ud.señor quiere adoctrinar incautos.
Respete al máximo líder de los siglos XX y XXI y póngase a hacer algo productivo,que con sus teorías trasnochadas y fracasadas en todo el mundo,en especial en países de baja cultura como los que ud admira.
Los ciudadanos tenemos el poder. Sonará retórico y hasta utópico y pese a las herramientas represivas, estamos ahora sintiendo lo que los de los 70 en las calles, en los foros y encuentros.
Además tenemos un poco más de cultura y respeto por lo nuestro, lo que no lograron arrasar los colonizadores.
Tenemos las calles.
He sentido frustración y desesperanza, de repente, leo valientes reflexiones como la suya y retomo mi vigor por la lucha por una Patria mejor
Un texto muy apropiado en este momento de ceguera uribista y colectiva, pero me complace que al menos un uribista leyó hasta el final y quizá entendió algo de la fina pluma del autor de quien doy fe conoce como nadie la historia de este y otros países. Gran artículo maestro Armando.