A lo largo de mi carrera profesional, me he planteado la misma pregunta. Bien han repetido mis profesores y maestros, clase tras clase, tinto tras tinto y libro tras libro, que esta profesión no está diseñada para hacer millonaria a la gente.
Los grandes maestros, esos que publican en revistas de periodismo reconocidas, a sus hijos les imploran que no ejerzan este oficio, porque, según ellos, es una profesión que es compleja, cansona, mal pagada y –por parte de algunos medios de comunicación– desprestigiada.
¿Qué es entonces lo que motiva a los jóvenes a estudiar un oficio tan mal pagado, cuando hay ingenierías que dan cada mes salarios de millones y millones? Primer punto importante: no ser periodista para conseguir dinero, para ello hay mejores ofertas en la academia y en la vida.
Quiero pensar que lo que hace creer a la gente en esta carrera son las historias, la verdad, la ética, la pasión, el reconocimiento que, en su debido momento, cada público da a los periodistas que dejan el alma en sus trabajos y hasta la propia vida –porque hay que aceptarlo: esta, bien manejada, es una de las profesiones en donde más se incomoda a la gente y, por ende, se reciben amenazas de muerte.
“Para ser periodista hay que ser buena persona ante todo”, es muy repetida la frase, está escrita en libros y paredes. Es necesario, como segundo requisito, que un periodista (o aspirante a serlo) cumpla con ser antes una buena persona, porque, de lo contrario, utilizará su imagen pública y sus palabras para hacerle mal a la sociedad, llevándola por los caminos e intereses de personas que tienen el poder.
Queridos lectores, sepan ustedes que un buen periodista, que tiene la oportunidad de entrevistar a un candidato presidencial, no abandona la idea de confrontar con preguntas incómodas a ese personaje que quiere llegar al cargo más importante de un país.
Para no ir tan lejos, pongamos el caso de Luis Carlos Vélez, director de La FM, quien tuvo la oportunidad, en las elecciones pasadas, de preguntar por el plan de gobierno de Iván Duque, pero, en vez de eso, prefirió invitarlo a la emisora a tocar guitarra, tomar tinto y adivinar canciones de rock… Así se pierde la credibilidad, si es que algún día la tuvo.
Además de huecos y accidentes, cosas que ocurren a diario, los buenos periodistas realizan investigaciones para dar a conocer que esos huecos se deben porque x o y político se robó parte del erario de una ciudad, o porque desde varios talleres mecánicos —teniendo pruebas contundentes— se les estaban poniendo pastas de frenos de mala calidad a los buses, motos y carros que a diario transportan a miles de personas.
Hay por ahí mucho mal llamado periodista que no lo es, porque un periodista de verdad, no se limita solo a replicar los comunicados oficiales del gobierno, ni mucho menos a creer que esa es la única versión de los hechos, no, antes que nada, se dirige a conocer la otra versión, esa que ha sido abandonada, pisoteada, maltratada, que, para muchos, no tiene mayor interés, porque es de una comunidad pobre, o, porque muchos otros, han decidido que no vale la pena, por ejemplo, hablar con un hombre que es tachado de ladrón o violador.
Tercer punto: periodista no es todo aquel que solo se limita a contar sucesos diarios (ese es un presentador), quien realiza el mejor oficio del mundo es aquel que se pregunta e investiga por qué pasan las cosas y las da a conocer.
Un verdadero periodista evita tener cercanías de amistad con los poderes económicos o políticos; con todos los poderes, para ser imparcial en sus notas y en sus posiciones. No acepta ni un tinto, así su salario sea una miseria.
Un buen periodista no condena ni beneficia, simplemente le ofrece el servicio, el importante servicio de la verdad a una sociedad que la aclama a gritos. Cuarto punto: ¿el poder?, de lejitos.
El papel del periodista, después de todo lo anterior, es defender la democracia, su voz debe ser la de millones y no la de cinco gordiflones, es la voz del pueblo que grita que no quiere más injusticias, que está cansado de que le roben, que pide información veraz y de calidad.
Si algún joven, después de los anteriores consejos, teniendo en cuenta la importancia de los buenos periodistas en estos tiempos en donde están de moda la velocidad del Internet, las Fake News y las cadenas de WhatsApp que afirman el fin del mundo y la ruina personal en caso de no ser compartidas, siga en pie con la idea de estudiar esta carrera, deberá medir su pasión con las ganas de dinero, porque para ser periodista se debe sentir la necesidad de contar historias y no billetes.
Foto cortesía de: Inusual.
Excelentes escritos querido amigo. Con cada una de tus notas me inspiras a estudiar esta respetada profesión precisamente por la necesidad de contar historias y no billetes.
este articulo lo debería leer el señor Nestor morales para quien la realidad de nuestro pais solo se describe desde su escritorio sus propias conclusiones y lo que sus amigos del gobierno le piden que informe