La sociedad colombiana parece no aprender, una y otra vez repite la historia, como un alzheimer social indeterminado, hasta rememorando la célebre frase del científico británico, Charles Darwin, en donde nos decía, “La historia se repite, ese es uno de los errores de la historia”.
Y es que pareciera que nuestra historia colombiana no tocará fondo, o que los medios de comunicación han hecho tan buena labor que no importa qué desgracia le pase al vecino, amigo o compatriota foráneo, porque después que no nos toque a nosotros mismos, nada importa.
Y es así como comenzamos a escribir una y otra vez, cada cuatro años, un declive social, económico y político, una más de la que venden los medios de comunicación, confabulados por sus intereses, a veces mezquinos, pero en la mayoría con absurdos imaginarios de una minoría social, esa que se mofa de la miseria de sus compatriotas, mientras ellos se divierten en el exterior en un amalgama social y una burbuja apartada de la realidad de sus raíces natales.
El país lleva alrededor de tres décadas con un modelo económico desgastado y fallido, impuesto por un anacrónico político con aparentes ideas liberales, que creyendo en sus tesis de “globalización”, le abre las puertas del país al mundo, pretendiendo que esto le traería desarrollo, estabilidad y calidad de vida a sus conciudadanos, pero, ¡Qué equivocado estuvo! ¿O sus intereses iban más allá que el bienestar general de sus compatriotas?
Los Gobiernos colombianos desde la Constitución de 1991 (para no irnos tan lejos) han venido entablando y fortaleciendo la Teoría de la dependencia, es así como han comenzado liderando procesos de libre mercado, sin primero proteger su propia fuerza productiva, algo que ni el mismo Presidente actual de Norteamérica se ha atrevido a hacer. ¿Entonces estos presidentes que han sido? ¿Estadistas o entregados a sus propios intereses (empresariales)?
Establecerse en una línea de tratados de libre comercio o acuerdos comerciales sin primero “blindar” su fuerza productiva, es la manera más sutil de caer en desgracia como Estado y, por consiguiente, ahondar la brecha social en términos de miseria y pobreza, donde podemos afirmar que el carácter dependiente de la inserción de Colombia en el mercado internacional se tradujo en retraso.
El pasado 17 de Junio, se disputó la segunda vuelta presidencial, en donde el candidato Uribista, Iván Duque, se impuso con el 53,98% de los sufragios en esta jornada electoral, y es allí donde se posiciona nuevamente la horrible noche.
Duque, seguidor y admirador acérrimo de Uribe Vélez, se establece en el poder del ejecutivo con las mismas tesis de su mentor, y esto en pocas palabras se traduce en la profundización del recetario neoliberal, esa fallida política económica impuesta por países de primer orden, las del consenso de Washington (Banco Mundial, Fondo Monetario internacional y el Departamento del Tesoro) en donde los factores de reforma del Estado abarcaron la desregulación de la economía, la privatización y la descentralización.
Y aunque es de recordar que la reforma neoliberal se implementó en los años 90 en América Latina después de la crisis de la deuda de los años 80, esta reforma ayudó a controlar la inflación, pero fue un fracaso rotundo en términos de desarrollo y estabilidad macroeconómica.
Iván Duque debe entender que seguir implementando estas políticas económicas no solo le traerá profundas dificultades de gobernabilidad, ya que el pueblo colombiano y su rechazo a este modelo es cada vez más evidente, tanto así que más de 8 millones apoyaron a su anterior adversario político, Gustavo Petro, sino que ahondará aún más las cifras de pobreza y miseria, por lo que estará cada vez más lejos salir del vergonzoso 1er lugar del país más desigual de América Latina.
Según Gabriela Ramos, directora general de la OCDE, “Colombia es el país más desigual de América Latina por su alta concentración de ingresos. Y no se trata de la medición que habitualmente se hace utilizando el Coeficiente de Gini”.
Ojalá Duque, como jefe de Estado, entienda que no es con un Estado mínimo o austero, vendiendo las empresas públicas o reduciendo el gasto y dejando que el mercado sea el regulador de las fuerzas socioeconómicas que va a enfrentar y a solucionar las problemáticas sociales del país, sino todo lo contrario, es con un Estado fuerte, amplio y responsable con sus ciudadanos.
Y para terminar, quiero dejar explícito que no pretendo que nos cerremos a un nacionalismo utópico, sino a un proteccionismo que dé prioridades a la producción nacional, soluciones al conflicto agrario que viene desde la mitad del Siglo XIX y le demos la importancia a un modelo económico desarrollista basado en nuestra despensa agrícola por encima de intereses particulares de otras naciones o multinacionales.
Por ahora, sigamos sobreviviendo hasta que pase la horrible noche, esa que muy probablemente se extenderá hasta al menos el 2022, ya que el Gobierno de Iván Duque en poco más de un mes, solo muestra una evidente continuidad de lo vivido y fallido.
La opresión económica a la que, por muchísimos años, han sometido a la clase media y trabajadora es la directa responsable del empobrecimiento de las clases media y baja.
Cada día aumenta el número de personas desplazadas hacia la pobreza , la pauperizacion y la delincuencia.
Un pueblo sin trabajo estable y una educación digna se ve abocado hacia la delincuencia: de ahí el auge de atracos a mano armada, secueestros, extorsiones etc. No es aumentando el pie de fuerza, no es construyendo más cárceles ! Se requiere TRABAJO, EDUCACION, JUSTICIA !
Los grandes « cerebros » del gobierno buscando el ahogado río arriba »
Atacar las causas, no los síntomas !
Muy certero tu comentario.
Lento va el proceso en el que se acepta que la vida es dura y más dura, pero esa inestabilidad laboral que se le achaca no al modelo sino a la ineptitud personal nos tiene en ese quiebre generacional, institucional, social, económico, mediático etc. Ver que ya nada es como «antes» produce un miedo diario, un sálvese como pueda y quien lo pueda, con lo peor de cada uno en el día a día, nos lanzan unos con otros como si las culpas se arreglarán destrozando nuestra poca cohesión, mientras en las esferas del poder lo normal es aceptar que se gana el poder para continuar despachando contra los fantasmas que no dejan robar… y así cotidianamente se espera otra generación llena de sueños, que se estrellan una y otra vez cada cuatrenio.
Esperemos que esta generación que pide a gritos cambio, y se ha manifestado en las urnas, no se estrelle cada cuatrienio. Lo importante es no perder el entusiasmo de formar con cultura política critica y que llegue el conocimiento a cualquier rincón del país.Saludos!