A pocos días de las elecciones hay un fenómeno curioso que se ha formado y que puede pasar desapercibido por el ciudadano de a pie, pero que tiene efectos en la decisión de votar por uno o por otro y, que al fin y al cabo, genera un impacto en el ojo del pueblo. Se ha visto en estos últimos días que lo que menos importa es el programa de gobierno de cada uno o el debate político que es necesario, acá lo que importa es la fachada, la pintura, lo que está afuera o en otras palabras el prototipo de personaje de gran colombiano que quisiéramos ver.
Por un lado, está Duque con su lema de parcero que encanta al más incauto, que engalana con su baile, que con acordes de guitarra adorna su discurso y que tiene en la palma de su mano a los medios de comunicación; y por el otro lado, está Petro, que con sus ojos grandes, su alopecia temprana, un “populismo exagerado” y los medios de comunicación tajantes, hace que se genere la imagen de no ser el correcto, el que da miedo por ser él y, que a la final, representa una desventaja política sobre su adversario. Pero se me olvidaba nombrar al doctor blanco que al ser inanimado le estamos dando vida como el salvador futuro, el que necesitamos, ese Gokú que llega en los momentos difíciles cuando ya está todo perdido.
La cuestión es ¿Cuál es el más apto para representar a nuestro bello país? Algunos no se identifican por los principios morales, éticos e ideológicos que representan cada uno y se apartan a ver ballenas o se “lavan las manos”, otros piensan que la coherencia de lo dicho en el pasado no es la misma a la actual y pesa como una cruz de navajas o la desconfianza de la certidumbre que es manejada con los hilos del poder tradicional, es lo que no se tiene que mantener en el futuro. En este momento somos ese rebaño confundido que tenemos elegir qué camino coger y cuál es el más bello para que sea el próximo presidente.
Duque, tiene gran ventaja por tener de asesora de imagen a una persona que era la marca registrada de una marca de shampoo y que le ayudó para teñirse algunas canas para ganar madurez política. Petro, en cambio, no quiere adoptar las mismas estrategias y acude a la amnesia selectiva y a los no heterosexuales para ganar adeptos y en el centro de ese sancocho está el doctor blanco con la indiferencia, pero mirando de soslayo.
El fanatismo político ha llevado a que se defienda a un candidato a capa y espada, sin importar las opiniones adyacentes a sus argumentos a favor o en contra de alguno. En una entrevista que realiza la Revista Semana el 6 de junio sobre las implicaciones del doctor blanco, se observa un poco esa incomodidad de posiciones y en un debate inconcluso que fue subiendo de tono, donde la emoción superó a la razón, me di cuenta que el problema fundamental no es el total desacuerdo de los planes de gobierno, porque al final todos se parecen, el problema es una lucha sobre cuál puede conquistar el corazón del doctor blanco que se pavonea desde el balcón picando el ojo y coqueteando con los dos candidatos.
Los ciudadanos comunes y corrientes tenemos una lucha más directa, más agresiva, no tratamos de persuadir al otro con argumentos, sino mostrando lo malo del candidato opuesto, llegando al insulto de la inteligencia del otro, desviando la discusión a cosas personales y, muchas veces, llegando a romper lazos de amistad, pelear con las parejas y hasta con los familiares más cercanos, mientras los representantes están detrás de bambalinas con su dinamismo político que, al fin y al cabo, puede llegar a decepcionarnos.
La pregunta es ¿Este juego de poderes está enmarcado en lo que a mí me gusta o en lo que más le puede ayudar al país? Si decidimos por la fachada estamos jodidos, siéntese, véase un debate, mire a su alrededor y decida qué es lo que más nos favorece en este momento a todos los colombianos y, por favor, tengamos un poco más de cultura ciudadana que es lo que estamos perdiendo con tanto insulto y fanatismo político que, finalmente, no lleva a ningún lado, porque esos sujetos que están representándonos no van a llegar a nuestras casas a solucionarnos la vida.
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Foto tomada de diario.mx