El próximo jueves 14 de junio a las 10:00 a.m. hora colombiana, en el estadio Olímpico Luzhnikí en Moscú se dará el pitazo inicial del partido de Rusia vs Arabia Saudita y significará el inicio de la fiesta más grande del fútbol mundial, el mundial de Rusia será la vigésimo primera edición de dicha competición.
El mundial de Rusia finalizará el día 15 de julio, cuando a las 10:00 a.m. hora colombiana, comience el partido final de dicho torneo y así podamos conocer a la selección de fútbol que los próximos 4 años llevará el título de “Campeón del mundo”.
La selección Colombia de mayores estará presente en dicho torneo e iniciará su participación el día 19 de junio enfrentando a su similar de Japón a las 7:00 a.m. hora colombiana. Ese día yo, como millones de colombianos, dejaré mi alarma lista y me levantaré a disfrutar del partido tomándome un café y esperando ver a mi país hacer una buena representación, y los horarios mañaneros de algunos partidos de la copa mundo de fútbol me han hecho caer en la cuenta que el colombiano solo madruga feliz por dos motivos: cuando se va de paseo o cuando va a ver un partido de fútbol de la selección Colombia.
Lo más importante del inicio de la copa mundial de fútbol es que por un mes vamos a dejar la división, dejaremos de ser uribistas, petristas, tibios, dejarán de clasificarnos como heterosexuales y “no heterosexuales” (Clasificaciones hechas por el “no titiritero” Álvaro Uribe del “no títere” Iván Duque”) y vamos a ser todos colombianos y todos en familia nos abrazaremos y nos alegraremos igual con los triunfos de la selección y sentiremos la misma impotencia y tristeza ante algún fracaso del combinado nacional.
Nos levantaremos y escucharemos con emoción el himno de Colombia en suelo de la “Unión Soviética” (sí, a mí me dictó clases de historia María Fernanda Cabal), gritaremos con emoción cada gol, cada atajada, cada vez que el balón rose el palo o inclusive impacte en el travesaño se escuchará el “uuuuuuuuh” en las casas, algunos inclusive dejarán por un momento sus actividades cotidianas para sentarse cómodamente a ver cada partido de la cita orbital y, entonces, todos aquellos que nos creíamos politólogos ya dejaremos eso a un lado y nos creeremos técnicos de fútbol.
Dejaremos de discutir sobre el “Castrochavismo” y discutiremos sobre la alineación inicial de cada partido, con ansias esperaremos el primer balón que toque Radamel Falcao y celebraremos un gol de Falcao de la misma manera que cierto expresidente celebra cada investigación en su contra que es archivada, entonces veremos en algún estadio de Rusia una pancarta que dirá “Sí era Gol de Yepes”, pero no veremos pancartas que nos recuerden los asesinatos de los líderes sociales, las masacres, los falsos positivos y los huesos de las cientos de fosas comunes que hay en el país.
Por un mes entero, el país se paralizará y los titulares en los medios nacionales serán “Fiesta colombiana a las afueras del estadio”, “colombiano dejó todo para venir a ver a su selección” y todos tendremos miedo a ese titular que diga “La selección Colombia eliminada del mundial”.
Bailaremos al ritmo de Yerry Mina, James y compañía, por un mes estaremos unidos en torno a algo, por un mes esa unión que nos hace fuertes a los colombianos será más visible, luego de ese mes vendrá el despertar del 16 de julio donde ya sabremos quién es el campeón del mundo y donde ansiosos desearemos que llegue otro mundial; y mientras tanto, veremos pasar la vida, que es aquello que pasa entre mundial y mundial.