Vamos a hablar bajo la virtud de la memoria. A decir verdad, si gana Duque, perdemos todos. Pero aludo al título porque en el gobierno del excelentísimo y magistral expresidente Álvaro, el que hablara mal de la administración, se jodía, o mejor dicho, lo jodían. Y el periodismo se anuló. Se transfiguró en un oficio caduco. El que tuviera una noticia buena qué mostrar de la presidencia, era bienvenido, si no, era bienvenido en otro país, o en un cajón fúnebre.
Si de por sí los que hacemos de alguna forma activismo u opinión política tenemos miedo de qué pueda pasar con nosotros en este momento, si Duque se monta en el gobierno, no quiero pensar cuán insegura será la situación de la integridad de quienes denuncian las precariedades del país, inmutables desde hace varios años.
Cuánta difamación, engaño, adoctrinamiento, artimaña, picardía, calumnia, daño… hubo a través de los medios de comunicación durante los 8 años de Uribe. Cuánta gente, con ayuda de la magnificente ignorancia histórica de este pueblo, se encauzó a la idea de que Uribe es el mejor. Cuánta gente, día tras día, noche tras noche, al frente de su televisor, fue transformándose en un súbdito más de un ideal inexistente.
Poco a poco, con cada noticia ‘fructífera’ que salía al aire sobre el gobierno de Uribe, se encubrían los peores errores y decisiones que ningún otro mandatario había hecho, y se fue formando un constructo social tan poderoso, que hoy el uribismo no es una corriente política: el uribismo es una religión. (No es extraño que los grupos religiosos más fanáticos y próvidos del país lo usen dentro de sus discursos, y apropien recursos de la retórica uribista como castrochavismo y socialismo, para convencer a sus incautos creyentes).
Y no se me es fácil decirlo. Cruje en mí el sentido de evocación más deprimente y despreciable: madres llorando por sus hijos asesinados, cientos de familias viviendo en las calles desplazadas, decenas de seres humanos degollados en la cancha de El Salado1, los miles que vistieron de guerrilleros solo para recibir la muerte, la decena de testigos en su contra asesinados, el dinero que se invirtió para alimentar a narcotraficantes2, los crímenes de lesa humanidad impunes de ‘soldados’ norteamericanos y paramilitares… El mayor desprestigio del Ejército de la República en su historia, ha sido codear con homicidas a sueldo, bajo el mando de un presidente que exigía a dedo el asesinato de cualquier persona3 para mostrar resultados basados en números impersonales e inhumanamente irreales y modificados.
Por ejemplo, ¿sabía usted que durante el 2003 y el 2012 murieron de desnutrición 13 personas diarias en este país de abundancia?4 El hambre no importa cuando hay una guerra por encima de todas las necesidades de un país, ¿cierto?
¿Sabía usted que la Ley 789, decretada en el gobierno de Uribe, pasó a cobrar las horas laborales nocturnas de las 7:00pm a las 10:00pm? Además, esa misma Ley, redujo el pago de los días festivos en un 25% y disminuyó la indemnización que se debe dar a quienes son despedidos sin justa causa5. Pero el ámbito laboral tampoco importa cuando hay una guerra por encima de todas las necesidades de un país, ¿cierto?
¿Sabía usted, que el gobierno de Uribe al culminar, dejó a Colombia con 32.000 desaparecidos?6 Pero, aunque esto estuviera dentro de las consecuencias de un belicismo aberrante, cuando hay una guerra, matar al otro es más importante que proteger los nuestros. (Ni hablar de la salud, ni hablar de la salud…).
¿Dónde estaba el periodismo cuando todo esto sucedía? Amenazado, exiliado, asesinado, comprado, apresado, censurado, demonizado, idiotizado, sentenciado, disfrazado. El periodismo intentó resistir durante ocho años de este siglo contra un gobierno que le montó persecución a la clase obrera, pobre y periodística. Pero admitámoslo. Esa batalla se perdió. Hoy, para millones, Uribe fue el mejor.
Lo preocupante es que no cabe duda de que esos sistemas tan exitosos que permitieron hipnotizar a millones, harán parte del mecanismo de gobierno de Iván Duque y, por ende, también harán parte esas otras estrategias de intimidación sobre quienes no se presten para manejar, a su merced, las mentes de las personas como una masa moldeable.
Votar por Duque es un insulto a la historia y a la dignidad de este país. Es un insulto para las víctimas del gobierno asesino que lo recomienda. Es un insulto a los esfuerzos que llevan haciendo personas de bien durante años para cambiar nuestra ignominia. Es un insulto para aquellos profesores que arriesgaron y arriesgan sus vidas en el monte para transmitir conocimiento. Votar por Duque, definitivamente, es la peor indignidad de desconocimiento que puede ejercer un colombiano para consigo mismo. Yo con esta columna no le voy a decir por quién votar. Y quizá, se me nota por entre los renglones la decepción e indignación que tengo con tantos compatriotas indolentes y desmemoriados. Pero déjeme decirle, si gana Duque, pierde el periodismo, y perdemos usted y yo.
- Años de fuego, grandes reportajes de la última década.
- https://www.elespectador.com/noticias/politica/articulo165592-agro-ingreso-seguro-habria-favorecido-narcos
- https://www.youtube.com/watch?v=X18GsQDwMZ0
- https://www.telesurtv.net/news/En-Colombia-mueren-a-diario-18-personas-por-desnutricion-20160414-0027.html
https://www.rcnradio.com/podcast/impactante-mapa-la-desnutricion-colombia-18-muertes-diarias-segun-investigacion-la-universidad-nacional - http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=6778
- http://www.publico.es/internacional/uribe-deja-colombia-32-000.html
Fotografía cortesía de El Tiempo.