Iniciada la campaña, y antes que Petro hablara, ya se le tildaba de populista, castrochavista y polarizador. Las acusaciones, y esto ha sido una constante, provenían incluso de personas respetables como Claudia López y de algunos columnistas más bien de centro.
Las propuestas de Petro eran vistas como irrealizables y en no pocos casos como ridículas. El tema de los aguacates, que Petro utilizó como ejemplo para proponer la agroindustria, fue ridiculizado. Incluso Duque en un debate se preguntó, con cierto tono de burla, cuántas toneladas de aguacates se necesitarían para alcanzar el precio de un barril de petróleo. La respuesta saltó a la vista: un bulto de aguacates puede llegar a costar 350 dólares, y un barril de crudo en la actualidad tan solo roza los 60.
Nuestro potencial agrícola es inmenso, pero la realidad es que en ese terreno vamos perdiendo. En los últimos años, y mayormente vía TLCs, las importaciones de productos del campo se han disparado. Por ejemplo, antes de firmar el tratado comercial con Estados Unidos, llegaba a nuestro país una cantidad de arroz avaluada en unos 5 millones de dólares.
Según datos oficiales en 2014 ascendieron a 62 millones, y para el primer trimestre de 2015 alcanzaron los 132 millones de dólares. Antes del TLC Colombia era el consumidor de arroz estadounidense número 51, para 2015 escalamos al cuarto lugar. No se necesita ser un genio para deducir que tanta ganancia para los agricultores gringos y los importadores (colombianos y gringos) deviene en la ruina de los arroceros nacionales.
En sus propuestas Petro acentúa la necesidad de potenciar la agroindustria, optar por las energías renovables, el acceso a la salud sin intermediarios privados, y una educación pública que contribuya a la equidad social. Gran parte de esas propuestas recibieron en sus inicios un mar de críticas.
Pero lo sucedido después es para reírse, pues algunos candidatos al ver el efecto que los postulados de Petro tenían en la población, los fueron integrando en sus discursos. Por ejemplo Vargas Lleras habla ahora muy a favor de la salud y la educación pública. Lo mismo hace Duque, quien ahora dice que va a terminar con la “guachafita de las EPS que no rinden”. Bastaría recordarle que si con alguien está casado su mentor, Álvaro Uribe, es con el gremio de los súper poderosos de la salud.
Tampoco hay que llegar al punto en que se piense de tajo que esas propuestas son exclusivas de Petro. Lo relacionado al cambio climático parte de un movimiento social ambiental de dimensiones mundiales en el que se ha tomado cada vez más conciencia de cómo algunas actividades humanas ligadas al uso de carbón y Petróleo aceleran el calentamiento global.
Por tanto, el mundo irá irremisiblemente hacia la utilización de energías alternativas como la solar y la eólica. De hecho el papa Francisco, a quien Petro cita en sus discursos afirma e insiste en su encíclica Laudato si (quizá el texto papal con más influencia universal después de Pacem Terris de Juan XXIII) en la necesidad de cuidar nuestra “casa común”.
Por ahora flotan algunos interrogantes: ¿Fueron salidas en falso las críticas de los demás candidatos? ¿Es oportunismo? ¿Estaban mal asesorados? ¿O simplemente entendieron que las propuestas de Petro son oportunas y realizables?
Lo cierto es que a Petro le han estado expropiando su programa de gobierno. Ojalá y el electorado premie a quién planteó desde un principio la visión del país que soñamos.
Fotografía cortesía de El Nuevo Herald.
Lo de los aguacates es un resumen de la forma de trabajar de los políticos del país, del desconocimientos de éstos sobre las dinámicas propias y su interés en el enriquecimiento. Un tipo me preguntaba con cuantos aguacates se tanqueaba un carro, le dije que la misma cantidad de galones de agua con petróleo que requería tomarse para no morir de sed. ¿No le da pena a la gente decir tantas estupideces? No, Duque lo confirma.