La petulancia ortográfica, la exclusión por faltas de ortografía

El conocimiento de la ortografía es marca de pertenencia a una élite que ha tenido tiempo y modo de educarse. Pero eso no debería ser barrera de entrada para argumentar.

Opina - Educación

2018-05-05

La petulancia ortográfica, la exclusión por faltas de ortografía

A mí me incomoda mucho que se maltrate el lenguaje, por eso cuido la ortografía. Hubo una época donde corregía a todo el que pudiera acerca de su ortografía. Aún hoy pienso calladamente sobre la tilde que falta, la ese pasada por ce, la coma ausente o el punto aparte que no está.

La ortografía, para mí, es un asunto que hace parte de la personalidad de la gente, de alguna manera lo define. He llegado a la conclusión que es una forma de prejuicio, una manera de segregar que bien podría equipararse a hacerlo por partido político o religión.

Al examinar el asunto, únicamente en mi persona, esta vez no apunto a conclusiones generales, es que la ortografía pretende mostrarse como la evidencia más notoria de la cualidad más preciada de nuestra época: El raciocinio.

Con más frecuencia de lo que quisiera veo que es más grave llamar a alguien estúpido que ladrón, de hecho se reconoce el ingenio del ladrón. A quien vence con trampa, se le reconoce cierta habilidad y eso en muchas oportunidades equivale a apreciar más el criterio y bienestar individual que el general. Yo sigo pensando que eso es justamente lo que evitamos al pasar de un sistema autárquico a los diversos sistemas de gobierno a través de leyes como la democracia participativa de la que participamos.

Impreso en mi educación temprana parece haber una relación causal tácitamente establecida: La falta de educación es de personas malas. A todas luces es un prejuicio, toda vez que se entiende que no hay gente mala en sí misma, sino comportamientos y criterios de acción que no coinciden con la moral dominante en el grupo de referencia.

Claro, no faltará quien diga que los datos apoyan esa relación causal, toda vez que al examinar los niveles educativos de las personas convictas de algún crimen se puede afirmar que tienen un nivel educativo por debajo de la media poblacional; pero de esto no se puede concluir que una mala educación determina comportamiento delictivo, ni que una buena educación lo elimine.

El conocimiento, de la ortografía o de la historia de la cultura occidental, también es una posesión; para aprender hay que invertir tiempo cuando menos y para disponer de tiempo hay que tener ciertos asuntos resueltos como la comida, el vestido, la salud, la vivienda y otras que se denominan necesidades básicas.

Me resulta aterrador descubrir que yo pienso, de manera subconsciente, que la persona desposeída es mala y por tanto sus opiniones deben ser examinadas más rigurosamente, porque seguramente serán malas también. Y desde una perspectiva lógica esto no es así, además que desde el estándar moral de inclusión al que quiero llegar esto tampoco es correcto.

Si alguien no tiene educación, o en general no tiene cualquier cosa, por su género, su condición social, su raza o procedencia debería concentrarme en examinar su argumento, en lugar de estar mirando si ha pronunciado correctamente los extranjerismos o la ortografía de las frases.

Hay que cuidar el lenguaje, pero no olvidarme que es un medio.

 

 

Imagen cortesía de Leon Hunter.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Claudio Mera
Lector asiduo, estudioso de la administración y la gestión, consultor, docente universitario, cocinero y ejecutivo administrativo. Las opiniones pretenden mostrar una postura lógica.