El uribista promedio

Mucho se habla de Uribe en los últimos 20 años de campañas electorales, no solo por el poder político que obtuvo, sino porque como buen emperador que se cree, no se quiere soltar de él y no lo va a hacer mientras el pueblo que tiene amaestrado, hipnotizado o llámesele como quiera, le sigue con los ojos tapados o apuntando en una sola dirección.

Pero, ¿cómo es el comportamiento de esta masa a la que bien supo enajenar el senador con su habladito campesino y culebrero? Empecemos por decir que el «uribista starter pack» debe tener en su vocabulario varias palabras, como por ejemplo «castrochavismo»; esta no puede faltar, ya que representa uno de los bastiones y mentiras fundamentales sobre los cuales se sostiene la campaña de odio del partido Centro Democrático, que de aquí en adelante llamaremos «secta».

Los fanáticos acérrimos de esta secta, repiten la palabra castrochavismo cada vez que pueden, acompañada de «nos vamos a volver como Venezuela» o en una versión mejorada y millennial: «La película nos la están contando en Venezuela».

Otra de las palabras inventadas que no falta dentro del «uribista starter pack» es «farc-santos». Una palabra usada (o por lo menos eso creen) para insultar a quien no alabe una de las maravillas dichas por su mesías.

En el tercer lugar, de esta disputada lista de palabras incluidas en este paquete, está «mamerto», que de hecho la usan con el mismo objetivo de desacreditar la opinión de los demás. Todo el que no piense como el líder de esta secta es un «mamerto», palabra que además va acompañada con algún calificativo como «mamerto, guerrillero hijueputa» o «mamerto enmermelado farc-santos».

Aparte de la cantidad de palabras rebuscadas, tenemos el comportamiento digno de un estudio psicológico, los seguidores de esta secta adoran a un personaje lleno de investigaciones penales. Tal parece, que entre más investigaciones le abran, más fanáticos y violentos se vuelven para defender a su salvador, diciendo que son 276 (y contando) persecuciones políticas en su contra y compran una pegatina para su taxi, carro o moto que diga: «Yo creo en Ramos» o «Yo creo en Uribe». Pero no se quedan ahí, también llenan, además, sus redes sociales y las de los demás de comentarios como «el mejor duélale a quien le duela».

Amigos uribistas, se ven tan ridículos como diciendo «Yo creo en Hitler».

En el «Uribista starter pack» no pueden faltar los crocs. Por su puesto, que no íbamos a dejar esto por fuera, ya que el uribista promedio trata de parecerse lo más que pueda a su líder: Berraco, de mano firme y corazón grande, pero sobre todo, humilde, de zapatos crocs con los que se ha caminado una partecita de las 1.472 hectáreas de su pobre finquita, El Ubérrimo (rodeada de escándalos además).

Para finalizar con esta bella lista de las cosas que debe tener un uribista promedio, debemos resaltar que no debe tener criterio. Es decir, no puede pensar por sí solo y no puede leer libros o artículos que le sean incómodos o que interfieran con la buena imagen que tiene de su líder.

Y acá todo se vuelve un círculo, porque al no tener criterio, dicen lo que él diga, como que alguien es «un buen muerto», hacen lo que él haga y definitivamente, se comportan como él se comporta, repartiendo miedo y odio a cuanta persona que no piense como ellos se encuentren. Mejor dicho, prefieren vivir felices y engañados, que incómodos con la verdad.

Seguramente, se me han escapado muchas cosas que debe tener el «uribista starter pack» de un seguidor promedio de este personaje, pero sin duda, estamos ante lo más representativo. Pueden dejar en los comentarios los que se me hayan olvidado y para terminar, una pequeña reflexión del Nobel de Paz Kazuo Ishiguro, muy aplicable a nuestra realidad: «Es difícil arreglar el mundo, pero pensemos al menos en cómo podemos mejorar nuestro pequeño rincón».

Convierte a un uribista con argumentos.

Imagen cortesía de RCN Radio.