La Divina Providencia, esa de la que tanto nos hablaba Jaime Garzón, es la que necesitamos invocar y suplicarle un poco de compasión para solucionar tanto aprieto. La soberanía, la supervisión y la intervención en el pos acuerdo.
Lo anterior, desde la óptica teológica, llega a hacer una realidad política y social palpable en nuestra patria, estas tres características son atribuibles al escándalo que se viene cocinando para la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y de la resurrección de la extradición, una figura que ya estaba quedando en el entramado político de la vieja situación que vivía el país, esto por motivo de los recientes acontecimientos que enlodan a las Farc.
Lo que acontece es algo inefable. A inicios del 2018 sale a flote el escándalo que se avecinaba para la JEP, la «panacea» de los Acuerdos: Más de 200.000 millones de pesos repartidos cual botín de mercaderes, más las dádivas ofrecidas por la comunidad internacional, posterior a esto, añadamos la renuncia del secretario general de dicha corporación, de quien se dice, el cargo le quedó grande. ¿Quién vigila y castiga lo anterior? Al presidente saliente le cae como anillo al dedo el adagio popular de que «es mejor ver a los toros desde la tribuna» porque él, frente al tema, nada ha hecho.
Es en este punto donde los interrogantes enarbolan la bandera de la duda y la decepción. ¿No hay lugar para hacer las cosas bien? ¡Acá, no! En tiempos en donde la condenada corrupción está incluida en el orden del día, en el café de la mañana, en los diarios noticiosos de la farándula nacional y parece que impregnada en los genes.
Eso no es todo, esto aún no se acaba. Para colmo de males la extradición, vuelve al ruedo después de décadas de uso con fines políticos y de un antejuicio de impunidad. ¿Es pertinente aplicarla frente al reciente hecho que involucra a uno de los jefes de negociación con narcotráfico? Ese es el discernimiento. Si me preguntan, sí, los Acuerdos son claros. Una juez del sur de Nueva York fue quien emitió la orden de legalización de captura contra el susodicho, se cae el telón. ¡Bravo! «Qué eficaces son nuestras autoridades».
Recientemente la JEP ha anunciado, que en casos de extradición, será esta la que tratará el asunto y no la Jurisdicción Ordinaria. Es tanta la falta de equilibrio y de armonía entre las altas corporaciones, que parecen un barco a la deriva, sin brújula, quienes la guíen y un ancla sin cepo.
Démosle a la JEP el espaldarazo que necesita por parte de la ciudadanía, que no termine siendo un sistema judicial fallido, parecido al de Justicia y Paz de 2004. Aunque lejos está la esperanza de que se reivindique el valor y la utópica vivencia de establecer un real bienestar a las víctimas que siguen sufriendo el flagelo de la guerra.
A fin de cuentas, terminaremos acudiendo a la Divina Providencia a ver si por lo menos podremos salvar algo de nuestro terruño de este mejunje de ideas sueltas, sin un consenso colectivo y sin nadie que la llore, enfatizando que el brete no es la institucionalidad, sino quienes hacen parte de ella.
Adenda Nº1: El ministro de Ambiente se ha hecho el de la vista gorda con la delimitación de los páramos y la explotación minero-energética de los mismos. ¿Hasta cuándo? Mientras MINESA siga avanzando, ¡la defensa por el territorio también!
Adenda Nº2: La ciudadanía en general, ansía que se sancione y, no se objete, el proyecto de ley que reduce los años de jubilación por la prestación del servicio a los miembros de la Policía Nacional. Por lo menos que el señor presidente deje algo que le suba un punto de popularidad y de buena imagen al terminar su mandato.
Imagen cortesía de T13.