Debido al ajetreo político que se siente en el ambiente nacional, resultó ser de escarnio público la propuesta que lanzó un candidato presidencial en el recinto de una famosa universidad anglosajona, la Caja de Pandora se abrió y el Oráculo de Delfos la desafió. Analicemos:
El planteamiento sugiere que las cuatro altas cortes que conforman el escaño más alto de la administración de justicia se fusionen en una sola. El debate afloró en la comunidad jurídica y política con el interrogante de la necesidad de tal apreciación. La coyuntura que se vive en la República requiere un análisis de fondo más que de forma, tal idea amerita un estudio exhaustivo en la materia para su realización.
Sí, existen países que poseen solo una alta corporación, como también existen otras naciones que cuentan con seis. Todas, claro está, diseñadas en un contexto histórico muy diferente al nuestro, lo cual demuestra que la estructura institucional de la rama judicial en Colombia trata de resarcir los problemas que se vienen gestando desde el mismo nacimiento independentista.
Desde luego, hace décadas se ha venido forjando una reforma a la justicia porque no es de ocultar: Su morosidad, la mala calidad de muchos fallos, la corrupción que hay en algunos despachos judiciales y la politización que a juicio personal es la manzana de la discordia reflejada en la mala selección y preparación de jueces y magistrados. No generalizo, pero sí enfatizo.
Considerando que este tipo de enmienda de unificación a las altas cortes no sería el camino más indicado para solucionar la crisis de la justicia, además, que semejante propósito no podría ser introducido por el Congreso de la República mediante acto legislativo.
Es decir, que lo que propone el candidato hace apología a lo que los otros aspirantes a la presidencia también se trazaron como objetivo de gobierno: Convocar la tan anhelada Asamblea Nacional Constituyente; pues esta propuesta modificaría toda la estructura estatal vigente, por el contrario si se tratara de hacer por medio de un instrumento parlamentario sería una sustitución a la Constitución.
No es bueno que la idea resulte siendo un show mediático, llega a ser discutida, teniendo en cuenta que en otrora personajes de la política nacional han puesto la idea en tela de juicio.
El meollo del asunto radica en que aún no estamos preparados para tal botarate pos modernista. De manera que la cuestión debe enfocarse más en el fortalecimiento de la ética institucional, que la autorregulación del precedente judicial cobre vida, sea fuerza vinculante, oriente el sistema jurídico y así mismo sea útil para la seguridad jurídica.
Por consiguiente, es hora de que depuremos la rama mediante un barrido de operadores judiciales que no tienen la formación adecuada para tal desempeño honroso que nos atribuye la Carta política y consagrar a los que realmente a través de su trabajo irreprochable e impecable han sostenido el amplio trecho de la defensa del Estado Social de Derecho durante años.
Finalizo con la ansiedad de que este tema se dé en un momento diferente, así será un disentimiento sólido, lógico y fluido, apartado de cualquier clase de egos y apasionamientos, sin caer en silogismos, que no se use para fines plutocráticos u oportunistas.
Adenda N°1: Seamos claros, en la política existe la derecha y la izquierda, la que aún sigue siendo ambidiestra es la corrupción.
Adenda N°2: La cultura política en “el país del Sagrado Corazón” se hace cada vez más pobre cuando se ofende al prójimo por no escoger el candidato de su predilección. Recordemos que el pilar fundamental de la democracia es la praxis del debate argumentativo, no de expresiones vagas y ambiguas ¡Es hora de que maduremos políticamente!
Imgen cortesía de twitter.com.
Excelente columna,Felicitaciones!!!