Gracias neoliberalismo, ¡Contigo empezó todo!

La apertura económica y la globalización no han permitido que la producción nacional crezca ni se fortalezca, pero sí ha logrado que los banqueros sean los únicos que ganen dinero.

Opina - Economía

2018-03-22

Gracias neoliberalismo, ¡Contigo empezó todo!

El neoliberalismo o nuevo liberalismo como lo llaman algunos, más que una forma de gobierno, como piensan muchos, es un modelo económico capitalista que surgió como una secta en la década de los 40 del siglo pasado en Suiza donde, Friederich Von Hayek y Milton Friedman, quienes reunidos con un nutrido grupo de intelectuales de derecha entre los que estaban industriales y banqueros, financiados por la fundación Rockefeller, buscaban oposición a los postulados de un nuevo acuerdo y de las teorías keynesianas que en ese momento dominaban el mundo económico.

Este grupo de fundamentalistas ideológicos se consagró a la divulgación de las tesis neoliberales para combatir toda forma de Estado Social, y a preparar las bases teóricas de un capitalismo fuerte y un mercado abierto, exento de toda regla ética, legal  y social.

Lo que buscaba este pull de “notables” europeos era sentar las bases para reducir el aparato estatal de modo que pudieran hacer contrapeso al modelo económico de Jhon Maynard Keynes que para la época había tomado muchísima fuerza. En síntesis, esa vehemente reacción teórica y política contra el intervencionismo del Estado y contra el Estado de bienestar social, es la génesis del neoliberalismo, movimiento ideológico que crea y desarrolla modelos de ataque a toda limitación impuesta por el Estado a los mecanismos del mercado.

Posterior a la Segunda Guerra Mundial, Hayek presenta su libro “Camino a la servidumbre”, una obra totalmente antisocialista que años más tarde (1979) se convertiría en la biblia de Margaret Thatcher quien se comprometió a aplicar el modelo neoliberal en Inglaterra. Le siguieron en 1980 Ronald Reagan en Estados Unidos, en el 82 Helmuth kohl en Alemania Federal; al igual que Japón, Argentina, México y otros países que a mediados de los años 80 abrieron las puertas a los postulados de la sociedad del monte peregrino de Hayek y Friedman; sin olvidar su paso por Chile durante la dictadura de Pinochet. De hecho el mismo Friedman viajó a Chile en 1975 para asesorar al dictador en el modo de “evitar una debacle” y su tesis fue muy enfática: “hay sólo una, y sólo una manera de detener la inflación: reducir la oferta monetaria, reducir el gasto, hacer una política de choque”.

Todos los países que aplicaron el modelo, siguieron al pie de la letra las instrucciones para elevar las tasas de interés, reducir fuertemente los impuestos a los ingresos más altos, restringir la oferta monetaria, abolir los controles a las entradas y salidas de divisas, elevar onerosamente las tasas de desempleo para aniquilar los sindicatos, imponer fuertes recortes al gasto fiscal, pero sobre todo poner en marcha el más ambicioso plan de privatización que ha llevado al mundo a elevar los niveles de polarización habida cuenta de la ampliación de la brecha en términos de exclusión social.

Ahora miremos a Colombia, el modelo neoliberal tuvo como su pionero en la misma década de los 80 a Luis Carlos Galán Sarmiento, un hombre que en aquella convulsionada época se erigió vendiéndose como un caudillo, capaz de derrotar las mafias del narcotráfico que amenazaban la institucionalidad y de cerrar la brecha entre ricos y pobres que históricamente ha azotado al territorio patrio.

Hoy en pleno siglo XXI, 29 años después del vil asesinato del político neoliberal, las mafias del narcotráfico no han sido derrotadas y la brecha social es cada vez más grande. Entonces a partir del año 1991 es el expresidente César Gaviria Trujillo, heredero de las banderas neoliberales de Galán por testamento directo de su propio hijo Juan Manuel, quien nos da la “bienvenida al futuro” e inicia el rumbo de la transformación del modelo económico nacional. Crea una nueva constituyente que se dio a la tarea de derogar la Carta Magna que nos regía desde 1886 para darle paso a la nueva Constitución de 1991, punto de partida de nuestra caída en picada hacia un abismo que parece no tener fondo.

Apertura económica y globalización que no han permitido que la producción nacional crezca ni se fortalezca, pero que sí ha logrado que los banqueros sean los únicos que ganen dinero. Los más ricos pagan menos impuestos, las tasas de desempleo aumentan debilitando las bases de los sindicatos que no hacen nada por defenderse, pero coadyuvan a vender la idea de que el rebusque, el empleo informal y las OPS contribuyen a mejorar los indicadores.

El peor sistema de salud de América Latina, los peores niveles de educación y cultura. El programa de privatización de las entidades del Estado y la creación de las alianzas público-privadas han sido caldo de cultivo de la corrupción desbordada que hoy corroe todo el aparato estatal. Las libertades ideológicas y políticas que nos son malas en lo absoluto, pero que sin control alguno se han convertido en un negocio pues hoy pululan más partidos políticos e iglesias que parques, escuelas y espacios para el arte y la cultura.

Hoy, esa inmensa brecha social agarrada de la mano negra de la religión y la política, nos tiene más divididos y polarizados que operación matemática con fraccionarios; por eso soy de los que piensan que a Luis Carlos Galán o a Rodrigo Lara no les debemos nada, igual si estuvieran vivos estarían mezclados con la rancia burocracia corrupta colombiana que prefiere repartirse el poder antes que soltarlo.

Entre tanto, nosotros inmersos en esa lucha fratricida en la que nos sumieron, estamos a punto de volver a una guerra bipartidista propia de principios del siglo pasado, ya no entre godos y liberales, sino entre castrochavistas y gatauribistas que nos tienen como pendejos para que ellos, los mismos de siempre, desde sus poltronas con una mano en su vaso de “whisky on the rock” y la otra en la entrepierna de alguna o alguno que vende su dignidad, vivan su vida loca sin que les importe lo que pase a su alrededor.

Por eso y por siempre, ¡¡Gracias Neoliberalismo, contigo empezó todo!!

 

 

( 2 ) Comentarios

  1. Así de claro, amigos de La Oreja Roja.

  2. La pura verdad Sr. Amaya, sólo que usted da a entender en su último párrafo (si me equivoco me excusa), que todos los candidatos de la presente contienda electoral se miden por el mismo rasero; y a mi juicio este no es el caso para una propuesta que se distancia del neoliberalismo como la de Colombia Humana.

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Diego Luis Amaya
Ingeniero de Sistemas, no me siento ni a la izquierda ni a la derecha, amo mi país y estoy convencido que el poder de la palabra es mayor que el de las armas.