Uno quisiera creer en los políticos, en su supuesto altruismo, en su buena fe, pero es imposible. O cuando menos, supremamente difícil. Uno quisiera entregar el voto con alegría, con inmensa satisfacción de que al votar, lo que ha hecho es contribuir para que una persona trabaje con ahínco y tesón por una patria mejor. Hoy es difícil.
No hay en el horizonte una persona que sobresalga, que una, que aglomere o gane la admiración y el respeto de una mayoría lo suficientemente fuerte para que el país salga de esa innoble polarización que ha surgido luego del proceso de paz con las extintas Farc. No existe ese líder que uno quisiera ver, lleno de seguidores, atractivo y fulgurante, que convoque a las multitudes y que muestre un talante de estadista o una figura con talla presidencial.
Las elecciones que se vienen, tanto para Congreso como para la Presidencia, están llenas de candidatos con varias características. Unos con poco respaldo de sus partidos; otros, sin partido, que no tienen recato alguno en haber militado en varios y hoy se dedican a recoger firmas, así sean las últimas. Unos más que, teniendo partido, reniegan de él y también se van por la candidatura por firmas.
Existen en este abanico variopinto de vivos, sagaces y audaces políticos, los que miran por los laditos a ver cómo anda el asunto de favorabilidades y demás, para definir a quién se le unen o con quién hacen alianzas, es decir, para determinar cuál es el árbol que más sombra da.
Por supuesto que en un país como Colombia es absolutamente coherente que haya más de cincuenta candidatos, como en un reinado de belleza en el que abundan las que quieren, a como dé lugar, ganar la corona. Hay de todas las formas y de todos los colores, Desde los que no saben siquiera disimular sus ciegos y envenenados deseos de poder hasta los que saben que no tienen opción alguna pero juegan a ver qué puestico les queda después de su candidatura.
Es una comedia esta campaña. Un sainete. No disimula la perversión de la política y deja por debajo eso que alguna vez Platón planteó, que “los hombres sabios, los pensadores, deberían ser quienes gobernaran las naciones”.
¡Qué van a valorar la filosofía nuestros queridos candidatos! Lo que valoran es lo que uno, como ciudadano de a pie, no puede entender: ¿cómo alguien quiere ser presidente de una República que no se recompone ni se recompondrá sino hasta después de muerto el odio cuando el odio nunca muere?
Solo lo entienden ellos, y uno solo elucubra, piensa, deduce, interroga, infiere y saca conclusiones. ¿Qué, si no es el deseo de fama, de gloria y de dinero, es lo que buscan esos que quieren, a toda costa ser presidente? Porque el cuento de que la política es para ayudar a los demás en Colombia no existe.
Miren la corrupción, miren la plata que se roban para dejar morir de hambre a los niños más necesitados, vean las clínicas y hospitales repletos de gente que implora una atención que no es prestada porque pese a los innumerables y valioso esfuerzos de un ministro que sí es un humanista, un pensador, no faltan, obvio, los políticos que obstruyen su trabajo.
Que hay políticos buenos, decentes, honestos y, de verdad, altruistas. Sí claro, como en todas las reglas, en este caso también hay excepciones. Son minoría. Son poquitos, muy poquitos porque los que saben de política, es decir los que saben cómo sacar provecho de ella, los absorben, los llaman a sus huestes para que terminen siendo segundones.
No hay futuro con estos presidenciables. Son los mismos con las mismas mañas. Los de antes, queriendo posar de modernos pero haciendo alianzas sin pudor ni recato. ¿Qué pies y cabeza tiene una alianza entre Jorge Robledo, Claudia López y Sergio Fajardo, cuando tienen, ideológicamente, posiciones diametralmente opuestas?
¿Qué clase de alianza sería una posible entre Vargas Lleras y Uribe? ¿Cómo diablos Andrés Pastrana está hoy aliado con Uribe para escoger un candidato cuando despotricó de su nuevo mejor amigo y de su partido a más no poder?
¿Qué clase de persona es Fajardo si recibe el respaldo de Uribe, como se especula por ahí? ¿A qué juega Claudia López sonriéndole a los de izquierda y a los de derecha? ¡Cuál coalición por la paz ni qué ocho cuartos! A ver, vamos ver quién es el que declina su candidatura para defender esa paz que dicen querer pero a la que le pusieron todas las trabas en el Congreso hasta casi volverla trizas. Quiero ver esa grandeza en aquellos que dicen amar al país.
¡Cuál recomponer los acuerdos ni qué ocho cuartos! A los uribistas también los está usando Uribe con sus tales encuestas, ya se sabe que el candidato de ese partido será el que él diga, el que señale con su dedo de mesías para que haga en el Palacio de Nariño lo que a él mismo más le convenga. Pobre ‘Charo’ Guerra, dizque lo quiere de vicepresidente… ¡Jajajá!
Por estos días todos son analistas políticos aunque en realidad lo que hacen es futurología. Quiero ver quién es capaz de dejar atrás sus intereses y ambiciones personales para apoyar a un candidato que de verdad haya trabajado, luchado y defendido la paz. Quiero ver a un líder que no solo se centre en el proceso de paz sino que sea capaz de empezar a ponerla en marcha, que tenga el coraje de implementar los acuerdos y que honre la palabra del Estado, cumpliendo cabalmente lo que se ha firmado.
Nos queda la esperanza de que el solio de Bolívar sea ocupado por alguien decente. Por alguien que en vez de insultar, proponga; que en vez de estigmatizar al opositor, lo invite a respaldar sus proyectos, con argumentos, con honradez y que así mismo, los escuche sin claudicar; que en lugar perseguir a la gente, la defienda.
La esperanza es es líder que sepa interpretar el clamor de los que sufrieron con la guerra que libró el Estado colombiano con las Farc y que vuelque sus ojos y sus acciones hacia ellos, sin olvidar a los que sufren de hambre, a los desvalidos, a los de clase media que tienden a quebrar, a los estudiantes, a los indígenas, a los afros y a todos aquellos que para los políticos tradicionales solo valen cuando votan.
La esperanza es un líder que no se una con los de siempre, que no haga alianzas impúdicas, solo para obtener el poder. Antes de hacer esas alianzas perversas, preferible que lo pierda.
Rodrigo Londoño no merece comentario. No tiene opción alguna de llegar a la Presidencia así insistan en meter miedo con él, con el ‘castrochavismo’, el comunismo y con esas bobadas que se inventaron los ‘odiadores’ profesionales. No llegó, ni llegará Navarro Wolf que fue constituyente, ministro, mejor gobernador y mejor alcalde del país, calculen…
Adenda: El periodismo se basa en evidencias no en gustos personales, los cuales se deben dejar a un lado cuando se ejerce. Que los dueños de RCN y los directores de noticias no nos vengan con cuentos de que porque toman gaseosas o trabajan en esa dulce empresa no van a hablar de sus perjuicios. A nadie se le ocurre, ni siquiera a los fumadores, decir que el tabaco es bueno. Se les pide que sean honestos con su público, con ellos mismos y que dejen de alentar las discusiones que, de antemano, tienen perdidas por parcializados. Nadie es adalid de la salud pública como dijeron por ahí, por pedir que se diga la verdad.
Mauricio acertado como siempre tu análisis,es triste pero es verdad,nuestro país está en manos de politiqueros oscuros y mucha gente les cree,la polarización está a todo nivel y los sembradores de odio y miedo sacan ganancias para sus moribundos partidos. Mauricio,ojalá más gente te leyera.???