Con el ausentismo de los congresistas comprometidos con el Gobierno en la aprobación de los acuerdos con las FARC y con la unión de los sectores ultraderechistas, el día 15 de noviembre, prácticamente hicieron trizas lo acordado.
En otras palabras, todo ha quedado reducido a promesas, promesas hasta ahora incumplidas. Como puede comprobarse al repasar el devenir histórico de Colombia, la burguesía hace lo que le conviene a ella, no al país. Una vez más los de abajo han sido traicionados. Casi imposible que en ocho días los congresistas amigos de los acuerdos hagan revertir esta situación.
Tal como se observaba, varios personajillos que andaban escampándose bajo el paraguas gubernamental no compartían lo pactado y por ello optaron por alejarse, caso Vargas Lleras quien ya mostró su verdadera actitud de clase al declararse como un auténtico defensor del neoliberalismo y de los intereses de las rancias oligarquías, disputándole a Urrifle Balas esta representación clasista.
Desde un principio se le venían poniendo palos a la rueda en busca de la paz. Uribe y sus áulicos guerreristas, el fiscal de bolsillo de Vargas Lleras, varias iglesias demoníacas y voceros de Tradición, Familia y Propiedad se oponen ferozmente a las reformas en favor de la ampliación de la democracia participativa, de la democratización de la propiedad sobre la tierra, de la libre exposición de iniciativas para sacar el país adelante, de que se conozca toda la verdad sobre lo sucedido en el país durante más de medio siglo, de que se juzgue y castigue a quienes cometieron crímenes de lesa humanidad, de poner fin a la matanza de los opositores. Estos fascistas se aferran a sus privilegios, rechazan los cambios en pro de la igualdad y la justicia social, no aceptan los derechos humanos y, mucho menos, su garantía.
Los guerrilleros no se entregaron, confiaron en la seriedad del Gobierno y de los poderes estatales, se desarmaron y cumplieron sus compromisos para que empezara la implementación de los acuerdos, crearon un partido político con el cual participar electoralmente, armados sólo de discursos, de argumentos, de raciocinios, pero enseguida empezaron a ser asesinados, tanto ellos como sus familiares, por los paramilitares, tradicionales compinches de las fuerzas militares estatales. Le apostaron a la oferta de garantías democráticas y fueron burlados.
Todavía cunde la ignorancia sobre los motivos que llevaron a la formación de las guerrillas en Colombia, del porqué fueron compelidos a insurreccionarse. Aún hay sectores ignorantes sobre la inexistencia en este país de plena democracia, de que, así como estamos hoy hemos vivido desde hace 200 años. Innumerables líderes con el mismo ideal de los guerrilleros de las FARC, del ELN y de otros movimientos similares han sido inmolados antes que permitirles realizar sus proyectos.
Las masas ignaras, obedecen ciega y únicamente a los victimarios, a los culpables de su propia desgracia, quienes, a través de la educación, de las iglesias, de los gobiernos, de los mal llamados medios de comunicación, deciden cuáles son las verdades y cuáles las mentiras, cuál es el sistema económico más conveniente, cuáles son los países amigos y cuáles los enemigos, cuáles son los valores y cuáles los antivalores.
Este es el país que los demócratas de verdad estamos en la obligación de cambiar por uno donde pongamos en vigencia el respeto a los Derechos Humanos de todos los coterráneos. Con el descalabro que acabamos de reseñar, el objetivo va a aplazarse muchos años más. Sin embargo, no pararemos de soñar en un futuro digno para nuestra descendencia.
Totalmente de acuerdo. Quienes dominan la economía nos manejan a su antojo. Nos hacen creer que la fiscalía, procuraduría, contraloría, todo el legislativo y el judicial se vean envueltos en una maraña de leyes y procesos en los que las cosas avanzan solo a la conveniencia de los dueños del poder. Sin embargo, el poder por la fuerza no se puede imponer. Qué nos queda?. Elegir a Senado y Cámara con personas honestas, incorruptibles y que piensen en los intereses de los electores y no en los personales cuando lleguen a esas instancias. Hay que seguir.