Ni los casi 30 millones de pesos que mensualmente les entran a los bolsillos son motivación suficiente para que algunos congresistas se dignen a hacer su trabajo. La falta de cuórum en las votaciones y las llegadas tarde a los debates son solo muestras de lo poco que les interesa a los Honorables Senadores y Representantes a la Cámara el cumplir con el deber para el cual fueron elegidos y por el cual tienen ingresos que, a diferencia de muchos otros colombianos, les permiten vivir cómodamente.
Al lento tramite de la Jurisdicción Especial para la Paz, que ha tenido que enfrentarse a la mala jugada de algunos partidos como Cambio Radical, Conservador y Centro Democrático, de retirarse antes de la votación; se le suma la denuncia de la Representante Ángelica Lozano, de una operación tortuga dentro de la Comisión Primera que no ha asignado los ponentes en al menos tres proyectos. Dicha designación le corresponde al vicepresidente de la Comisión, Carlos Jimenez, de Cambio Radical. ¿Coincidencia?
Pero no solo los proyectos de Ley de los Acuerdos de Paz, que van en una carrera contra reloj para ser aprobados, se han visto afectados por la falta de decencia de los Congresistas. En el pasado debates como el presupuesto de la Nación para 2018 y la Reforma Política no contaron con la asistencia requerida. Nada que sorprenda del comportamiento del político colombiano que quiere quedar en la mejor posición de cara a una nueva contienda electoral. Pero incluso debates en torno a la violencia contra la mujer, tema de vital relevancia dentro de una sociedad donde los feminicidios van en aumento, no han sido de interés para los parlamentarios, que han llegado al descaro de no asistir al debate sobre las sanciones por ausentismo en el Congreso. Claro, porque saben que tienen rabo de paja.
Esta cómoda posición de los parlamentarios es un insulto al Estado y a todo lo que lo conforma. Sin importar la posición política, los Senadores y Representantes tienen el deber con la sociedad y con la democracia de debatir y votar los proyectos, para eso fueron elegidos y son pagados con nuestros impuestos, no para que se ausenten cada vez que les conviene.
Lo preocupante de la situación es que al parecer a los ciudadanos y a los medios este comportamiento les parece cada vez más normal, y se ha vuelto algo más para reseñar y no para castigar, y ese es el tipo de cosas que se pagan fuertemente con el tiempo.
No es posible que como sociedad avalemos el sabotaje de la democracia, es hora de poner fin a la manipulación, porque los intereses colectivos deben primar sobre los individuales.
No es justo que los Congresistas de esta nación estén dispuestos a dejar pasar la oportunidad de poner fin a una guerra de seis décadas, no es justo que miles de vidas de colombianos estén en juego por el capricho de unos pocos, no es justo que el Estado este fallando por aquellos que juran defenderlo al tomar posesión.
Vergüenza es lo que debería darle a los Senadores y Representantes que se ausentan o llegan tarde a los debates, a aquellos que dilatan una ponencia, que no respetan los tiempos de intervención, que se van en medio de las votaciones y que luego salen en todos los medios a defender sus posturas y tildar de dictadura a la democracia que ellos mismos se encargan de destruir.
Pero más vergüenza les debería dar a los miles de colombianos que cada cuatro años venden su voto al primer postor y a los que brillan por su ausencia en las urnas porque piensan que como no les interesa la política ésta no los toca, y sufren cada vez que van a pedir una cita en la EPS o que el salario no les alcanza para cubrir con las necesidades básicas de su familia.
Si aún nos queda un poquito de dignidad (muchos congresistas ni saben qué es), el castigar en las urnas y el velar por una renovación en el Congreso se nos debería convertir en un mandato. La única manera de obligarlos a participar de la democracia es precisamente haciendo uso de ésta, que se den cuenta que ya no la tienen tan fácil como antes, que los estamos observando y que no permitiremos que la dinámica de solo favorecer a uno cuantos intereses seguirá primando en Colombia.
No es justo nada de lo que hacen muchos de esos ineptos, flojos y corruptos congresistas, aunque aclaro, algunos don personas interesadas en el bien ciudadano y en eso trabajan. El resto son una partida de corbatudos. Embusteros y aprovechados de la necesidad de muchos colombianos que los eligen x un miserable puesto o prebenda. Estoy harta de esos tipejos. De mí no volveran a ver un voto.
Con todo respeto, la palabra “tema” se generalizó en todos los medios de comunicación, que vulgar facilísimo y lo peor es que ya todo el mundo la usa indeterminadamente, nosotros como periodistas tenemos el rol de formar y estamos deformando la principal herramienta de nuestro quehacer: el idioma español, riquísimo por demás en sinónimos, es un desastre. Otra, en Colombia no hay Parlamento
Muy cierto, la mayoría lo sabemos , pero aparte de que los castiguemos en las urnas , que otro castigo se les puede imputar ? No hay control dentro del mismo congreso ?
La mejor forma de iniciar el cambio que todos anhelamos es el votar a conciencia por senadores y representantes que sean honestos, que se comprometan a cumplir el deber, y que estén dispuestos a pasar al elector la información del reporte de actividades. Así como en una empresa privada el empleado debe reportar lo que hace, el senador debe entregar a sus electores un informe de su actividad mes a mes. Por ahora los no corruptos que se perfilan bien, son los de la Alianza Verde.