Esta semana llamó mi atención la noticia de que Peldar, la empresa de la Organización Ardila Lülle y del grupo Owens- Illinois, el fabricante de envases de vidrio más grande del mundo, decidió cerrar las puertas de su fábrica en Envigado y mudarse a Zipaquirá, después de estar en 70 años en el sur del Valle de Aburrá.
Peldar dejará 78.000 metros cuadrados que podrían ser usados, como lo augura El Colombiano, en desarrollo inmobiliario: vivienda, locales u oficinas. Una jugada que no sería extraña en un municipio en donde la expansión urbana, aunque desordenada, ha ido en asenso en los últimos años. Además, el Grupo Éxito, vecinos de la actual fábrica, están construyendo un Mega Centro Comercial, un impulso más para querer invertir en proyectos de vivienda en el espacio que quede después de la mudanza.
Pero aunque suene como lo más lógico, no necesariamente sería la mejor decisión, ya que esta sería la oportunidad perfecta para que las autoridades y el Estado convirtieran el lugar en un gran parque urbano para el disfrute de la comunidad.
Imagine lo que representaría para el Valle de Aburrá, afectado por tantos problemas de contaminación, contar con otro pulmón verde en el sur, que acompañe al Cerro El Volador y el Nutibara. Un espacio verde, donde los ciudadanos puedan disfrutar de un mejor aire, conectarse con la naturaleza y descansar. Sería el mejor regalo que la administración podría darle a los habitantes de un municipio que se queda sin zonas verdes de cuenta de la expansión inmobiliaria.
Muchas razones habría para considerar esta propuesta. Comenzando por los vecinos del sector, quienes por años sufrieron las consecuencias en contaminación y emergencias que se presentaron en la fábrica, que podrían recibir un merecida recompensa al ver la valorización de sus viviendas con un proyecto de esta magnitud; y siguiendo por todos los habitantes del Valle de Aburrá que contarían con otro espacio para el desarrollo de deporte y cultura.
Además, el cambio climático cada vez es más real y debemos buscar alternativas para tratar de contrarrestar sus efectos a las próximas generaciones, por lo que el desarrollo de nuestras ciudades deberían apostar por espacios verdes.
Desde hace varios años los municipios que componen el Área Metropolitana han sucumbido al cemento. Las construcciones de vivienda y oficinas no cesan y los pocos espacios públicos, aunque valiosos y necesarios, fueron construidos como grandes pantallas de cemento con pocos árboles, muestra de ello es el Parque de los Deseos en Medellín.
Adicional a la construcción, el aumento del parque automotor en el Área Metropolitana es otro factor que está afectando la calidad del aire, dando pie a las contingencias ambientales que se han presentado en los últimos años y que no han tenido una respuesta ideal y contundente por parte de las autoridades, incluso herramientas ciudadanas para hacer control a los puntos de mayor contaminación como el Siata parecen estar siendo desarticuladas.
Imaginar un gran parque urbano, como Central Park en Nueva York o Hyde Park en Londres, por mencionar algunos, debería ser posible para los ciudadanos, que deben exigir más por su calidad de vida, al tiempo que es necesario que nuestros gobernantes tomen en serio el menester de contar con este tipo de espacios en nuestras ciudades.
Esperemos que la decisión que se tome frente al espacio que deja Peldar pueda contribuir realmente a la mejora de la calidad del aire del Valle de Aburrá, y que prime la importancia ambiental frente a la del negocio. Amanecerá y veremos cuál es la prioridad de las autoridades.