En medio del contexto futbolístico que se vive en el país por estos días, debido a los partidos de las Eliminatorias para el Mundial de Rusia 2018, se ha hecho presente un rival al que Colombia aún no ha podido derrotar: la corrupción.
Este enemigo, que nos está ganando por goleada, ha generado que vivamos en un país en el cual una gran cantidad de los políticos aprovechan su posición de poder para obtener su tajada de cada negocio y donde el presidente unta de mermelada a aquellos que le ayuden a obtener un poco de legitimidad.
Aquí se hace una refinería para abaratar los costos de producción de la gasolina, pero se roban el doble del dinero de la construcción de la misma, como sucedió con Reficar, en la cual el sobrecosto superó los 4.000 millones de dólares. Esa cantidad representa cuatro veces el dinero que invirtió el presidente Correa en Ecuador en obras públicas para afrontar la época de lluvias y no tener, en el caso de Colombia, una Mocoa por reconstruir.
Los más recientes escándalos de corrupción en Colombia, como Odebrecht y el caso del exfiscal anticorrupción Luis Gustavo Moreno, han dejado ver cómo se ha violado la ley por parte de funcionarios públicos de las tres ramas del poder. Unos verdaderos golazos que nos han metido de vaselina, entendida como la “englobadita”.
En el caso de la rama ejecutiva, en el centro del campo la corrupción tiene de jugador estrella a nada más y nada menos que al Presidente de la República Juan Manuel Santos, quien en 2010 recibió para su campaña presidencial 400.000 dólares para la elaboración de al menos dos millones de carteles publicitarios, y en 2014 un millón de dólares por parte de la firma brasileña Odebrecht, según Eleuberto Martorelli, exrepresentante de esta organización en Colombia.
Por este caso de la constructora brasileña, ya han “caído” varios personajes, como el exviceministro de transportes en el periodo presidencial de Uribe –quien sacaba pecho de que este escándalo no afectaba a sus funcionarios durante su mandato-, Gabriel García, y el exsenador cordobés Otto Bula.
En la cantera del rival encontramos otros “cracks” como el exgobernador de La Guajira Kiko Gómez, quien tiene dos condenas de más de 40 años por homicidio o el caso de la Gobernación de Boyacá, bajo el mandato de Carlos Amaya, la cual, según la periodista Gina Rojas, censuraba al Diario Extra Boyacá para que en este no se criticara la gestión del boyacense.
En la ofensiva la corrupción ha incorporado a la rama judicial que ha sido golpeada por el reciente caso del exfiscal anticorrupción Gustavo Moreno, quien hacía de intermediario entre el exgobernador de Córdoba Alejandro Lyons, quien tiene una investigación en Estados Unidos por el desfalco a su departamento en el manejo del sistema general de regalías, y tres expresidentes de la Corte Suprema: José Bustos, Camilo Tarquino y Francisco Ricaurte, para que estos le brindaran blindaje judicial en sus investigaciones.
Por la bandas están los casos de corrupción de la rama legislativa, ya que el senador Musa Besaile, quien es investigado por tener nexos con paramilitares, le pagó 2.000 millones de pesos al exfiscal Moreno para que el magistrado Bustos lo beneficiara en sus acusaciones.
Asimismo, el senador y presidente del Directorio Nacional del Partido Conservador, Hernán Andrade, investigado por presuntamente haber recibido un dinero parte de un desfalco a Cajanal en 2006, está siendo investigado por haber pagado un soborno al magistrado Bustos de 2.300 millones de pesos a través de Moreno.
A pesar de tener a varios funcionarios de todos los poderes jugando a su favor, la corrupción también tiene un as bajo la manga, ya que en la suplencia cuenta con varios cambios que le ayudarían a ampliar la diferencia en el marcador. Varios opositores del gobierno de Juan Manuel Santos también se han visto afectados por los escándalos de corrupción, como en el caso de la campaña presidencial de Óscar Iván Zuluaga en 2014, la cual, según Martorelli, recibió el apoyo de 1.6 millones de dólares por parte de Odebrecht para financiar al asesor y publicista brasileño Duda Mendoça.
Del mismo modo, el exgobernador de Antioquia y precandidato presidencial para elecciones de 2018 por el Partido Centro Democrático, Luis Alfredo Ramos, está siendo investigado por presuntamente haber pagado sobornos para entorpecer las investigaciones lo acusan de tener vínculos con paramilitares.
Frente al resultado de este partido, en el que se decide si ganan unos pocos o gana todo el pueblo colombiano, el seleccionado nacional no debe permitir que aquellos que nos la están metiendo –la goleada, claramente- sigan haciendo sus filigranas para derrotar con mayor fuerza a Colombia.
Las incorporaciones necesarias tienen fecha de ingreso, las elecciones al Congreso y a la Presidencia, que se llevarán a cabo en marzo y mayo, respectivamente, del próximo año, en las que el DT nacional, que somos todos los colombianos, tendremos la oportunidad de darle vuelta al marcador o permitir que la derrota sea aún más vergonzosa para nuestro país.