La obsesión por los resultados en las pruebas estandarizadas ha mutado el ADN de la escuela que solía mostrar interés en los aspectos relacionados a la formación humana de los sujetos. La estructura del ADN contemporáneo se evidencia en la manera como se piensan los tiempos y procesos del estudiantado y profesorado: incremento de sus ocupaciones para mejores resultados; se afirma en las voces de los gobiernos que subrayan un resultado presionado por las políticas educativas actuales, orientadas, a su vez, por organismos económicos de amplio espectro global (OCDE); y se replica desde un lenguaje híbrido que apela a conceptos de una pedagogía “moderna” para formalizar sus fines empresariales.
La configuración de esta escuela, en su valoración desmedida por el producto de las pruebas estandarizadas, crea un caldo de cultivo apropiado para el enriquecimiento de grandes corporaciones que, alejadas de una preocupación genuina por la calidad de la educación ─como bien podría pensarse─, se interesan por las grandes cifras que mueven los organismos gubernamentales en su afán de alcanzar puestos honrosos en las listas de la “excelencia”.
Es el profesor Enrique Diez quien señala que “las multinacionales del mundo editorial y relacionadas con la educación privada están desembarcando en este suculento negocio que comporta muchos millones de beneficios” . Pone el ejemplo de la editorial británica Pearson que tiene un contrato bastante importante, financiado con dineros públicos, para la redacción, corrección y análisis de los exámenes de las pruebas PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes). La estructura del ADN de la educación actual, insisto, permite que estas grandes corporaciones asientan y direccionen procesos, a la vez que, con sus discursos altruistas y “vanguardistas”, refuerzan dicha estructura. Es un proceso en doble vía.
Pero no nos vayamos tan lejos. Aquí, en la ciudad innovadora, también suceden cosas. En el último informe Medellín Cómo Vamos (2016) aparece una mención del subsecretario de Educación de Medellín, Jorge Iván Ríos, quien, a la pregunta “sí tuviera que apostarle a una sola iniciativa que tenga el mayor impacto en los resultados de los estudiantes en pruebas de logro a cuál le apostaría la administración municipal” (sic), responde que “sería el fortalecimiento de la estrategia SaberEs, la cual requiere de altos niveles de inversión”.
Luego, reconoce que “es una experiencia que se ha tomado de algunos colegios privados de Medellín, se contrata con dos empresas que la han aplicado en ciudades como Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga y Cúcuta, con muy buenos resultados”. Conviene saber que la estrategia SaberEs, hace parte del plan de Desarrollo de Medellín 2016-2019 que, como bien se indica en la página de la Secretaría de Educación de Medellín, está enfocada en aumentar los resultados de las pruebas estandarizadas y en el “aprovechamiento” de los beneficios y oportunidades a partir de los mismos.
Es decir, desde un modelo de gestión que considera la competencia entre las instituciones educativas como favorecedora de la eficiencia en la educación, se plantea la posibilidad del acceso a los bonos o vouchers educativos que el gobierno provee a una parte reducida del estudiantado.
Ahora, para esta expedición “educativa”, y en concordancia con las palabras del subsecretario de Educación de Medellín, se ha seleccionado como guía a la empresa ─con dilatada experiencia─: Los Tres Editores S.A.S. Esta semana se inició con un proceso de capacitación a los profesores de las áreas relacionadas a las pruebas, siendo el modesto Hotel Dann Carlton la sede del encuentro.
Esta empresa, en su página web, y siendo leal a su interés “altruista” por la educación, afirma que: “Somos una empresa comprometida con el apoyo a la educación con calidad, cumpliendo con el objetivo de producir conocimiento teórico, práctico y de investigación que aporte a la calidad de la educación en los niveles de preescolar, básica, media y superior».
Es pertinente recordar que este “apoyo a la calidad de la educación” se evidencia, por ejemplo, en sendos contratos celebrados en el año 2011 con el municipio de Sucre (Sucre), el primero de ellos por $229.992.000 pesos para la dotación de textos escolares a estudiantes de las instituciones educativas oficiales del municipio, y el segundo contrato por $499.980.000 pesos en material de apoyo para el desarrollo de las competencias de los estudiantes, también pertenecientes a las instituciones educativas oficiales; o en otro contrato, del mismo año, celebrado esta vez con la gobernación de Sucre por 499.928.000 pesos, para la dotación de textos escolares a estudiantes de nueve instituciones académicas del departamento (Ver Link); o en el contrato por 1.500 millones de pesos, también para dotación de textos escolares, realizado con la misma gobernación, (contrato por el cual la contraloría, en el año 2013, le abrió investigación al gobernador de Sucre, Julio César Guerra, por detrimento patrimonial debido a irregularidades relacionados con el costo de los libros).
Según las cosas, en Colombia, Los Tres Editores S.A.S es la versión criolla de la Pearson europea que aprovecha la obsesión ya manifestada por el gobierno local para hacer crecer su negocio. Esta editorial ha llegado con las buenas intenciones en hacer de Medellín una ciudad más que innovadora, educada; por lo menos la administración municipal así lo cree.
La inyección de dinero para tal propósito es bastante cuantiosa, y en ese sentido, hay que estar atentos y ejercer control ciudadano. Hablo no solo de las entidades de control, sino también del profesorado, estudiantado y padres de familia para que desde una posición crítica revisen las guías, las pruebas y las capacitaciones en las que participen.
La academia parece no equivocarse, entonces, cuando encuentra en estas pruebas estandarizadas un asunto que trasciende lo meramente educativo. Definitivamente detrás de los SaberEs hay otros saberes, con más cercanía a los bolsillos que a las personas.
Habría que decir con insistencia que el ADN de la escuela hace que estas editoriales se lucren; nuevamente los dineros públicos engordan las empresas privadas.
Habría que decirle a la administración que en vez de despilfarrar los dineros en meras guías y repetidas capacitaciones, que poco o nada aportan a la calidad de la educación, mejor giren la mirada hacia las universidades y a sus mismas escuelas en las que puede encontrar propuestas con mayor fundamento pedagógico.
Confundir educación con entrenamiento pervierte los fines de la educación, reduce, además, la complejidad del proceso educativo en la simplicidad de un examen. Como bien diría Pablo Gentili: estas pruebas que parecen más un concurso de belleza, equivocan el camino y conducen a un verdadero desastre en el que las editoriales aparecen como redentoras de la educación. A Medellín ha llegado, al parecer, la suya.
Excelente análisis. Va al centro. Esto está lejos de ser una formación para la transformación social, para lo humano, para la ciudadanía, lo público. Es un entrenamiento, punto.
Estamos perdiendo el tiempo, embolatando a los estudiantes, es un fraude lo que hacemos.
Entre el entrenamiento y unos embelecos de pedagogía, que si las ayudas didácticas, que cada uno tiene su sabiduría… Nos estamos quedando en medir resultados, en pasar informes, y quedamos mu bien con las instancias, con los requisitos, y no sabemos dónde estamos parados. La educación sí es la salida de un país, es la puerta de la democracia, pero no como la estamos haciendo.
Qué bueno conocer al autor del artículo.
Gracias profesor Marco Fidel Gómez Londoño