¿El poder para qué?

Opina - Política

2017-06-09

¿El poder para qué?

Como pocas veces en los últimos procesos electorales estamos frente a un abanico de candidatos tan numeroso y tan variopinto. Movidos por los escándalos de corrupción y la disminución de la visibilidad mediática de la violencia política pareciera ser que el eje de debate de la elección presidencial podría girar en torno a la transparencia, honestidad y espíritu para combatir la corrupción.

La corrupción, una especie de rasgo característico, fundacional, de nuestra sociedad, siempre había estado invisibilizada por el conflicto, al menos en términos electorales. Esto había alimentado opiniones del calibre de “no importa que robe mientras acabe con las FARC” o la tristemente célebre “reducir la corrupción a sus justas proporciones”

Es curioso, en este escenario político, que desde todos los espectros del sistema político e ideológico se quiera reclamar la bandera de la anticorrupción, siendo que todos y cada uno de ellos, de alguna forma, han estado permeados por dicha práctica política y cultural.

Que la corrupción se ponga en el en el centro del debate electoral es muy peligroso. No se trata de negar su importancia y las nefastas consecuencias que ésta ha traído al desarrollo del país, sin embargo, en este contexto, puede servir para que perdamos de vista las posiciones de los candidatos frente a los temas estructurales que agobian al país.

No hay escenario más ideal para los partidos ‘atrapatodo’ y para los políticos que se escudan en la falsa idea del “centro político” para buscar llegar al poder. Es por eso que los ciudadanos debemos estar bien informados, pero sobre todo ser muy activos en el escrutinio permanente de las posiciones ideológicas de todos los candidatos sin dejarnos llevar por los cantos de sirena de la trasparencia y la lucha contra la corrupción.

Quien gane las próximas elecciones tendrá en sus manos la continuidad, transformación o derogación del proceso de implementación de los acuerdos de paz. Igualmente tendrá que hacer frente al estallido social creciente en distintos sectores urbanos y rurales del país.

Imagen cortesía de: Correo Confidencial

Quien gane las próximas elecciones podrá continuar o echar para atrás los avances que con mucho esfuerzo se han conseguido por distintos sectores minoritarios en el ámbito de la sexualidad, el medio ambiente y los derechos animales, entre otros.

Generalmente, en este tipo de contextos electorales se prenden las alarmas frente al ascenso de los liderazgos populistas, y en parte tienen razón. Sin embargo, un peligro latente, y frente al cual hay que estar atentos son los liderazgos que, basados en la lucha contra la corrupción y el manejo de estrategias de imagen y comunicación política, logran desviar la atención sobre las posiciones e intereses reales de estas personas de llegar a ser elegidas.

Es más honesto, para el elector, saber a ciencia cierta qué piensan los candidatos frente a todos estos temas. En política la vaguedad, los políticos agua tibia, y las posturas ambiguas son más peligrosas que las posturas claras y determinadas frente a la realidad, por más de que las compartamos o no.

Esta ambigüedad se ve reflejada en el electorado que, sin falta en distintas encuestas de cultura política, siempre afirma ser de centro, pero cuando va a las urnas termina votando por políticos de ideas políticas claramente delimitadas.

Pero, una cosa es el ciudadano agobiado por su realidad y con escasa información y formación política, y otra un político que se aprovecha del panorama para vender una imagen y unas ideas que no lo representan realmente.

De cara al 2018 debemos ser conscientes de la trascendencia de la elección, entender que la corrupción es un mal endémico de nuestro sistema y que debe ser erradicada, pero sobre todo preguntarnos ¿el poder para qué?

 

 

Juan David Cárdenas Ruiz
Politólogo, Especialista en Opinión Pública y Marketing Político. Magister en Estudios Políticos. Docente universitario e investigador. Interesado en temas de comunicación política, opinión pública y cultura política