Los paros que se han realizado estas semanas en el país son el resultado de la desigualdad que aplica el Gobierno Nacional como política de desarrollo. Estos paros muestran el lado de Colombia que los medios de comunicación prefieren ocultar a los colombianos, medios que solo hablan y hallan problemas en Venezuela, pero que en Colombia disimulan que no existen, incluso, cambian los calificativos de los protestantes: en Venezuela, héroes; en Colombia, vándalos.
El paro magisterial ha sido el emblemático ejemplo de protesta de los maestros, esto con el fin de exigir al Gobierno Nacional el cumplimiento de mínimas condiciones de trabajo; lastimosamente, muchos se han encargado de criticar la decisión de los maestros de entrar en paro, difamando así su labor y calificándolos como colombianos que exigen mucho y hacen poco, esta afirmación es absurda como absurdos son los que creen que el objetivo del paro Nacional del Magisterio es exigir un incremento de salario, paupérrimo, por cierto, y no más.
Ha sido notorio que el objetivo del paro, que lleva ya largos días, es darle a entender al Gobierno Nacional que los maestros no son objeto de burla ni mucho menos un actor social de bajo impacto en la comunidad, sino que son el elemento clave de desarrollo, desarrollo del que de tanto presume el presidente Juan Manuel Santos, pero que en las estadísticas la realidad contradice, más cuando el desarrollo llega con educación y en Colombia la educación es, según política del Gobierno, o eso parece ser: des financiación.
Los datos son clave a la hora de tocar un tema, pero el objetivo de la columna no es ese, sino decirles a los colombianos, y en especial a los maestros, que no están solos.
Millones de colombianos los apoyamos y coincidimos en que, aunque no estén en las aulas enseñando temas de sus áreas, están haciendo algo más importante: enseñarnos a salir a las calles a luchar por lo que por derecho es nuestro.
Los maestros, valientes y admirables, exigen, como lo dice Esperanza Gutiérrez, Coordinadora de Tribuna Magisterial Tolima: “que el gobierno destine los recursos que le ha arrebatado al sector, que la educación sea al servicio de la Nación”. Igualmente, los maestros exigen mayor fomento entre las áreas artísticas y deportivas las cuales complementan la integridad educativa de los estudiantes. También “protestan por la reducción en más del 50 por ciento del Programa de Alimentación Escolar (PAE) y por los problemas de infraestructura de las instituciones a nivel Nacional”, lo cual demuestra que la prioridad del Gobierno con su pilar de Educación es disminuir los beneficios de quienes más necesitan en materia educativa; es debilitar la inversión y el funcionamiento de las instituciones y así sentenciar la ya condenada calidad de nuestra educación.
Este paro es la representación justa de la inconformidad de los maestros frente al incumplimiento del Gobierno.
Hay claras peticiones, como trataba anteriormente, que el magisterio hace en especial al MinEducación, pero que en sí el Gobierno trata de desconocer, por ejemplo: la mejora en los niveles salariales, creo que este factor refleja la apreciación con la que el Gobierno valora a los maestros, es decir, les baja importancia como profesión y labor; la mejora en la atención de salud, aunque de por sí la prestación del servicio de salud en Colombia da vergüenza, para los maestros actualmente esta situación es más crítica de lo normal, ya que en sí los prestadores de servicios de salud a los maestros resultan estar en un momento de inquietud, pues el Gobierno, tan propositivo como siempre, plantea una pronta “mejora” mediante una licitación en la que, probablemente, participen los grandes intereses políticos y económicos.
Asimismo, otra de las peticiones es en cuanto a la jornada única, pues esta intención en sí no es mala, pero si vamos a la realidad podemos ver que Colombia, como en muchos factores más, no está preparado para una implementación de un aumento de ocho horas de clase, pues, como anteriormente dije, no se cuenta con una infraestructura adecuada ni programas de alimentación efectivos para tal intención, esto debido a que el Gobierno ha reducido su inversión.
Es claro que los maestros siguen en pie de lucha, exigiendo tanto para ellos como para sus estudiantes las condiciones mínimas necesarias para lograr la calidad en la educación y el desarrollo de un modelo educativo más centrado y objetivo para formar país, cosa que Juan Manuel Santos incluye en sus discursos, pero ignora con sus acciones, incumpliendo los acuerdos anteriormente pactados y desconociendo el valor y la dignidad de los maestros en Colombia.
Para aquellos que se le unen al Gobierno en tono despectivo contra los maestros de Colombia, mejor pónganse en sus zapatos, practiquen la prestigiosa labor de la enseñanza con un salario como el que el Gobierno dispone para los maestros, con una infraestructura escolar cada vez más pobre y hablamos.