“Yo también odio a los maricas”, le dijo un policía a una mujer trans agredida en un parque del centro de Medellín. El caso está documentado por el Observatorio ciudadano LGTB de Medellín, quien presentó el día de ayer su primer boletín sobre la situación de derechos humanos de las personas LGBT de la ciudad, entre enero y abril de 2017.
Un trabajo ciudadano, sin remuneración alguna, liderado por Antioquia Trans, Lestorbamos, Panteras Rosa y CAIN, colectivos que entienden la importancia de visibilizar hechos para que no se repitan, para que no se dé -como lo señalan en el texto-, la “circularidad de las violencias”.
El acto fue anunciado por redes sociales, el boletín fue enviado a varias personalidades de la política local: concejales, secretarios de despacho, alcalde. También fueron invitados periodistas y organizaciones sociales y de control. La presentación se llevó a cabo en el centro para la diversidad sexual, contó con la presencia nutrida de personas LGBT interesadas, uno que otro periodista se acercó y, por fuerza de las prioridades administrativas, no asistió un solo funcionario con poder de decisión, ni uno.
Sentir aversión por manifestaciones, actuaciones y modos diferentes a lo heterosexual, lo cual nos han inculcado como correcto y sacro, se manifiesta en actos bárbaros como los que cita el boletín, pero en igual medida con la desidia por parte de los entes gubernamentales, de defensa y judiciales para tomar acciones, o al menos mostrar algo de interés por escuchar la presentación de informes como este.
El boletín desarrolla dos de tres líneas identificadas por el observatorio: 1) Derecho a la ciudad y goce del espacio público, 2) Vida, integridad y seguridad y, 3) Estado y respuesta institucional. En ellos evidencian casos que serían impensables en la ciudad innovadora que cuenta con vos, pero que son reales y que requieren visibilización (comunicación asertiva), denuncia y acompañamiento por parte de la institucionalidad.
Este es uno de los casos que más me llamó la atención, me partió el alma y recordó los actos fóbicos liderados por personajes como Carlos Alonso Lucio y Viviane Morales, quiénes esconden su odio hacia las personas LGBT, tras un discurso falso de protección:
“Días después de llegar a vivir al barrio y luego de haber sido desplazado por su orientación sexual desde otro departamento del país, comenzaron a circular rumores sobre la inconformidad que producía en algunos su presencia. Un día en horas del día fue abordado por individuos que se movilizaban en una moto, quienes lo golpearon y posteriormente lo trasladaron a otro lugar alejado donde fue agredido físicamente con un alto grado de sevicia, torturado y sexualmente violentado. Hoy, este hombre se encuentra de nuevo en situación de desplazamiento”.
El llamado constante en este primer boletín del Observatorio ciudadano LGBT, es la escasa formación de los funcionarios que atienden a las personas LGBT, o la designación de servidores “especializados y con la formación idónea para la atención, ya que persiste el desconocimiento y el prejuicio”, la ausencia de protocolos que incorporen enfoque diferencial para la atención e investigación de hechos de violencia, además de la necesidad de mejorar los sistemas de información, con el fin de tener datos concretos, detallados, sin vacíos que posibiliten ignorar hechos de violencia por orientación sexual o identidad de género.
El boletín lo pueden leer aquí. Mientras lo hace, pregúntese qué está dispuesto(a) a hacer para aportarle a la construcción de una ciudad en la que quepamos sin distingo. Y pregúntele a la administración municipal (por ejemplo) cuáles acciones desde la Política pública LGBT se están encaminando para un seguimiento sistemático a las violencias contra las personas de los sectores LGBT, y cuáles estrategias se adelantan actualmente, que sean serias (académicas, técnicas y transversales), y contundentes para la desarticulación de violencias psicológicas, verbales y físicas.