No sabían qué inventarse para detener la revocatoria de Peñalosa y nos tocaron el bolsillo a ver si nos duele por ahí.
Aparte del trabajito de publicidad que le está haciendo la Revista Semana al alcalde y la usual línea editorial proadministración de Canal Capital poco se habla bien de Peñalosa y su gestión. El Registrador Nacional, Juan Carlos Galindo, parece haber lanzado un salvavidas al mandatario, diciendo que no hay recursos para ejecutar las revocatorias que costarían 98.500 millones, ni las elecciones que de allí se deriven que requieren 100 mil millones de pesos. Ni la de Enrique Peñalosa ni la de nadie
¿Perdón? Derrochan recursos públicos en cuanto evento y publicidad es posible, pero a la hora de hacer valer los derechos de los ciudadanos no hay ni un peso partido por la mitad.
¿Por qué tanta prevención de algunos periodistas a la revocatoritis cuando en 25 años no se ha ejecutado satisfactoriamente ni una sola vez? ¿Se están oponiendo jurídicamente a la revocatoria porque ya no es tan fácil asaltar una oficina y desaparecer las firmas? Que fue lo que pasó en 1999 el intento de revocar su primer mandato.
El alcalde Peñalosa se opone a llamar a las urnas porque sabe que pierde, no es porque esté concentrado en trabajar, como descaradamente le dice a la prensa. Si Bogotá tiene la oportunidad este año de volver a elegir alcalde, seguramente Peñalosa no sería el ganador. Y no es culpa de Petro, es más culpa del retrovisor que no lo deja trabajar por estar pendiente de mirarlo y señalar a través de él.
No se puede resumir su ineptitud como gobernante en que lo quieren revocar porque no es buen comunicador. Que él desee dirigir la ciudad desde un pedestal e inundarla de los buses rojos que vende por el mundo es una inconformidad real de la ciudadanía. Como lo son su clara improvisación inaugurando lo que no está listo sólo para ganarse aplausos diciendo que destrabó las obras que tenía paradas la administración pasada, porque si en el Palacio de Liévano se tiran un pedo, investigan si es un ataque químico de Petro a su gobierno.
Es una lástima que Peñalosa siga pendiente de defenderse y no se haya enfocado en trabajar por la ciudad que lo eligió; pero lo que es verdaderamente desafortunado es que la ciudadanía quiera enmendar el error y resarcir el rumbo y se lo impidan con triquiñuelas.
Lo único que están logrando con que el Consejo Nacional Electoral se esté metiendo al parecer a favor del alcalde es terminar de dividir la ciudad. A quienes antes ni siquiera les importaba la revocatoria se han sumado a favor debido al panorama inconstitucional de la caída del mecanismo.
Vale mucha plata la revocatoria, sí, pero ¿cuánto nos cuesta una administración mal ejecutada como las que ya hemos vivido? Desde el desayuno se sabe lo que viene para la cena y si en casi año y medio Peñalosa no ha demostrado ser el alcalde que necesita Bogotá, en 2 años no habrá cambiado para mejor.
Son muchas las personas que se oponen a la venta de ETB, a la urbanización de la Thomas Van Der Hammen y a la mamada de gallo con la construcción del tan anhelado metro; pero muchos insisten en mostrar el tema como una vil campaña de la oposición desocupada que quiere ganar visibilidad.
Si así fuera, si la ciudadanía estuviera tan feliz con Peñalosa, ni las encuestas lo tendrían como el peor alcalde del país ni el alcalde tendría miedo de irse a las urnas y refrendar su mandato, demostrar esas popularidad que dice tener, ese montón de fans de montar en Transmilenio, pagar caro por ello, y hacerse a la idea que los huecos son una montaña rusa.
Peñaloza se va revocado o se va a empujones, pero que se va, se va