Desarmar la mente

Opina - Sociedad

2017-04-27

Desarmar la mente

Aceptar la diferencia es una de esas virtudes sin las cuales la escucha no se puede dar” dijo don Paulo Freire.

Y en medio de esta fangosa y desgastante  discusión entre Nairo con la Federación de Ciclismo de un lado y por otro Mariana y su visión de la Federación, preferimos tomar bandos y enfrentarlos a ellos, que se admiran y respetan mutuamente, que confrontar el verdadero problema que finalmente no son esas admirables personas, sino ¿qué hacemos con la Federación de Ciclismo?

Pero es que este episodio es el molde de lo que hacemos siempre, nos peleamos por lo superfluo y descuidamos lo esencial.

Por ejemplo, el problema del No o el Sí y las peleas viscerales que atizamos unos y otros, cuando consistía en acabar  con el conflicto armado por causas políticas, el problema de  si amanecemos en Medellín en alerta amarilla, naranja o roja Chernóbil por contaminación, cuando debemos pretender ir más allá de medir y generar un punto de inflexión en la calidad del aire.

Grande Mariana que tiene fotos con miles de admiradores de todos los estratos y condición y que ella no escoge, se los gana a cada pedalazo, así como grande Nairo que tiene admiradores en las facultades más aristocráticas de la universidades capitalinas hasta en las hacinadas cárceles que bordean las ciudades con todas sus historias de horror.

El trabajo de un deportista del nivel casi supra humano como ellos no es hacer admiradores, eso es una consecuencia de su tenacidad, y Nairo sabe cuantas fracturas tiene en su cuerpo Mariana y ella conoce las cicatrices del cuerpo del tenaz boyacense, porque ellos no escogieron donde y en qué condiciones nacer, pero sí hasta que meta llegar.

Imagen cortesía de: Clara Ávila

Las soluciones siempre serán soluciones, pero las especulaciones no son más que un ahondamiento en el problema que no siempre llevan a reducir el mal, lo vemos año tras año con el  verano por los que mueren de sed, como los niños en La Guajira, o por el invierno que arrasa poblaciones enteras como las de Mocoa o Manizales este año y miles de reclamos se amontonan como las ayudas humanitarias, pero cuando baja la marea mediática y los noticieros exprimen la novedad hasta el último peso que  la pauta les da, vuelven a mostrar los altos tacones de una actriz o el espectacular bronceo de un príncipe escandinavo a la espera silenciosa del próximo vendaval que arrebatará vidas, sin dedicarnos a planear un país que se adelante a los desastres.

Lo que pasa es que: “nos acostumbramos a buscar la fiebre en las sábanas” como decía mi madre, y en un país donde durante décadas quisimos arreglar las discusiones a bala, desapareciendo, desplazando y acallando, a penas comenzamos a descubrir el valor de respetar a quien piensa diferente y ser más creativos para las soluciones que para las especulaciones.

El gran reto del posconflicto no radica en lo económico, pues siempre sacamos dinero para la guerra y en las más aberrantes condiciones que nos llevó al desastroso acumulado de ocho millones de víctimas y 300 mil muertos y desaparecidos  por la violencia, encontramos la manera de seguir sobreviviendo.

El verdadero reto será desarmar la mente, respetar al que piensa diferente, buscar las causas de los problemas y no los efectos para revolcarnos en el lodo de memes y eternas discusiones de pasillo con bandos marcados o personas para lapidarlas.

Partir de tres simples preguntas pondría al país en un rumbo diferente: ¿Cuál es el verdadero problema? ¿Qué puedo hacer para solucionarlo? ¿Qué podemos hacer para que no se repita?

 

 

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Alejandro Toro
Periodista, Defensor de Derechos Humanos, conferencista y líder social. Director de la ONG Avanza Colombia.