El espejo de la Selección Colombia

Opina - Sociedad

2017-03-24

El espejo de la Selección Colombia

Me declaro un hincha ferviente del fútbol y hago parte de los miles de colombianos que amanece feliz de ponerse la “tricolor” para ver un partido de nuestra Selección Nacional. Sin embargo, más allá de la pasión que me genera este deporte no puedo dejar de lado algunas inquietudes que, a mi parecer, reflejan ciertos vacíos que tenemos como sociedad.

La convocatoria para los partidos contra Bolivia y Ecuador respectivamente de jugadores como Pablo Armero y Luis Quiñones han generado polémica en algunos periodistas y ciudadanos del común que consideran que el llamado a la selección de estos jugadores representa una acción que legitima la indisciplina y la violencia doméstica.

Si bien el llamado a jugar con la selección tiene como prioridad el momento y la función del jugador en el esquema táctico del cuerpo técnico, considero que en el fútbol y en cualquier otro espacio debe ser tenido en cuenta el aspecto que refiere a la ética y el comportamiento del ser humano. Ya sea en la Selección, en el Club, en la empresa, en el establecimiento o en cualquier lugar donde se desempeñe una labor hay que tener en cuenta que la parte ética es fundamental para el buen desarrollo e identidad del sitio al que se pertenece.

El asunto, que no se trata solamente de juzgar a estos dos jugadores por sus malos comportamientos, tiene que ver también con la mala memoria que siempre hemos tenido los colombianos con la historia de nuestro país, por eso es que de alguna manera afirmo que en esta ocasión la Tricolor Nacional sirve como espejo para vernos y reflexionar sobre lo que estamos legitimando y lo que estamos dejando pasar por alto.

¿Recuerdan ustedes que antes del Profesor Pekermán tuvimos como técnico a Hernán Darío “El bolillo” Gómez y que éste fue despedido por un escándalo similar al de Armero? Dicha actuación fue motivo suficiente para sacarlo del cuerpo técnico de la Tricolor pues no se justifica que el combinado nacional posea en su plantel a una persona que promueve con sus actos la violencia y el irrespeto al otro.

Haciendo eco a las palabras del periodista Carlos Antonio Vélez, que a pesar de no estar de acuerdo con muchas de sus ideas y de la petulancia con que las expresa, considero que acierta al decir que si vamos a rechazar actos de violencia e indisciplina con unas personas es porque debemos rechazarlos con todos aquellos que actúen indebidamente. En otras palabras, si al Bolillo lo echaron de la Selección por su caso de violencia de género, lo mismo deberían hacer con Armero, pues más allá de un buen momento futbolístico o de su aporte anímico al equipo, no se puede generar un espacio donde a unos sí les damos la segunda oportunidad y a otros no.

Para decirlo en otras palabras, pareciera que existen una doble moral con la situación actual en la Selección (otra manera de vernos en el espejo de la Tricolor), ya que no podemos salir a decir que lo que importa es que Armero juegue bien y no lo que haya pasado en su vida privada y que antes sí hayamos salido a defender a la mujer que fue golpeada por el Bolillo. De lo que se trata aquí es de decir que esta vez también pensamos en la esposa de Armero y en las miles de mujeres que a diario son víctimas de violencia y acoso.

No podemos permitir que se sigan generando vacíos en la justicia y que como sociedad digamos que perdonamos a una persona que violentó a otra solo porque ésta desempeña a cabalidad su labor. Es como si dijéramos entonces que justificamos la presencia de Rafael Uribe Noguera en las mejores contrataciones y obras públicas a pesar de su violación a Yuliana Samboní.

Imagen cortesía de: Fútbol en AS.com – Diario AS

No afirmo del todo que no se pueda aceptar una excusa a la opinión pública por parte de los jugadores, sin embargo pienso que desde un principio ambos debieron presentarse ante los medios y dar siquiera una muestra de arrepentimiento y compromiso para evitar que se sigan manifestando episodios de violencia y desorden que puedan afectar la imagen de ellos y de los colores que defienden en el fútbol.

Pienso entonces que esta polémica nos puede servir para reflexionar sobre nuestra memoria y también sobre la manera en que construimos nuestra moral como sociedad. Lo anterior ya que no es solo en el fútbol sino también en otros factores como la política o la misma sociedad donde debemos evitar que las cosas se repitan para mal y no logremos recordar aquello que nos hizo tropezar.

Debemos dejar de llamarnos “país sin memoria” y empezar a interesarnos por tener un contexto y unos argumentos para defender y replantear aquello que no consideramos correcto. Basta de tirar la piedra y esconder la mano por conveniencia, basta de pensar que “somos más papistas que el papa” solo porque buscamos restablecer unos valores mínimos de respeto, tolerancia y convivencia en el país.

Es por esto que considero, en este caso en específico, que no se debió llamar a Armero y a Quiñones, me parece que actualmente hay otros jugadores que cumplen esa función a cabalidad y que no representan un mal ejemplo para la sociedad. Es decir que le apuesto al llamado de personas que se destacan en su labor como futbolistas y, que a su vez, respetan y son responsables ante su familia y ante los demás al mantener una ética que no atenta la integridad de otros y que no afecta la identidad de los lugares a donde pertenecen.

No se puede legitimar y no se puede permitir que nos representen en la cancha, en el gobierno o en cualquier otro escenario seres humanos que han recurrido a las agresiones físicas y que no han sabido aprovechar con mayor responsabilidad el tiempo libre. Son figuras públicas y por ende representan un ejemplo a seguir para muchos otros que los ven como ídolos y que quieren seguir sus pasos, de ahí que no esté de acuerdo con la presencia de personas que no han sabido mantener una postura cordial y de respeto ante su entorno y ante el mundo.

Por el respeto a la mujer y a la memoria, y por mantener una postura de responsabilidad cívica, opino que hay que decirle que NO a la permisividad a la violencia y a la indisciplina.

Andrés Osorio Guillot
Estudiante de filosofía y letras. Interesado en reconstruir historias y narrar al país desde el periodismo. Trabajo temas en cultura, sociedad, memoria, conflicto y literatura.