Hace algunas semanas el mundo se emocionó al ver en los medios de comunicación las imágenes de los guerrilleros de las FARC marchando hacia las zonas de concentración. Y aunque los medios colombianos hicieron todo lo posible por evitar el tema y minimizarlo de manera casi dolosa, realmente fueron imágenes conmovedoras por lo que en sí mismo es el hecho de que uno de los conflictos más largos del mundo pueda terminar.
Sin embargo, a todo en Colombia se le ven peros por todo lado. La oposición aún patalea y grita con cinismo que se le entregó medio país a la guerrilla. Otros auguran que ahora sí vamos por el camino de Venezuela; y los más santanderistas hilan delgado para atrapar los líos jurídicos que acabarán según ellos, con el Estado Social de Derecho. Y aunque las medias verdades abundan en las versiones de pasillo, lo cierto es que más de 6.000 personas que antes andaban literalmente repartiendo bala en el monte y cobrándole vacunas a los campesinos hoy por fin podemos decir que son 6.000 razones más para creer que en Colombia se pueda soñar con la paz.
Pero este sueño tiene tanto de latinoamericano como la imperfección humana. Pues el gobierno parece que firmó muchas cosas de manera improvisada y afanosa, porque la realidad, es que los guerrilleros están llegando a unos verdaderos “peladeros”. Muchos de ellos, en zonas desérticas como el de Conejo en La Guajira. Tal parece que el gobierno asumió muchos compromisos quizá pensando en que el “chicharrón” le toque al próximo presidente pues el actual, ya cumplió con el hecho de haber firmado la paz. Es cierto que a los guerrilleros no se les debería brindar un hotel 5 estrellas, pero tampoco es posible que el gobierno no les cumpla ni siquiera con unas condiciones mínimas en un campamento.
Es la costumbre tan colombiana como el pensar a corto plazo; y esto es un reflejo del manejo que le damos a todo en nuestro país. Para ilustrar el argumento, se me viene a la cabeza la infraestructura vial de nuestras dizque ciudades capitales, donde el embotellamiento vehicular se nos volvió costumbre y donde ya no caben ni las motos ni los taxis. ¿O que tal la planeación urbana tan precaria que tenemos, donde ya los ciudadanos se derraman por las laderas porque no hay espacio para alojarnos?
Sencillamente, lo hacemos a la colombiana. Y aunque no debería ser así, todo en nuestro país es improvisado. Según declaraciones del Gobernador de Antioquia al periódico El Tiempo, de las 5 zonas veredales de concentración que existen en el departamento, solo una avanza en sus adecuaciones al 60 % y es precisamente, la que menos guerrilleros albergará.
El gobierno deberá actuar con prontitud si se quiere obtener un relativo éxito en el proceso con las FARC, pues según cifras del Comité Internacional de la Cruz Roja en su informe anual correspondiente a 2016, en dicho periodo, documentaron 838 posibles infracciones al derecho internacional humanitario y otros principios humanitarios que afectaron a 18.671 personas en el territorio. Casi todos los casos documentados por el organismo, hablan de personas desaparecidas antes de 2016. La gran preocupación es la reconfiguración de focos criminales con otros actores como los paramilitares, el ELN y las bandas delincuenciales.
Y como si fuera poco, hace 15 días un portal de noticias denunció posibles irregularidades en la contratación de los servicios logísticos y de adecuación para dichas zonas transitorias. Apresuradamente, el gobierno a través del Secretario General de la Presidencia, salió a apagar el incendio argumentando que los contratistas tenían más de 15 años de experiencia en el ramo, a pesar de que el portal denunció que según lo registrado en las cámaras de comercio, a quienes se contrató no tenían experiencia para proveer esa clase de servicios.
Lo cierto es que si el Estado es corrupto, ineficaz y lento con los ciudadanos “normales”, ¿Qué pueden esperar los guerrilleros? ¿Qué pueden esperar aquellos que ni siquiera cedulados están o poseen múltiples identificaciones?
Este proceso no puede llevarse como si los desmovilizados fueran un producto contable o parte de un inventario.
Urge que el gobierno le dé la trascendencia que en verdad tiene el paso de las FARC a la vida civil y que así como es tan bueno y eficiente para recaudar impuestos y “joder” a la clase media, se necesita que tome en serio y con una verdadera planeación estratégica el tránsito y posterior desarme de los guerrilleros de las FARC.
No puede ser posible que seamos uno de los países con más experiencia en procesos de paz y que como dicen en México nos vayamos a rajar en procedimientos que van más allá de lo político y fundamentalmente más importante.
El cambio podrá ser real si como todo en el país, existe voluntad política para hacerlo. El Gobierno no podrá caer en los mismos errores de procesos pasados; porque el tiempo avanza y la paciencia se agota. Recordemos que solo 2 meses después de haberse desmovilizado el M19, asesinaron a su líder Carlos Pizarro. Sin embargo, dicho movimiento persistió en su voluntad de caminar hacia la vía civil y quiéralo o no un sector político del país, fueron protagonistas de un cambio que necesitaba la nación.
Hasta el momento las FARC han persistido en su voluntad de paz, a pesar de errores cometidos de lado y lado. No se puede dejar pasar este momento tan importante para el mundo, enredándonos en corruptelas o trámites que dilatan y desgastan el proceso.
Mientras tanto, cantémosle a los guerrilleros aquel estribillo de una canción parrandera que dice: “tengamos paciencia hermanos”. Finalmente, termino esta reflexión con la última frase de una de las más grandes obras de la literatura contemporánea; y es que a todos sin excepción en Colombia solo nos queda “confiar y esperar”.