Luego de conocida la intención del ministro del interior Juan Fernando Cristo de presentar una amplia reforma política, muchas fueron las reacciones alrededor de este descabellado proyecto, en primer lugar porque ni siquiera cuenta con la aprobación total del presidente de la República y segundo, porque ni siquiera el propio ministro sabe qué va a contener la reforma.
Entre los pilares principales que contiene la reforma, destacan la eliminación de la Vicepresidencia, el voto joven y obligatorio y como si fuera poco, las listas cerradas para todas las elecciones a corporaciones político administrativas, a saberse: Congreso, Asambleas, Concejos.
Es claro que esta “ambiciosa” reforma, es una evidente sustitución de la Constitución, pues pretende variar componentes axiológicos elementales de nuestra Carta Política, sorprende además la insistencia del ministro Cristo, de cambiar las reglas de juego con las que se han hecho elegir. ¿Será que pretende llegar a la contienda presidencial con alguna ventaja?
Sobre los ejes principales de esta inoficiosa reforma son muchos los comentarios que debo hacer, así las cosas, sorprende que el ministro insista en un voto joven sin antes garantizar una participación efectiva de los jóvenes. Si el Ministerio está muy preocupado por incentivar la participación juvenil en la política, por qué mejor no eliminan los límites de edad que existen para acceder a ciertos cargos. ¿Quién dijo que para ser senador o presidente era necesario tener 30 años? ¿Por qué limitan de esta manera la participación de los jóvenes? Si incentivan un voto joven pues que los jóvenes puedan votar por otros jóvenes.
Ahora bien, la discusión sobre el voto obligatorio no es nueva en el panorama político, porque su inviabilidad ha sido demostrada en múltiples ocasiones, y es que obligar a alguien a hacer algo que no quiere contraviene los principios libertarios de la Constitución Política, cómo puede pretender el ministro que la gente se vea obligada a votar por una lista cerrada, sin tener la oportunidad de elegir al candidato de su preferencia, todos mayores de 30 años, ni un solo joven, con propuestas impías, porque ahora lo que interesa es votar por el color de un partido y no por una idea.
En ese orden, he sido enemigo de las listas cerradas porque gracias a ellas personajes como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, José Obdulio Gaviria, entre otros tantos completan una infinita lista de personas que han llegado a las corporaciones públicas, SIN UN SOLO VOTO, así, las famosas listas cerradas que el Ministerio quiere extender a todos los partidos, traen consecuencias graves, entre ellas incentivar las “roscas” partidistas, si bien, la compra de votos desaparecerá del escenario político, le abrirá espacio a la compra de renglones en las listas cerradas.
Los que tengan poder al interior del partido serán los que ocupen los primeros renglones, así pues, veremos en las Corporaciones Públicas durante años a los mismos de siempre, dejando sin oportunidades a los jóvenes. Es evidente entonces, que las listas cerradas en lugar de fortalecer el partidismo, incentivarán las prácticas politiqueras, pues, como es sabido, la lucha por el poder muestra lo más bajo del Ser Humano.
De tal suerte, que la eliminación del voto preferente corta de raíz la esperanza de cientos de jóvenes de llegar a un escaño en una Corporación pública para representar a sus pares, todo por no poder estar en alguna rosca partidista. ¿Es eso lo que busca el Ministerio?
Si el ministro quiere sustituir media constitución, ¿por qué mejor no darnos una nueva constitución? Con participación de todos los sectores de la ciudadanía y no con un Acto Legislativo que reforme lo que al Gobierno de turno le convenga.