A unos meses de que se firmaran los Acuerdos de Paz entre el Gobierno y las FARC. La paz avanza a paso lento, no solo por la implementación de los acuerdos en el Congreso a través del fast track, que en ocasiones parece tortuga track, sino también porque en algunas votaciones para la aprobación de la implementación, éstos han pasado en el Congreso con lo justo, y esto podría tener que ver con la nueva configuración política que se está gestando en los partidos políticos y en los congresistas, que miran como pescar en río revuelto para mantener sus curules, teniendo en cuenta a cuál candidato presidencial pegarse para poder ganar.
La dejación de armas de las FARC inició el 1 de marzo del presente año, en donde “empezó la primer fase de almacenamiento de las pistolas y fusiles de 322 guerrilleros que integran el Mecanismo de Monitoreo y Verificación”. (Ver link).
¡Ojo! a la Paz hay que continuar haciéndole veeduría, desarrollando estrategias comunicativas, adelantando reuniones con diferentes actores y haciendo la vigilancia de las votaciones de la implementación de los acuerdos de paz al interior del Congreso.
Recordemos que hay 26 zonas veredales de transición en las cuales se encuentran agrupadas las FARC, y en las cuales los guerrilleros han denunciado la falta de adecuación de estos sitios por parte del Gobierno.
Se han desarrollado una serie de viajes en algunas zonas veredales del país, en las cuales estudiantes y movimientos sociales y de paz han llevado libros para la adecuación de bibliotecas y sitios de aprendizaje para los guerrilleros, con el fin de iniciar ese acercamiento entre la sociedad civil y la población guerrillera, el cual viviremos todos los colombianos una vez empiece el posconflicto.
Hay varias definiciones de la paz y análisis de diversos académicos e intelectuales, como el filósofo Fernando Savater quien plantea que “en un estado democrático, la paz equivale a la vida en libertad y sin temor de sufrir persecución o violencia por las propias ideas o formas de vida, siempre que se atenga a la legalidad”. (Ver link)
La definición de Savater aplicada a la paz y a la realidad de Colombia pareciera ir en contravía, pues en nuestro país es todo lo contrario, quienes son actores en el desarrollo de la paz son objetivo cada semana de amenazas, asesinatos y hostigamientos. De los autores de esa violencia algunas personas tienen idea de qué sectores del país podría venir estas masacres de líderes sociales y de paz, pero el Gobierno y los medios de comunicación tradicionales callan, porque no les parece conveniente informar a la opinión pública ni a la comunidad internacional.
En el año 2016 según un informe de Indepaz fueron asesinados 117 líderes sociales y activistas defensores de derechos humanos. Para lo que va del presente 2017, han asesinado a 25 líderes sociales en Colombia, en los departamentos de Antioquia, Cauca, Cesar, Chocó, Córdoba, Putumayo, Valle del Cauca y Risaralda. En estos departamentos hay baja presencia estatal y alta presencia de bandas criminales y grupos paramilitares. (Ver más).
Para el profesor Pedro Valenzuela “por paz se entiende no sólo la ausencia de guerra sino la presencia de condiciones deseadas en términos de equidad y libertad. Es decir, si mañana se callan los fusiles en Colombia, esta sigue siendo una sociedad sin paz porque el 60% de los colombianos viven en la pobreza”. (Ver link). Siguiendo las palabras del profesor Valenzuela, es claro que en Colombia no hay las condiciones deseadas de equidad y libertad como en la teoría y en los papeles se plantea, y eso se refleja en las pésimas condiciones de vida de las personas en el campo, en la falta de acceso a la salud y a la educación, en departamentos como el Chocó o La Guajira.
El profesor Víctor De Currea plantea que “el concepto de paz es un concepto que no tiene que ver con un debate técnico ni jurídico, sino con un debate mediático y político, y se ha mediatizado al punto que hay un desgaste en el concepto. Creo que algunos enemigos de los cambios han triunfado en hacer creer que la paz es igual al fin del conflicto con las FARC, por tanto los cambios de lo que entendemos por la paz, de paz con cambios, ya han perdido mucho peso político. No quiere decir que yo no esté de acuerdo con eso, que la imposición, que la demanda, que la exigencia de los cambios, para constituir paz no tienen peso político, ni músculo político, entonces nos quedamos en que paz es igual a desarme de las FARC, eso afecta el proyecto político de las FARC, afecta seriamente la implementación y afecta la mesa con el ELN”.
El proceso del ELN tiene dos enemigos que no están sentados en la mesa, uno es los problemas de implementación con las FARC y segundo el problema de la persistencia de los grupos de corte paramilitar, en ese sentido esa mesa hágalo bien o hágalo mal, depende de dos variables externas que pueden llevar al trasto la mesa.
Aprovechando que en la conversación que sostuve con el profesor Víctor De Currea, donde mencionó el proceso de paz con el ELN, escribiré un poco sobre en qué va ese proceso:
El proceso de paz con el ELN se instaló el 7 de febrero del presente año en Quito, Ecuador, luego de conversaciones adelantadas entre el gobierno y el ELN desde el año 2014. El Gobierno y el ELN acordaron 6 puntos en la agenda: “1) Participación de la sociedad en la construcción de la paz, 2) Democracia para la paz, 3) Transformaciones para la paz, 4) Víctimas, 5) Fin del conflicto armado y por último 6) Implementación”. (Ver link)
El pasado 16 de febrero el Gobierno y el ELN a través de un comunicado informaron al país que “acordamos la manera de abordar los temas de participación de la sociedad civil en la construcción de la paz y de dinámicas y acciones humanitarias. Creamos 2 sub-mesas las cuales trabajarán simultáneamente en estos temas, manteniendo la integralidad de la mesa de conversaciones”. (Ver link)
La mesa continúa en reuniones en Quito, a pesar de un hecho que no se puede pasar por alto y es el petardo que colocó el ELN en Bogotá, en donde murió un miembro del ESMAD. Aunque el ESMAD es la fuerza menos apreciada por los colombianos, y una de las fuerzas que más vulnera los derechos humanos en las protestas sociales, es claro, que no hay nada que más le afecte al proceso de paz con el ELN, que cualquier hecho que implique la muerte de un ser humano, y más siendo un petardo en la ciudad capital de Bogotá, donde es más activa y notoria la opinión pública, la cual históricamente es manipulada por la clase política y los medios tradicionales de comunicación, en alianza con un sector del empresariado.
Rechazo este petardo del ELN, como cualquier acto que afecte la paz completa, que afecte el proceso de paz con el ELN, pero que además le facilite al uribismo y a las personas que se lucran, ganan imagen y ganan votos con la guerra, fortalecer sus posturas, y ganar adeptos en la opinión pública.
Se necesita el cese bilateral ya, porque es una necesidad, en donde los colombianos tengamos la tranquilidad de saber que hay una negociación de paz, pero que no hay una simultaneidad de violencia y confrontaciones militares, que afecten a la población civil.
El gobierno y el ELN deben entender que sus estrategias para venderle a la gente una imagen por X o Y motivo, afectan la ruta para alcanzar la paz completa. El Gobierno debe dar las garantías a los líderes y/o activistas de paz, así como el ELN debe respetar la vida de todos los colombianos.
La sociedad civil hace esfuerzos para que la paz con las FARC, la participación política de los sectores sociales mal llamados minorías, y para que el proceso de paz con el ELN no fracasen, ni se acaben. Debemos pensar en colectivo, por la paz completa, por la supervivencia de cada sector social del país, por la estabilidad inexistente de sus economías y por el respeto a la vida de todos los colombianos, debemos dejar de seguir en el individualismo, el sectarismo, el importaculismo, el subdesarrollo y el atraso en que nos encontramos.
Nos debemos unir si realmente queremos cambiar el país, porque nosotros somos más, pero nuestro problema es la dispersión y el individualismo, la paz nos espera y la participación política de los sectores sociales del país también, para defender la paz, la supervivencia de los sectores sociales, y la construcción de políticas públicas y planes de desarrollo realizadas por las organizaciones sociales, que le garanticen a Colombia su desarrollo y estabilidad.