Visto en una línea de tiempo, el proceso de paz del gobierno con las FARC puede mirarse como una serie de jugadas de póker que al final dieron resultado. Aunque no es fácil simplificar el fin de una guerra tan complicada y dolorosa para los colombianos como un juego de azar, es interesante mirarlo desde esa perspectiva para analizar las casualidades, los hechos, las decisiones y los riesgos que conllevaron dicho proceso. No por nada, el póker es uno de los juegos de mesa favoritos del Presidente Santos.
Empezó en 2012, con dos jugadores, y terminó con tres que son Santos, Timochenko y Uribe. Entrando Uribe, a pesar de él mismo, se incrementaron paradójicamente las posibilidades de éxito pues lo cierto es que tanto las FARC como el gobierno querían que el proceso saliera exitoso. Esto significó dos de tres jugadores enfocados en el mismo objetivo. Con esto, los roles de cada uno pudieron cambiar en cada mano, se rompió la dicotomía de dos jugadores y se terminaron jerarquizando.
Los jugadores
Timochenko
En póker, a este estilo de jugador se le llama «Roca». Sólo juega manos buenas, con las que puede tomar decisiones claras en las siguientes rondas. Apuestan fuerte cuando están seguros de tener el mejor juego, lo que hace que sus ganancias sean pequeñas en muchas de las manos que ganan. Una de las desventajas de jugar así es que sus rivales están atentos a cada movimiento. Es el tipo de jugador que puede llegar a jugar a una mesa con gafas oscuras, para no mostrar sus emociones. No toman riesgos innecesarios y tratan de pasar desapercibidos. Así jugaron las FARC en este proceso. De la arrogancia que tantas veces los caracterizó, se esforzaron en tener un bajo perfil y enfocarse en la tarea de la negociación. No fue fácil creerles.
Uribe
A este tipo de jugador se le conoce como «Maníaco». Es suelto a la hora de involucrarse en todas las jugadas, por lo que suele hacer muchos bluffs (faroles), es decir que en la mayoría de sus jugadas intenta engañar a los demás jugadores como si tuviera siempre una buena mano. Con el tiempo pierde credibilidad. Aunque la mayoría de estos jugadores pierde a largo plazo, son peligrosos, ya que muchas veces van sin nada y logran confundir. Buscan amedrentar con su actitud fanfarrona a sus adversarios. Reciben mucha atención cuando hacen buenas jugadas, tienen afán de protagonismo y una gran necesidad de acción. Pueden no tener siempre una idea clara y suelen ser el foco de atención de la mesa. El uribismo es una fábrica permanente de bluffs semana tras semana, sin mucha estrategia pero generando mucho desgaste.
Santos
A este estilo de jugador se le llama «Tiburón». Su juego es selectivo y apuesta con fuerza cuando lleva las de ganar. Toma riesgos calculados pero sabe asumir las derrotas. La mayoría de jugadores que siguen este estilo han aprendido a hacerlo así, ya que no es habitual jugar con control de manera espontánea. Es el grupo de jugadores más difícil de batir y muchos profesionales de póker pertenecen a él. Perfila muy bien a sus contendores; cuando pierde sabe reorganizar su estrategia para terminar ganando; orientado al resultado; juego de estrategia de largo plazo.
El juego
Las manos que ganaron las FARC
1. El anuncio de las conversaciones con las FARC fue una noticia importante para ellos porque recuperaron credibilidad internacional después de lo que les significó la época de Uribe. El gobierno nos puso su mejor «Pokerface», evitando divulgar que estaba negociando, hasta que finalmente lo reconoció.
2. En 2014 secuestraron al coronel Alzate en el Chocó, lo que hizo tambalear el proceso y representó una victoria inicial para el uribismo. Paradójicamente, al final de este episodio, cuando las FARC lo liberaron relativamente rápido,comprometiéndose a dejar de secuestrar, supieron recuperar credibilidad y el proceso volvió a su curso.
Las manos que ganó el uribismo
1. La muerte de los 11 soldados en el Cauca en el 2015 por parte de las FARC, fue el momento más grave en toda la negociación. Se vuelve a tambalear el proceso. La razón de que esto sucediera es que se seguía negociando en medio del conflicto y fue un paso para atrás. Fue una mano que ganó el uribismo y como tal la reclamó.
2. Los resultados del plebiscito en octubre de 2016, donde ganó por estrecho margen el NO, fue una sorpresa para todos. Sobre todo para el uribismo y algunos grupos cristianos que habían hecho una campaña basada en muchos bluffs como la amenaza del castrochavismo, la dictadura homosexual y la ideología de género, realmente sin muchas esperanzas de ganar.
Tan grande fue el bluff que el propio Juan Carlos Vélez de la campaña por el NO uribista renunció al Centro Democrático, el cual lo repudió como a carta de otro palo. Pierden dramáticamente el gobierno y las FARC. De todas, esta era la mano más importante que el gobierno no podía perder y se confió. Santos pensó que tenía asegurado como mínimo un póker e hizo el bluff de que ganar el plebiscito era un «all in», es decir que se ganaba o se perdía todo. Pero supo guardarse algunas fichas valiosas para lo que vendría.
Las manos que gana el gobierno
1. Los temas de la agenda y la estrategia de negociación liderada por Humberto de la Calle, al sacar provecho de los aprendizajes de los otros procesos fallidos y exitosos en Colombia y en el mundo, se supieron capitalizar.
2. La victoria de Santos en la segunda vuelta en las elecciones de 2014, fue un momento clave para el proceso. Con Zuluaga de presidente era probable que se terminara. En el momento del descarte, el candidato del uribismo cambió sus cartas de ganador por las peores debido a su desempeño en los debates y sobre todo por el caso del hacker. Santos reagrupó sus fuerzas y logró la reelección, ganándole la mano por poco a Zuluaga.
3. Después de la muerte de los 11 soldados, el gobierno retomó con fuerza los bombardeos contra las FARC y dio de baja a 26 guerrilleros. El gobierno recuperó credibilidad y mostró los dientes. Con todo y esto, las FARC no se levantaron de la mesa y esto determinó el paso del cese unilateral a un cese al fuego en 2016.
4. El gobierno fue recibiendo más y más apoyos internacionales conforme avanzó el proceso. Es muy difícil para cualquier país estar en desacuerdo con la búsqueda de la paz en Colombia; desde el Vaticano, los EEUU, la Unión Europea, la ONU, toda América Latina, etc. Las FARC tuvieron un perfil bajo sin hacer ningún tipo de proselitismo por el mundo, como en otras ocasiones. El uribismo trató de buscar aliados y sólo encontró apoyo en algunos sectores republicanos radicales en EE.UU con muy poco eco internacional.
5. El acuerdo de justicia transicional que se firmó en La Habana entre Santos y Timochenko se vendió muy bien internacionalmente. Muchos lo vieron como un bluff del gobierno, porque quedaban faltando muchos detalles. La imagen de Santos y Timochenko dándose la mano en compañía de Raúl Castro dio la vuelta al mundo. Al final todo salió bien, pero en su momento quedó la idea de que había sido un bluff bien vendido.
6. La firma de la Paz en Cartagena fue otro bluff del gobierno porque todavía no estaba refrendado. Contaba con que se ganaría el plebiscito en octubre. Con Rey de Copas Emérito y todo, asistieron muchas personalidades internacionales que se quedaron con la idea de que ya habíamos llegado a la paz. Aunque en ese momento ganó el gobierno, hacía falta la refrendación.
7. Habiendo asumido la derrota en el referendo -la mano más importante de todo este juego- al gobierno le tocó sentarse con los promotores del NO para sacar sus ideas y ponerlas en el nuevo acuerdo. Se empezó a trabajar en este nuevo documento con las FARC, que incluyó muchos temas del NO, pero fue imposible tener en cuenta a todos.
El uribismo no supo capitalizar la victoria, si es que su objetivo era una constituyente en la cual se pudiera reelegir a Uribe y buscar impunidad para sus muchos comodines en problemas con la justicia. Le sirvió para organizar su baraja de cara a las elecciones de 2018. Mientras tanto, el gobierno abrió varias mesas con los jugadores del NO, por lo que los atomizó y minimizó el punto de vista del uribismo.
En todo este enredo, de pronto apareció «la escalera real de color», mejor mano posible en póker, que fue lo que significó el Nobel de Paz. Esto le dio una dinámica diferente a todo. Se volvieron a barajar las cartas. Con esta exposición mundial luego de semejante descalabro del referendo, entre el Congreso y la Corte Constitucional, terminaron dándole validez al nuevo acuerdo ya firmado con mucho menos pompa y protocolo. Al final ganó el gobierno, que supo guardarse las fichas que necesitaba y contó con la suerte del reconocimiento mundial del Nobel.
De toda esta tanda, 7 manos las ganó el gobierno, 2 las FARC y 2 el uribismo. En juego largo siempre hay desquite, aunque al final todo fue una mezcla macondiana de suerte con estrategia, pero es innegable que el objetivo se logró.