La incertidumbre política después de que ganara el NO en el plebiscito, ha traído como consecuencia la indignación colectiva de varios sectores del país. Las marchas multitudinarias así lo demuestran, pero ¿qué tan efectivas resultan estas manifestaciones?
Es cierto que nuestra historia se ha visto enmarcada por múltiples manifestaciones que no logran su objetivo y se quedan en simples intentos, pero también es real que ha habido marchas sociales que han cambiado al mundo y eso es algo que no se puede desconocer:
Mahatma Gandhi se convirtió en un líder político a nivel mundial en 1930, cuando emprendió una caminata de 390 kilómetros y así protestó contra el Imperio Británico, el cual había instaurado un impuesto sobre la venta de sal. Miles de jóvenes se adhirieron a la protesta y fue el primer paso en la lucha para que India obtuviese su independencia.
En 2003, en Liberia se dio fin a la segunda guerra civil. Las mujeres cansadas de la violencia que se había llevado más de 50.000 vidas, decidieron impulsar el acuerdo de paz entre el gobierno y las dos fuerzas rebeldes. Las protestas sociales trajeron como consecuencia el Premio Nobel a la activista Leymah Gbowee y Liberia se convirtió en el primer país africano en tener a una mujer como presidenta.
Los estudiantes colombianos fueron los grandes promotores de la famosa séptima papeleta. En 1990, hubo elecciones en nuestro país en las que se elegían Senado, Cámara de Representantes, Asamblea Departamental, Gobernación, Concejo Municipal y Alcaldía. El grupo de jóvenes propuso incluir un séptimo voto para que se solicitara una reforma constitucional y aunque inicialmente no fue aceptada, la Corte Suprema reconoció la voluntad popular mayoritaria y validó el voto. El movimiento estudiantil trajo como origen la Constitución de 1991.
La juventud denominada como rebelde, egocéntrica y mal criada es la que está reescribiendo el futuro de nuestro país y ha sido una pieza clave en las exitosas marchas que semana a semana le exigen al gobierno un acuerdo efectivo que ponga fin a más de cinco décadas de conflicto armado. La indignación en los millennials se ha visto acrecentada por políticos que no los representan y por miserables fanatismos y latrocinios que le arrebatan las posibilidades de progreso a los más vulnerables.
¡No desfallezcamos! Aunque los resultados no sean inmediatos, las marchas sirven para demostrar que somos ciudadanos y no borregos; son un excelente ejercicio de raciocinio, sirven para mantener la esperanza y para hacer posible lo imposible.
Los grandes cambios en la historia han sido posibles gracias a la tenacidad del pueblo. Los movimientos sociales no son efectivos si no se hacen de manera constante, ahora más que nunca unamos la imaginación, la astucia y los esfuerzos para así luchar por quienes sufren.
Publicado el: 1 Nov de 2016