Como ya es sabido, Uribe pretende dilatar el proceso de paz hasta las elecciones presidenciales de 2018, pues con seguridad el Centro Democrático lanzará un candidato. Su actuar es evidente y lo ratifica día a día.
¡Bien por Santos!, quien recibió las “propuestas” de renegociación hasta el jueves 20 de octubre. Eso disparó la ira de los uribistas, porque ponerles plazo es cortarles el saboteo que pretenden hacer.
Algunas de las supuestas propuestas de mejora son las mismas que ya se contemplaban en el acuerdo, y otras son totalmente descabelladas e inviables, por ejemplo:
Pretender el castigo de guerilleros con cárcel, pero otorgar impunidad a los agentes del estado, militares y civiles como ganaderos, empresarios o terratenientes que financiaron paramilitares y despojaron tierras; otras como la NO participación en política de los ex-guerrilleros (punto totalmente absurdo, ya que este proceso se hace precisamente para que la guerrilla haga política sin armas y por lo tanto se frene la violencia fratricida).
Otra propuesta es cambiar el punto de Desarrollo Agrario Integral, donde se les devolverá tierras usurpadas a los campesinos (este punto molesta mucho al uribismo, es más, ya han radicado proyectos de ley antirestitución) (1); otra es que se les dé impunidad («alivio judicial») a militares causantes de falsos positivos y demás crímenes graves como alianzas con paramilitares, violaciones, torturas, desplazamiento forzado, etc; una más consiste en que los acuerdos no se introduzcan al bloque de constitucionalidad ─para fácilmente tumbarlos con cualquier decreto o ley que no conlleve mayor complejidad en el trámite legislativo─.
Como podemos analizar, son pretensiones absurdas ya que van en contra de los acuerdos internacionales para la cesación de conflictos. Esto ni siquiera es cuestión de que las Farc lo acepten, se trata de que no lo admiten los tratados internacionales. No lo acepta la Constitución Colombiana ni la CPI ni la ONU ni la Comunidad Internacional, porque lo que Uribe quiere es otorgar impunidad, la misma que tanto «rechaza» cuando no le conviene; hasta se contradice proponiendo un indulto a guerrilleros rasos, el cual siempre rechazó antes de la «victoria» (bajo fraude al sufragante) (2) del NO en el plebiscito.
En mi opinión, Santos debe implementar lo más pronto posible el acuerdo de paz haciendo uso de los derechos que la Constitución le otorga por ser el presidente. Él tiene el deber de buscarla y nosotros el derecho a disfrutarla, más aún cuando es el Nobel de Paz 2016.
No se debe dejar chantajear ni caer en el juego dilatorio que plantea el Centro Democrático y tampoco debe repetir el error de confiarse en una probable repetición del plebiscito (o cualquier otro método de refrendación que se dé); lo que debe hacer es tomar un tiempo prudente para hacer la respectiva pedagogía de los nuevos acuerdos que surjan luego de escuchar, analizar, interpretar y acoger (en la medida de lo posible) las propuestas de los sectores de NO, desde luego, tras la aprobación de la otra parte dialogante, que son las Farc.
La pedagogía debe corregir los errores de la anterior campaña, ser efectiva, llegarle a la gente de los sectores menos educados de la sociedad, para así NO dar cabida a la burda manipulación o el engaño de parte de sectores que se oponen al proceso (quizá el único método que tuvieron y tienen para su obtener su “victoria”).
Si Santos cae en ese juego dilatorio, le dará amplio margen de maniobra al uribismo y lanzará candidato a presidente con la bandera de la paz, es más, ya ha perfilado a tres de sus “buenos muchachos”: Holmes, Zuluaga y Duque (3), porque Uribe al fin se dio cuenta de que la guerra no la ganó ni la ganará y que el pueblo en su inmensa mayoría pide paz; me atrevo hasta a especular sobre el lema de campaña, será algo así como: «Por una verdadera paz, X presidente«, o «Paz es justicia, X presidente» o cualquier eslogan que —bajo engaño— prometa un “nuevo” y “mejor” proceso, pero lo que realmente esconderá es el machete con el que darán muerte definitiva al anhelo de la mayoría de colombianos: La paz.
El uribismo y la paz no pueden ir de la mano: se contraponen, chocan, se excluyen, se dispersan, se aniquilan, porque el uribismo es una fuerza (oscura) que descansa y se acopla en la desmedida ignorancia de sus seguidores y se apalanca en la guerra, en el delito, en el crimen, en la división y el enfrentamiento entre gentes de un mismo país para anclarse en el poder estatal. Así han perpetuado la impunidad que los cubre —haciendo uso de todo tipo de triquiñuelas con el “poder que da el poder”— especialmente la de su jefe, quien temeroso de las verdades que surgirán a flote con el proceso de La Habana, hace todo lo posible para frenarlo, aunque su mayor anhelo es romperlo definitivamente sin reparar en el perjuicio causado al pueblo al que dice amar.
Uribe siempre buscará una rendición de las guerrillas, no un proceso negociador de paz verdadera, eso iría contra sus intereses, (4) por eso Paz y Uribismo son palabras antónimas.
(4) http://conlaorejaroja.com/el-temor-no-deja-en-paz-a-uribe-y-uribe-no-deja-en-paz-a-colombia/
Publicado el: 25 Oct de 2016