Pazifarreados

Opina - Sociedad

2016-09-28

Pazifarreados

El 26 de septiembre fue el único lunes que muchos esperábamos (bueno, el uribismo no) y no porque no tocará madrugar; sino porque llegaba la tan añorada firma del acuerdo. Y desde medio día, todos ya estábamos listos, expectantes de la televisión y la radio. Otros en streaming. Nadie se lo quería perder. Solo el uribismo, que a esa hora como la excelente oposición que es, caminaban por las calles de la ciudad amurallada, gritándole al mundo que Santos entregaba la nación al comunismo. ¡¿Y el loco es Santos?!

Todo terminó, y a distando de cómo empezó tan solo bastaron dos firmas con una bala hecha esfero. La fiesta de todos fue la paz. Todos empezaron a gozar la paz. Pero… ¿no había que pasar primero el plebiscito? Bueno, no nos desviemos, todos celebraron la paz. Sin embargo la paz en Cartagena apenas iba a empezar.

Abrieron las de whisky. Santos y Londoño en el centro copas arriba. Todavía se escucha el “sí se pudo” de los asistentes, mientras los megáfonos del urbismo en el olvido se quedaron. En el olvido y sin whisky. Olvidado como las declaraciones de Uribe en 2006. ¡Qué suene la música! Santos pide sus, tan queridos, vallenatos. Mientras Londoño, ‘El Timo’, pide que le pongan a él y a sus camaradas cualquier cosa, que ellos se quieren tirar ‘El Rompecanillas’, porque todo se tiene que decir que como bailarines, los de las Farc son muy buenos terro… guerrilleros. Empecemos a desescalar el lenguaje.

Ante nosotros el primer conflicto del posconflicto. ¡Qué suban el volumen porque ya no hay disparos!

¡Empieza la farra! ¡Otra de whiskey! Algunos disidentes de las Farc piden aguardiente de pan, o su adorado Cherrynol. Lo que primero aparezca en la mesa. El uribismo se quedó en murmullo. Pastrana como una blasfemia más a la bandera. Santos con el nobel. Colombia con la vida. Paz y a farrear como todos en Colombia (pero en mayor medida). Guayaberas pechiabiertas con la noche cartagenera.

Imagen cortesía de: afp.com

Imagen cortesía de: afp.com

No hay farra sin comida. Y se viene el segundo conflicto del posconflicto. Santos, con sus hijos, en busca de hamburguesas. Descomplicado como siempre el Presi del Nobel. Timochenko se acostumbró a la carta de La Habana, langosta quiere, pero trucha es lo que hay; y después del avión lo que sea para adentro va. Hamburguesas, truchas y langostas, mientras en La Guajira todavía de hambre los niños muriendo están. Vamos agarrando el ritmo de la pazifarra.

Ante nosotros el segundo conflicto del posconflicto. ¡Qué repartan la comida! Y que esta vez sí llegue a La Guajira.

La paz es la farra que Colombia nunca ha gozado, una a la que el urbismo se hizo el NO invitado.

Y al parecer en el momento indicado, porque todos los colombianos (bueno la mayoría) nos estábamos cansando de la desinformación que esperamos llegue hasta el próximo cuatro. Todos a unirnos a la fiesta porque como bien dijo Timochenko: «Renacemos para echar a andar una nueva era de reconciliación y de construcción de la paz»; lo que no sabíamos es que se trataba de renacer después de superada la pazifarra.

PS. El Desenredo: Los hechos aquí narrados, al parecer, son mera ficción. Si en algún momento se tornan ciertos recuerde que lo leyó, primero, en mi columna. Pero como la paz es de todos… ¡Veni y pazifarriemos!

PS2. La Declaración:«El susto del avión, me lo cobro como sea.» Timochenko.

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Mauricio Duarte
Editor de mi vida (y de textos). Sin palabras que me puedan definir. Columnista, estudiante de Derecho, y del arte que haga falta saber. Dijeron que escribía bien, y me lo creí. Tw. @SubEscritor