Mientras el país está entre el SÍ y el NO, y mientras la columna de Mario Vargas Llosa en el País de España apoya este proceso de paz, es necesario pensar e ir un poco más allá de todo este debate de orden político, ético y moral. El asunto radica en lo que es necesario que pase después de que gane el SÍ-siendo optimistas-.
El país empezará de cero, necesitará manos que trabajen y sobre todo, mentes que estén dispuestas a mirar con otros ojos este país que requiere de atención, no solo monetaria, judicial y a nivel salud, sino también de un ejercicio de “desmovilización” por parte de los ciudadanos, los mismo colombianos necesitaremos cambiar ese chip que hemos cargado durante años, una mentalidad que solo apunta a la muerte, la sangre, la venganza y sobre todo, la desconfianza y el pesimismo, ese chip no es otro que el de la guerra.
Este proceso de paz se da en un momento donde aún convergen muchas generaciones, generaciones que les ha tocado vivir la guerra en carne propia, como otros, que solo la han visto por televisión. Generaciones que crecieron viendo la última etapa de los grandes capos del narcotráfico, como aquellos que nacieron y se formaron con las películas, libros y reportajes sobre la violencia, el sexo como mercancía, el sicariato como forma de vida y las cirugías estéticas como un punto de partida para tener dinero. Están también las generaciones que llegaron a mitad de todo eso y no entienden muy bien la carga tan pesada que es la historia de este país, sin embargo, comprenden lo importante que es la paz y dan un Sí, una aprobación aunque sea solo verbal, porque sus años no les permite votar.
El cambio de mentalidad será lo más difícil que tenga este proceso de posconflicto. La aceptación que la guerra y la violencia ya no valen la pena, que es hora de apostarle a aspectos éticos, valores necesarios para construir sociedad, de elaborar un mejor mañana desde los actos y no desde un papel, porque aunque votemos por el SÍ, el hecho de una paz efectiva es que empecemos por nosotros mismos.
Por esa razón son los jóvenes quienes tienen un camino más amplio que trazar, son ellos lo que primero deben convencerse que es importante ser otro de cara al futuro, para ir acabando de a poco las diferencias, aumentar la tolerancia y valorar la vida. Desde ese punto de vista, es necesario reforzar los diálogos y los conversatorios para que nos escuchemos, escuchemos al otro y reflexionemos sobre nuestros actos, observemos la posición del otro con respeto y siempre, tengamos en cuenta que no hay otro camino para la armonía que reconocer los derechos de mi semejante.
Tal vez ese fue el punto central del conversatorio en el que María Fernanda Carrascal, Omar Vásquez e Ian Cardona, trataron de exponer el día viernes en el Colegio Integración Moderna. Un conversatorio que estuvo trazado por el pasado, el presente y el futuro de este país. Hablar con los jóvenes siempre será una oportunidad para exponer la responsabilidad que ellos tienen sobre el presente, para nosotros no olvidar lo que hemos trazado y para dejar de cierta forma, garantías que sirvan para soñar en cambios tan pequeños pero básicos para construir una mejor sociedad. Hablar de respeto, tolerancia y responsabilidad en tiempos en los que se vive otra guerra en las calles capitalinas, en las redes sociales, en los colegios del país, en donde los jóvenes muchas veces desperdician sus talentos para acabar con los de los demás.
Es una de las formas para ir transformando el chip, para ir cambiando esas maneras de actuar tan violentas que tienen su origen en lo que día a día consumimos en este país, en lo que sabemos ya como un guión, en lo que nos parece normal pero de eso no tiene nada, y es la historia de nuestra guerra. Una historia que se repite y se repite como una uróboros.
Los nuevos retos para la sociedad colombiana y en especial para los jóvenes, es transformar los rezagos de la guerra, la semántica que ésta tiene a través de otros actos que sirvan como aliciente, que deconstruyan esta historia que nos adormece y no nos dan la oportunidad de ver las expresiones humanas en todo su esplendor que lo único que buscan es tejer lazos de unión.