Del acuerdo final al que el pasado 24 de agosto llegaron el Gobierno Nacional (en representación del Estado colombiano) y la guerrilla de las FARC – EP es un hecho histórico, un suceso del que se derivan compromisos como el de hacer un estudio profundo de lo acordado por las partes, porque para ir a las urnas el próximo 2 de octubre lo más correcto es que tengamos plenamente claro lo convenido durante estos casi cuatro años de álgidas negociaciones. Se hace necesario adelantar una examinación de la componenda en razón de que a través de ella tenemos la posibilidad de tomar una decisión sobria y fundamentada, una determinación que se ajuste a las necesidades actuales y futuras del país.
En Colombia estamos ad portas de escribir una nueva página, una nueva historia. Comprender la sustancia que compone el acuerdo final no solo le corresponde a aquellos que han sido partidarios del proceso desde su génesis, todo lo contrario, esto incumbe también a quienes han disidido de este, porque resulta obvio que tanto para respaldar como para confrontar es necesario tener premisas sólidas que sustenten la distintas posiciones.
Además de la responsabilidad adquirida por parte del pueblo colombiano de conocer de forma íntegra lo finalmente acordado, el plebiscito para refrendar los acuerdos a que llegaron las partes, indudablemente es una prueba para la democracia, un tanteo para esa proyección social y democrática de nuestro Estado de Derecho de la que habla el preámbulo de nuestra Carta Superior.
Esta trascendental fase que apunta a la construcción de un mejor país es un asunto serio, un tema que se debe independizar de toda irreverencia y llevarlo a los campos del respeto, sea cual sea su ideología política, su postura ante el proceso, sea su voto por el ‘SÍ’ o por el ‘NO’.
Nos corresponde conocer qué rumbo se le dará a la “Reforma Rural Integral’, a la ‘Participación Política’ por parte de las FARC en su regreso a la vida civil, sobre el ‘Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo y la Dejación de las Armas’, la ‘Solución al Problema de Drogas Ilícitas’, el tema de ‘Víctimas’, los ‘Mecanismos de Implementación y Verificación’ y acerca de la ‘Justicia Especial para la Paz’.
En estas últimas instancias del proceso de paz se ha generado mucha desinformación, flagelo que considero se debe confrontar desde dos flancos: (1) el deber que tiene el Gobierno Nacional en cuanto a la emisión pedagógica de lo acordado entre las partes y su proceso de desarrollo y aplicación, y (2) la responsabilidad social que tenemos todos los connacionales de analizar, reflexionar y debatir sobre todos y cada uno de los puntos que constituyen el acuerdo final.
El próximo dos de octubre la intervención ciudadana será el fundamento vital y primordial de todo lo acordado por las parte en el proceso de paz. Es la ocasión perfecta para manifestar nuestro querer, es la oportunidad de la democracia.
Amigos lectores, salgamos a votar, sea por el SÍ o por el NO, pero la abstención no debe ser una opción.
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ADENDA: A la pregunta del plebiscito que refrendará el acuerdo final para la paz le faltaron dos componentes importantes: (1) la delimitación geográfica (Colombia) y (2) la plena identificación del grupo armado (FARC – EP). Por otro lado, fue bastante acertado hablar de una ‘CONSTRUCCIÓN’ de paz, lo que aleja todo elemento ilusorio de ese nuevo ciclo de cimentación social que pronto exploraremos.