Esta semana pasó una fecha importante de recordar, y a la vez triste, muy triste para la universidad pública, específicamente para la Universidad de Antioquia. El pasado jueves 25 de agosto se cumplieron 29 años del triple asesinato de grandes mentes activistas en pro de los derechos humanos en Medellín y Colombia. Luis Felipe Vélez, presidente de la Asociación de Institutores de Antioquia, Leonardo Betancur y, el siempre recordado Héctor Abad Gómez, uno de los profes más queridos que tuvo la Universidad.
Pero es todo el mes de agosto el que debería ser recordado por los medellinenses, en especial por los que hacemos parte de una institución de tal altura como lo es la Universidad de Antioquia. Estudiantes y profesores hicieron parte de una lista macabra de nombres que nunca debieron estar en una lápida. Carlos Castaño, el sanguinario encargado de “chular” cada nombre de esa lista.
Lo anterior es un resumen de aquellos años aciagos en los que no existía la tolerancia política, y como cuna de la libertad de pensamiento, la universidad pública fue una víctima material del conflicto armado perpetuado por guerrillas, paramilitares y Estado.
Esta semana también, con algo de júbilo, se anunció el fin de las conversaciones de paz en La Habana. Algo que se esperaba desde 2012, que iniciaron en la fría Oslo. Ahora, el camino para la terminación definitiva de las FARC como organización alzada en armas y con claros ideales políticos, es votar sí en el plebiscito, la convocatoria que hace el Estado a los ciudadanos de si aprobamos o no las conversaciones hechas.
Este texto no pretende convencerlo a usted, lector inteligente e informado, de que vote sí al plebiscito, estoy seguro de que cada quien se dará a la tarea de leer los recortes de prensa, o si no confía, de leer el acuerdo original que circula a montones por internet, o si le da pereza leer, también está disponible un audio con un resumen de cada uno de los puntos; el caso, es que no hay excusa para saber qué es lo que se vota el domingo 2 de octubre.
Lo que quiero aquí es dejar claro un tema de fondo que toca el Proceso de Paz con las FARC.
No se trata sólo de terminar con las armas como vía hacia la política, yo lo veo más bien como un homenaje, un tributo a tantas personas que arriesgaron, incluso con su vida, por un país que muchos ven utópico, pero que hoy vemos que puede ser. Me refiero a los cientos de defensores de derechos humanos, activistas sociales, políticos, a tantos profesionales que dedicaron su carrera a entender y explicar por qué Colombia vive lo que vive, entre sociólogos, politólogos, abogados, filósofos, antropólogos, economistas, hombres de fe.
Imagen cortesía de: elespectador.com
Este acuerdo, aunque sabemos que no perfecto, sintetiza la lucha de decenios que han librado todas estas personas, y hoy quiero nombrar con nostalgia a todas aquellas que ya no nos acompañan pero que su trabajo fue fundamental en Antioquia y Colombia: Pedro Luis Valencia, Alejandro Cárdenas, Gabriel Jaime Santamaría, Elkin Martínez, Carlos Rojo Uribe, Henry Montenegro, Ana Fabricia Córdoba, María Cano Márquez, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, Héctor Abad Gómez, Rafael Uribe Uribe, Manuel Cepeda Vargas, Carlos Pizarro Leongómez, Luis Carlos Galán Sarmiento, Jorge Eliécer Gaitán Ayala.
Y tantos otros que hacen falta por nombrar pero que se merecen una mención en este tributo que llega después de 206 años de desangre nacional por cuenta de guerras absurdas y que obedecen a caprichos de unos pocos.
Con sólo este argumento, estoy seguro de que muchos de los que podemos votar, votaremos por el Sí, sin importar qué camino nos depare con este acuerdo. Por el sólo hecho de pensar en todos los que batallaron por una Colombia más igualitaria, justa y pacífica; vale la pena aprobar en el plebiscito, vale la pena decirle Sí a la paz.
