Ver y hablar claro

Opina - Medios

2016-08-27

Ver y hablar claro

Si hay algo claro que deben tener los columnistas y los que intentamos serlo, es que nuestros textos pueden ser como agujas que pullan con fuerza, que arden y sobre todo que molestan e irritan. En consecuencia a ello, llegan a nosotros, a nuestras cuentas en redes sociales diversidad de comentarios que logran romper nuestra calma y oscurecer nuestro momento. Sin embargo, de eso se trata el oficio de opinar, de molestar y desacomodar a los lectores, a los que buscan en los textos complacencias sobre problemáticas que les interesa o apoyo a sus pensamientos negativos y destructivos sobre algún tema que está generando controversia.

Por ejemplo, si bien han sabido los lectores de este medio, es que he escrito algunas columnas sobre la ministra Gina Parody en las cuales, intenté ser un crítico fuerte de su labor, sin embargo, en lo ocurrido con la famosa cartilla, tengo que decir que a leguas se veía que todo ese revuelo no era más que un montaje. Es una pena por la ministra y todo este teatro que le armaron, no hay derecho de ensuciar de esta forma su trabajo.

Uno de los principios del periodismo es el punto de objetividad que claramente, puede considerarse complejo porque siempre hay una pizca de subjetividad y más en las columnas, en donde el argumento del columnista debe estar sustentado y tratar de ser lo más “correcto” a la hora de plantear lo que se quiere decir. No es decir por decir, simplemente denunciar, si se quiere entender de esa forma.

El columnista denuncia, expone, muestra, abre las ventanas de una habitación oscura en donde muchos andan a ciegas creyendo conocer el camino.

En este orden de ideas, Daniel Coronel tiene razón al decir: “si el proceso de paz se cae por una columna, un reportaje o una denuncia que haga un medio de comunicación sobre las irregularidades del mismos, pues de malas. Nuestro trabajo es mostrar la verdad”. Así que, apoyado en esto, expongo un Tweet que recibí sobre mi anterior columna: Entre la hipocresía y el deporte, en donde un lector de nuestro medio expone: “Ustedes alguna vez escriben algo bueno? Siempre ven lo malo, lo negativo” Pedro Leuro quien escribe el comentario, da clara muestra de uno de los factores más complicados en nuestro país, el de tragar entero.

El ejercicio de opinar no es ver lo negativo, es ver una realidad, es exponer una problemática que se esconde con una habilidad magistral que es difícil descifrar y más, con el poder de los medios televisivos. La televisión es el medio más consumido por los colombianos, en el pasan horas y horas enterándose de una parte a veces pequeña e insignificante de una problemática fuerte y contundente. Si se quiere agrandar las cosas y ver el mundo color rosa, es importante estar pendiente de la televisión, de las noticias que distorsionan ciertas realidades, de los realities y los show que gastan millonadas para entretener y dejar por fuera la capacidad de análisis y de crítica.

Imagen cortesía de: theodysseyonline.com

Imagen cortesía de: theodysseyonline.com

No es más que pensar en lo sucedido días anteriores donde Mariana Pajón y Caterine Ibargüen se colgaron las preseas doradas. Los medios, en especial Caracol, no lo pensó dos veces para repetir, emitir, comentar, adular, endulzar e invertir dinero, en la misma nota sobre la victoria de estas dos mujeres, nota que ocupó gran tiempo y sobrepasó los límites del respeto sobre asuntos más serios. Los medios acapararon de forma excesiva estos triunfos que a decir verdad, todos sabíamos que se iban a lograr, pues estamos hablando de dos campeonas mundiales en sus disciplinas, estamos hablando de dos mujeres que en este momento no tienen rival. Sin embargo no digo que no haya sido un momento pleno de felicidad y que enorgullece, pero una cosa es valorar todo su trabajo y mostrarlo a un país y otra, es hacer de esto el único tema que mueva las masas.

En lugar de mostrar el tatuaje de Mariana Pajón, en vez de darle ese montón de interpretaciones y esa cantidad de adjetivos tan desproporcionados, por qué no construyen la historia de esos colombianos que también viajaron y volvieron el mismo día de su eliminación, por qué no analizamos su desempeño, por qué no nos cuestionamos y revisamos por qué no somos buenos en esas disciplina, qué dice Coldeportes sobre ellos, qué dicen los protagonistas, qué necesitan para aumentar su nivel deportivo.

Así que no siendo más, le respondo al señor Pedro de esta forma, por medio de una columna y no por Twitter porque no quiero el día de mañana ser como Uribe o Paloma Valencia. Le digo señor Pedro que: no es que veamos lo malo, simplemente que 24 horas de adulaciones no soluciona la mediocridad con la cual estamos forjando deportistas.

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Juan Camilo Parra
Nació en Bogotá, en 1990, es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Santo Tomás, columnista y periodista freenlace. Ha escrito para varios medios de comunicación como Le monde diplomatique, periódico Desdeabajo, medio independiente La oreja roja, Revista Exclama, Revista Crónica y Culturamas en España. Su pasión entre la literatura y el periodismo lo llevó a buscar un punto central en donde la ficción y la realidad se crucen, se toquen, pero no se confundan.