Antes de cumplir los 30 años, un día hablando con una amiga, me decía lo preocupada que estaba por no haberse casado aún. Entró en una crisis existencial por teléfono impresionante, aduciendo que se le estaba haciendo tarde para casarse, independizarse y tener hijos. En su relato, según ella, si no lograba concretar la boda antes de o recién cumplidos los 30 con el novio (inexistente en ese momento), no iba a poder tener los hijos rápido, los hijos (imaginarios) no iban a poder jugar con ella, así como ella no iba a poder tirarse al piso para armar rompecabezas o legos. Todo un drama a lo que le pude responder con un: “Ay, pero no te preocupes. Todo llega en su momento”. No supe qué otra cosa decirle, a lo mejor porque mis expectativas de vida son diferentes y le he dado otro significado a la palabra realización, más allá de ser la “señora” de alguien (término que me parece horrible además, porque uno no es de nadie), de tener más hijos (porque ya tengo una y con ella basta), una casa de ensueño y todas las cosas con las que las mujeres debemos soñar.
Sin embargo, sé que el caso de mi amiga no es el único. Aunque ya no existen todos los sesgos de antes y la sociedad poco a poco ha ido entendiendo que el rol de las mujeres va más allá de saber hacer de comer, “atender” a un esposo y tener hijos, aún se percibe la presión social, sobre todo cuando se va llegando a los 30 (o ya se tienen 30 y tantos como en mi caso) y no se ve movimiento de que se esté próxima a casarse, bien sea porque no se está acompañada, porque se tenía un novio pero ya no o porque la actual pareja al parecer no tiene afán o ganas de dar el siguiente paso. Las posibilidades son diversas e infinitas.
Dicha situación para muchas puede ser incómoda, razón por la cual acuden a cualquier cosa: desde inscribirse a sitios web de encuentros, hasta rezarle a San Antonio para que les dé un novio. Por ejemplo, era tanto el desespero de una conocida, que tenía al santo, la novena, la estampita, la medallita y todo lo que existiera de él con tal de que le hiciera el milagrito. Por fortuna y para su felicidad, después de mucho rezar, pudo encontrar a alguien con quién formó el hogar anhelado por ella.
Sin embargo, ¿es tan complicado para la sociedad entender que el proyecto de vida muchas mujeres no es ese? ¿Por qué aún en esta época los hombres solteros que están en la treintena son vistos como muy interesantes y las mujeres que somos contemporáneas a ellos empezamos a tener en la frente una fecha de caducidad?
Me parece maravilloso que una mujer encuentre la felicidad casándose y formando una familia si es que ese es el sentido que ella quiere darle a la vida. No obstante, es totalmente válido que para otras sea más importante lograr una buena realización profesional, viajar, estudiar o dedicarse a su pasión, sin importar cuál sea.
De otro lado, creo que está en nosotras mismas poner frenos a dicha situación. Posiblemente, muchas optan por seguir un modelo tradicional debido a las presiones de su entorno o por no quedarse atrás de su grupo de amigas. ¿Cuántos casos no se conocen de que una conocida se casó porque la familia le dijo que ya era hora, que cuánto más iba a esperar? ¿Cuántas veces no se accede a eso porque aún en el siglo XXI a las mujeres solas no nos ven bien y con buenos ojos porque somos alguien “desamparado”? Hace algunos meses en mi trabajo por ejemplo, una mujer entrada en sus 40 años me preguntó si tenía un esposo. Le dije que no, que vivía sola con mi hija. Situación bastante normal para mí, a lo que no le he puesto color ni drama, porque no lo considero necesario. Ella me respondió con un «I’m sorry!» Le dije que no la tenía que disculpar por nada, a lo que ella me respondió que sí, porque para ella (y según su cultura) las mujeres debíamos estar con un hombre que nos guiara y nos ayudará a tomar decisiones.
¿Guiar? ¿Que nos ayuden a tomar decisiones? ¿Acaso no somos autónomas o nos falta raciocinio como para que alguien nos ayude? ¿No han entendido que las mujeres debemos tener es a alguien que sea nuestro cómplice y nuestro compañero? Terrible, me sentí como si hablara con alguien del siglo XVII.
Está en cada una defender la vida que ha elegido, porque eso es lo que la hace feliz. Sin importar lo que digan y quién lo diga. Porque es bastante gratificante por ejemplo que cuando preguntan si aún con los años que se tienen se continúa soltera, contestar con una gran satisfacción: “Sí… ¿Y?”
Porque sera que se ve tan a menudo que las mujeres solteras quieren encasillar a las casadas en amas de casa, nada mas lejano a la realidad, somos muchas la mujeres casadas, con lindos hogares que igual nos realizamos profesionalmente, perseguimos nuestros sueños y vivimos nuestra pasión acompañadas por buenos hombres con quien hacemos un gran equipo para alcanzar nuestros sueños y disfrutar la vida juntos.
No es mas independiente quien esta sola, tampoco el estar sola quiere decir que disfruta mas la vida, creo que quienes usan estas razones para escudar su «soltería» tienen realmente una gran frustración por no haber logrado encontrar una persona con quien compartila y siempre están tratando de demostrar que es su elección, lo verdadero no se tiene que demostrar, en el momento que llegue el que les pida matrimonio salen corriendo a casarse, ya lo he visto.
Por ningun lado se ve que la columnista quiera encasillar a nadie, simple y llanamente defiende un proyecto de vida autonomo, sin aristas y sin depender de nadie. A la felizmente casada le deseo muchas bendiciones y larga union y a la felicisima soltera exitos en cada proyecto y que lo disfrute libre como el viento. Les recuerdo, las estadisticas revelan la existencia de diez mujeres por cada hombre.